Tiempo para pastores

El gobierno del Presidente Juan Manuel Santos ha llamado al sacerdote eudista Camilo Bernal a dirigir el omnipresente Sena, institución que por lo que dice la propaganda oficial, hace toda clase de capacitaciones, formaciones y de pronto hasta milagros. Y maneja un presupuesto de muchos ceros a la derecha. Interesante que el Presidente haya puesto sus ojos en un sacerdote, pero más interesante es el hecho de que el llamado haya aceptado. Es que hace rato los pastores católicos andamos como acomplejados metidos en las sacristías y haciendo pequeñas tareas que no parecen tener mucho eco en la comunidad nacional. Tal vez nadie le ha contado al clero de hoy en día quienes fueron sus predecesores en la misión en esta tierra que lleva sobre sí el rótulo de Colombia.

La verdad es que buena parte de la historia importante de esta nación ha sido el fruto del trabajo y de las ideas de muchos pastores, léase sacerdotes y obispos, de la Iglesia católica, unos oriundos de Colombia, otros venidos de otros lares. El gran defensor de los indios, Bartolomé de las Casas, el custodio de la raza negra, Pedro Claver, el firmante del acta de independencia, Andrés Rosillo,  los fundadores de las primeras universidades, padres dominicos y jesuitas, el arzobispo Cristóbal de Torres, los rectores ilustres de las mismas, Rafael María Carrasquilla, Castro Silva, Félix Restrepo, el promotor de la caridad con alcance nacional, Rafael García Herreros, el redentor de los niños de la calle en Bogotá, Javier de Nicoló y muchos más, todos eran y son sacerdotes y obispos de la Iglesia católica. Tal vez la clave de su gran cosecha pastoral no haya sido otra que el haber identificado claramente una gran necesidad de la nación y ponerse al frente de una respuesta eficiente y duradera.

A pesar de todas las apariencias en contrario, esta nuestra época es una gran oportunidad para los buenos pastores. ¿O es que la sociedad colombiana no está llena de necesidades de toda índole, muchas de las cuales apenas sí encuentran quién las atienda debidamente? Hay mil campos para los pastores buenos que tengan ganas de trabajar de sol a sol. Ancianos, indigentes, campesinos, migrantes, desplazados, enfermos, son algunos de los grupos de personas que claman en voz alta por una asistencia y apoyo. Campos como la educación, la salud, el bienestar social, la vida matrimonial y familiar, la pastoral juvenil, las fuerzas armadas y la burocracia estatal, los medios de comunicación, estos y otros más, se ven claramente necesitados de presencia pastoral. Pero por momentos parece que los pastores estuviéramos más en plan de retirada que de acompañamiento.

¿Por qué anda tan perdido el clero respecto de las grandes obras? Difícil responder. Acaso los problemas de los últimos años nos han arrinconado. Puede ser que la formación actual de los sacerdotes esté idealizando una especie de miniaturismo pastoral. Quizás no haya en el panorama de la Iglesia actual colombiana esos grandes hombres que con su tesón y entrega se convirtieron en ejemplos preclaros para sus propias generaciones y las venideras. Podría ser que los sacerdotes y obispos de estos tiempos que corren estén en proceso de reacomodamiento en una sociedad cambiante. Como quiera que sea, parece que esa fuerza social llamada clero no tiene hoy en día todas las calderas encendidas para acelerar y dar mayor potencia a las inmensas posibilidades que se encuentran en el panorama  para el trabajo de los pastores.

Tal vez no exista ninguna persona a la que le preocupe la nación que no piense que estamos urgidos de obras grandes en todo sentido. Ya no sirven carreteras de dos carriles, no bastan dos canales privados, no es suficiente que los jóvenes hagan solo bachillerato, no sirve que la selección Colombia solo tenga un juego bonito. Añadamos, entonces, que es insuficiente el clero metido voluntaria o involuntariamente en las sacristías. Debe recuperar la grandeza en sus propósitos y debe ser más ambicioso en su misión de intentar construir un mundo según los parámetros del Reino de Dios. No tanta humildad, por favor. VNC

Texto : Rafael de Brigard Merchán, Pbro

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