El arzobispo de Irlanda vuelve a pedir perdón

Se cumple un año de la publicación del ‘Informe Murphy’ que destapó el escándalo

Víctimas de abusos, en la presentación del 'Informe Murphy' en noviembre de 2009

(M. Gómez) “La Archidiócesis de Dublín falló al no reconocer el robo de la infancia que las víctimas soportaron y falló en su respuesta a los supervivientes cuando ellos tuvieron el coraje de avanzar, componiendo el daño hecho a su inocencia. Para ellos ninguna palabra de perdón será nunca suficiente”. Lo dijo el arzobispo Diarmuid Martin al conocerse los abusos sexuales a menores realizados por sacerdotes y religiosos de Dublín entre 1975 y 2004, recogidos en el Informe Murphy el 26 de noviembre de 2009, y, un año después, ha vuelto a repetir sus disculpas.

En un comunicado emitido el pasado día 25, Martin lamenta que la diócesis falló no sólo a las víctimas y a sus familias, sino “a sí misma y a la sociedad, al intentar ocultar las pruebas”. Es consciente de que los daños causados “pueden durar toda la vida”, y advierte contra dos factores que hacen que la herida se vuelva a abrir: la aparición de más historias de abusos y “los comentarios o acciones insensibles por parte de las autoridades eclesiales”.

“Si miro un año atrás, veo con más claridad que la catastrófica manera en la que los abusos fueron tratados era un síntoma del profundo malestar en la Iglesia irlandesa. Ésta se había dejado ir a la deriva, hacia una posición donde su papel en la sociedad había crecido más de lo que era legítimo. Actuaba como en un mundo aparte. Se hizo egocéntrica”, reflexiona el arzobispo.

Mirando hacia delante, Martin considera que hay que reforzar las medidas de salvaguarda de los niños, si bien matiza: “Éstas sólo funcionan en el contexto de una Iglesia renovada. La Iglesia no es una vaga agencia de moralización (…). Permitir que la vida sacramental de la Iglesia se convierta en un tipo de vaga celebración social es permitir que la verdadera identidad de la Iglesia se distorsione. Necesitamos urgentemente una nueva evangelización”.

“Profunda renovación”

Precisamente ése es el objetivo de la visita apostólica ordenada por Benedicto XVI y que comenzó el pasado 12 de noviembre: “No será una investigación sobre los casos individuales de abuso, ni un proceso para juzgar los acontecimientos del pasado”, sino para acompañar a la Iglesia local, seminarios y comunidades religiosas “en el camino de profunda renovación espiritual” y “verificar la eficacia de los procesos actuales” de respuesta y la asistencia actual a las víctimas, se explica desde el Vaticano.

En el nº 2.734 de Vida Nueva.

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