Publicadas las conclusiones de la visita apostólica a la Iglesia en Irlanda

cardenal Seán Brady, Armagh, Irlanda

Se constatan “cambios profundos” en el modo de afrontar los abusos

cardenal Seán Brady, Armagh, Irlanda

El cardenal de Armagh, Seán Brady, en una reciente oración por las víctimas

MARIA GÓMEZ | Cuando se cumple el segundo aniversario de la Carta a los católicos de Irlanda (19-03-2010), la Santa Sede ha publicado las conclusiones de la visita apostólica que Benedicto XVI ordenó después de conocerse los atroces crímenes de abusos sexuales a menores durante décadas por parte de sacerdotes y religiosos. Entre las principales conclusiones, destaca la constatación de la insuficiente respuesta dada por obispos y superiores.

En la nota del 20 de marzo con las conclusiones y varias recomendaciones de la Santa Sede y de los dicasterios implicados en la visita, se “reafirma la consternación” y la “cercanía que en repetidas ocasiones” el Papa ha manifestado a las víctimas.

La visita apostólica, de noviembre de 2010 a junio de 2011 y centrada en las cuatro archidiócesis (Armagh, Dublín, Cashel y Emly, y Tuam), los institutos religiosos y los seminarios, ha constatado “la gravedad de las faltas que dieron lugar en el pasado a una comprensión y una reacción insuficientes, incluso por parte de los obispos y superiores religiosos, al terrible fenómeno del abuso de menores”.

A favor las víctimas

No obstante, también se evidencian, a partir de los años 90, “avances decisivos que han desembocado en una mayor conciencia del problema y en cambios profundos en la manera de afrontarlo”. En esta línea, se recomienda que obispos y superiores religiosos “prosigan con su empeño de acogida y asistencia a las víctimas de abusos”.

La nota vaticana cita algunas de las Directrices establecidas en el documento Safeguarding children de 2008 (elaborado por una comisión de inspectores de distintas entidades): la participación de los fieles y las estructuras eclesiásticas en la prevención y formación, la colaboración con las autoridades civiles y la constante referencia a la Congregación para la Doctrina de la Fe en “asuntos de su competencia”.

“Dichas normas –explica el comunicado– han demostrado ser una herramienta eficaz para tratar las denuncias de abusos y aumentar la sensibilidad de toda la comunidad cristiana”. Estas directrices se actualizarán y revisarán periódicamente.

El National Board o Consejo Nacional para la Salvaguardia de los Niños de la Iglesia católica irlandesa (NBSCCC) tiene ante sí una tarea “profunda y de largo alcance”. Los visitadores califican de “especialmente útil” la verificación que esta ha realizado de la aplicación de las Directrices en varias diócesis e institutos, y recomiendan que ese proceso de verificación cubra “lo antes posible” el resto, “y que se repita con regularidad”.

Por otra parte, a partir del documento Interim Guidance, publicado el pasado enero por el National Board, y en colaboración con este, los obispos y superiores deberán elaborar una normativa para tratar “los casos de sacerdotes o religiosos que hayan sido acusados, pero contra los que el fiscal haya decidido no proceder”.

Igualmente, tendrán que establecer normas para facilitar el regreso al ministerio de aquellos que hayan sido acusados falsamente, y para proporcionar la “adecuada atención pastoral” a quienes hayan sido declarados culpables.

De la visita a los seminarios se concluye “el compromiso de los educadores y los seminaristas, y la atención prestada a su formación intelectual, humana y espiritual”. “En los seminarios están en vigor normas claras de tutela de los menores”, se asegura. Y se recomienda que la formación se inspire en “una auténtica identidad sacerdotal”, que los obispos se impliquen más en la gestión de los seminarios y que los criterios de admisión sean “más coherentes”.

En cuanto a los institutos religiosos, se propone que establezcan un programa trienal para profundizar en su carisma fundacional y su fuentes. “Los institutos están invitados a asegurar una apertura pastoral a los que sufren las consecuencias de abusos”, se añade.

Comunión eclesial

A pesar de las “muchas heridas”, los visitadores aprecian la “permanente vitalidad de la fe del pueblo irlandés”. Otro signo de esperanza es “la vasta implicación de sacerdotes, religiosos y laicos en establecer estructuras de tutela de los menores”. En este contexto, se lanza un llamamiento a la comunión eclesial.

Finalmente, se anuncia que la Santa Sede y el Episcopado irlandés han iniciado una reflexión conjunta sobre la configuración actual de las diócesis, para hacer las estructuras diocesanas más idóneas para responder a “la misión actual de la la Iglesia en Irlanda”.

En el nº 2.794 de Vida Nueva.

 

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