Previenen pérdida del patrimonio cultural en arte religioso

Cuando no es robado, se vende para solucionar sostenimiento de parroquias

Texto : VNC – Fotos: VNC

Se estima que cerca del 80 por ciento del patrimonio cultural y artístico del país estaría en manos de la Iglesia católica. No obstante, las nuevas generaciones de religiosos ignoran casi por completo, el valor de lo que estaría en sus manos y que a veces venden para responder a problemas económicos del templo a su cargo.  Por esta razón, este año desde el Departamento de Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal se pretende desarrollar y articular una serie de talleres de formación por regiones para sacerdotes, religiosas, seminaristas y todo aquel que se interese o relacione con el tema.

Será por cohortes y en un proceso largo que implicará integrar a pintores reconocidos, músicos y escultores.

El desconocimiento entre sus representantes más jóvenes sobre lo que la Iglesia posee a ese nivel ha hecho de cada templo, de cada parroquia, un lugar que pese a lo sagrado es vulnerable y de fácil acceso para las mafias internacionales, que roban y venden cualquier obra de arte en el exterior. “En general la mayoría de los párrocos, vicarios parroquiales, religiosos y religiosas no tienen conciencia. No se trata de una mayoría, pero en particular los más jóvenes, no han sido formados para la protección, mantenimiento, valoración y difusión del patrimonio”, explicó un funcionario –quien omitió su nombre-,  cercano al segundo convenio que celebró la CEC con el Ministerio de Cultura para proteger el arte religioso colombiano.

En los currículos académicos de los seminarios e incluso de las facultades de filosofía y teología, no está incluido el tema o si lo está, es muy limitado. A juicio de algunos, buena parte de este patrimonio -representado en cuadros, piezas y en general objetos de culto-,  corre peligro de desaparecer paulatinamente  sin que la mayoría se entere si no se previene a tiempo.

Debilidad en la custodia

En Colombia se ha tratado de organizar con las Parroquias un sistema de información para que en el momento de un robo éste sea denunciado ante la Fiscalía. Sin embargo y para lamento de muchos, no siempre se hace. Y en muchos templos no existen inventarios, que es uno de los mayores problemas en la defensa del patrimonio religioso del país y en el que se va a trabajar con el convenio suscrito. A esto se agrega que “ha habido un gran descuido de párrocos, vicarios parroquiales y religiosas que han abandonado muchas obras, las han vendido por problemas de  sostenimiento y otros han sido víctimas de robo por parte de las mafias de arte que negocian las obras, incluso antes de robárselas”, confirmó la misma fuente.

Tampoco se trata de una acción generalizada, pues los superiores mayores de las grandes comunidades religiosas que tienen obras, y los obispos en general, son más cuidadosos y tienen en sus distintas comunidades y jurisdicciones personas que saben de archivística, bibliotecología y museología. Varias de estas comunidades tienen museos (privados) de gran interés que es el caso de la Arquidiócesis de Popayán, los padres agustinos en Bogotá, los franciscanos en Tunja y los Jesuitas, entre otros ejemplos.

A lo largo de la historia, la Iglesia se ha caracterizado por ser una de las mayores protectoras del patrimonio cultural y artístico y por supuesto, especialmente religioso. Por esa actitud, se salvaron múltiples bienes muebles e inmuebles de toda índole en Europa. En monasterios y conventos se guardaron con gran celo muchas obras de arte. En ello se empeñaron igualmente los Papas, quienes en todo tiempo valoraron toda clase de arte, literatura, música, pintura y escultura. Esa misma actitud se ha mantenido en América Latina.

“Los efectos de la postmodernidad han mostrado como si todos esos valores no se debieran tener en cuenta por atender problemas sociales más graves, esto también llevó a pensar que todo lo de la protección del arte, sería  cosa de burgueses que no piensan en los pobres y eso es un error de hoy”, manifiesta el director del Departamento de Educación y Cultura de la CEC, el franciscano Héctor Lugo, quien agregó que “se necesita no solo respetar y valorar lo antiguo que tenemos, sino buscar nuevas expresiones artísticas a todos los niveles”.

Una de las razones principales para actuar de modo decidido y en coordinación con el gobierno nacional es que para la Iglesia es tan vital como útil evangelizar desde el arte y, por la misma razón, necesita recuperarlo, valorarlo y protegerlo, porque en esencia es un medio poderoso para evangelizar.

La característica de los bienes

La riqueza artística y cultural de las comunidades religiosas y en general de la Iglesia, no se limita a objetos, cuadros y esculturas. Va más allá. Hay que contar también con capillas, catedrales, basílicas mayores y menores, monasterios, conventos, palacios episcopales, algunas casas curales, así como cementerios. A ello, se suman igualmente los archivos de las jurisdicciones, en donde hay libros de coro, música de la época de la conquista y la colonia, bibliotecas con obras antiguas de algunas universidades (Javeriana de Bogotá, San Buenaventura de Bogotá y Cali, Santo Tomás de Bogotá, la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, la Universidad del Rosario). Como también hay otras que guardan, libros incunables. Se tiene todo lo que es relativo también a retablos, ornamentos y paramentos, vestiduras litúrgicas, instrumentos musicales, cartas de intercambio con la Santa Sede, presidentes de la República (Se conservan cartas de puño y letra de Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño y Simón Bolívar, entre otros próceres).

Con este escenario, se tiene previsto que los talleres de formación se impartan  y sean mucho más especiales en las zonas o áreas en donde hay  mayor concentración de este patrimonio. Eso significaría que las zonas metropolitanas de las principales ciudades serán el foco de la línea de talleres.

Lo presupuestado para la formación

En materia de costos, el tema dependerá de los proyectos que se  elaboren conjuntamente con el Ministerio de Cultura. Se sabe que no hay presupuesto en la Iglesia, pero sí hay la imaginación y conocimiento suficientes para buscarlo y encontrarlo con tal de evitar que se pierda aquello tan valioso; con mayor razón, cuando  se pretende sacar una empresa de esta naturaleza adelante. Así pues, se buscarán recursos entre los empresarios y otros organismos que se interesan por la defensa del arte y la cultura. Se sabe que hay un  estatuto tributario que grava con un porcentaje de IVA para la cultura a la telefonía celular y obliga a las compañías de teléfonos a pagar un impuesto para la defensa de las culturas en todas sus expresiones desde 2007, recurso legal que se reforzó el año pasado. Y como se cuenta con leyes y decretos que proponen estímulos y deducción de impuestos a las empresas que colaboren en la defensa del patrimonio el objetivo será aprovechar este escenario.

Paralelamente desde el Departamento de Educación y Cultura de la CEC, se está organizando una gran exposición de arte sagrado para este año en Bogotá y con la ayuda de expertos en el tema. Todo estará girando alrededor del Bicentenario y sobre esto están igualmente interesados el Ministerio de Cultura, el Museo Nacional, curadores, antropólogos y sacerdotes conocedores de los temas. Se han realizado ya algunas reuniones para consolidar la iniciativa. Por lo pronto, se está analizando la probabilidad de hacerlo sobre ejes temáticos así: Lo cristológico, lo mariano, lo eucarístico y los santos más populares y conocidos de Colombia.

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