Celso Morga: “Nunca un abuso o una denuncia debe quedar en el vacío”

‘Vida Nueva’ charla con el recientemente nombrado secretario de la Congregación para el Clero

(Darío Menor) “El sacerdote tiene que ser un hombre muy sobrenatural y muy humano”. Tras 23 años trabajando en la Congregación para el Clero, de la que acaba de ser nombrado secretario, el arzobispo riojano Celso Morga tiene muy claro cómo debe vivirse el sacerdocio. En vísperas de la celebración del Día del Seminario, recomienda a estos centros que no olviden estas dos dimensiones en su formación, define el celibato como un “manantial que ofrece unas posibilidades inmensas de felicidad” y enmarca los abusos sexuales a menores que se han dado en la Iglesia dentro del “pansexualismo” de nuestra sociedad, que tacha de “podrida”.

– ¿Cómo debe ser hoy en día un sacerdote?

– Pienso en el sacerdote como fue delineado por el Concilio Vaticano II y, en concreto, en la constitución Lumen Gentium y en el decreto Presbiterum Ordinis. Es ahí donde la Iglesia ha fotografiado lo que quiere que sea un sacerdote católico hoy. Después, esa figura ha sido actualizada por documentos posteriores, algunos de ellos publicados por esta Congregación. Es en la roca firme del magisterio de la Iglesia donde tenemos que buscar qué es el sacerdote y qué quiere la Iglesia y Cristo que sea para nuestros tiempos. El sacerdote es un hombre consciente de lo que lleva entre manos, del don recibido de Dios, es un pastor que se da cuenta de la misión de la Iglesia. Tiene, por tanto, que ser el transmisor de esa vida divina que la Iglesia lleva en su seno. Al mismo tiempo, debe ser un hombre muy sobrenatural y muy humano. Debe saber siempre comprender y perdonar aun cuando hay que corregir. Se deben tener todas esas virtudes que los hombres aprecian, como la sinceridad o la laboriosidad. Todas estas virtudes hacen que la convivencia sea familiar y humana.

– ¿Piensa que estas características se están inculcando en los seminarios?

– Se intentan inculcar, pero, obviamente, hay fallos. En estos momentos, la formación fundamental que nos falta es humana y sobrenatural. La intelectual se cuida más en estos últimos tiempos, mientras que la pastoral se adquiere con la práctica.

– ¿Cómo definiría esa dimensión sobrenatural y cómo debería ser desarrollada?

– Es la identificación con Cristo. Supone decir: voy a entregar toda mi vida a Cristo, por tanto, para mí, Él va a ser el centro de mi existencia, con esa nota específica añadida que supone el celibato apostólico. Cristo va a ser también la fuente de mis afectos, de mis sentimientos y, por tanto, voy a tener una unidad con Cristo fuerte y duradera. El Papa hablaba en su homilía del 5 de febrero de la perseverancia, que es fundamental en la misión sacerdotal. Esta debe ser duradera, para toda la vida. Esa es la dimensión sobrenatural. (…)

– Una de las consecuencias más duras de esos problemas humanos a los que se refiere [afectivo o sexual] son los abusos sexuales. ¿Cómo piensa que se puede acabar para siempre con este problema?

– La solución la está dando Benedicto XVI, que nos ha dicho que seamos tremendamente valientes en esto. Hay que afrontar los casos de pedofilia con sinceridad y valentía, cooperar con las autoridades civiles y atajar la cuestión desde sus inicios. En el momento en que surgen los primeros indicios de que hay abusos, la autoridad eclesiástica se lo tiene que tomar muy en serio y realizar una investigación, la cual permite tener un cuadro claro de la situación. Nunca un abuso o una denuncia debe quedar en el vacío. Ha de investigarse siempre. Los casos que se han dado son pocos si se ponen en referencia con el número total de sacerdotes, pero es que no se puede dar ninguno. Nuestro trabajo pastoral y nuestra misión es de tal delicadeza y amor hacia los hombres que no se puede aprovechar para cometer abusos.

En el nº 2.744 de la revista Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la entrevista completa.

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