Modelando los rostros de la fe

La saga familiar de los Aznarez lleva 65 años consagrada a la imaginería religiosa

(Victoria Lara) Aún están frescas en la memoria de muchos las impresionantes imágenes del interior del templo de la Sagrada Familia de Barcelona durante la ceremonia de consagración oficiada por el papa Benedicto XVI en su reciente visita a España. El propio Pontífice destacó el significado de esta obra de arte como “un signo visible del Dios invisible”, poniendo de relieve que la belleza puede ser un excelente medio para acercarse al Creador.

En ello creen también los maestros artesanos de Arteaznarez, un taller madrileño de imaginería religiosa que lleva 65 años modelando los rostros de la fe que llenan las paredes y las hornacinas de capillas, iglesias y catedrales de todo el mundo.

“La persona con sensibilidad artística o con un sentimiento religioso es capaz de captar que una imagen, una pintura, no es simplemente un objeto decorativo; percibe que tiene algo más”, asegura Jorge Fernández Benítez, uno de los hijos de José Luis Fernández Aznarez, que fue quien abrió el taller, allá por el año 1963, tras concluir su formación en distintas escuelas de Bellas Artes y talleres de escultura.

Se trata de una empresa eminentemente familiar. “Desde pequeños, mostramos cualidades naturales para el dibujo y el modelado; recuerdo la emoción que sentía cuando mi padre nos llevaba a los museos o al taller de imaginería donde trabajaba”, explica Jorge, quien no oculta la admiración que siente hacia su progenitor.

Vuelve la imaginería clásica

En lo que se refiere a los estilos artísticos, parece que recientemente ha vuelto el gusto por una imaginería más clásica. “Tras la Guerra Civil se realizaron numerosas imágenes con materiales baratos, como la pasta de madera, para reponer todo lo destruido; posteriormente, hubo un periodo en el que la escasa decoración de los templos demandaba pocas imágenes y con estilos simplificados, casi sin policromía. En los últimos años se han vuelto a valorar las imágenes religiosas, recuperando formas y policromías con estilos más ricos y tradicionales”, afirma el artista.

Volviendo al referente del templo de la Sagrada Familia de Antonio Gaudí, Jorge asegura que sí es importante ser creyente para llegar al corazón de quienes contemplan una creación artística. “Creemos que sí, porque debe de emocionar primero al que la realiza. Una obra sacra puede ser técnicamente perfecta, pero si no expresa la fe, pierde su sentido”.

Más información, en el nº 2.739 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, puede leer el reportaje completo aquí.

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