‘Verbum Domini’, una exhortación para entender y vivir la Palabra

El Papa presenta el documento conclusivo del Sínodo de 2008, con la visita a España todavía en la retina

(Antonio Pelayo– Roma) “Desde España, una esperanza para Europa”, titulaba el 11 de noviembre L’Osservatore Romano el discurso que Benedicto XVI pronunció el miércoles 10 haciendo balance de su visita a Santiago de Compostela y Barcelona. Desde Juan Pablo II es ya tradicional que el Papa comente sus viajes ante los fieles que acuden a la audiencia general de cada miércoles. El de España no podía ser una excepción, y he de decir que pocas veces he visto al Pontífice tan satisfecho y feliz de su estancia en un país. “Desde la ceremonia de bienvenida –dijo– he podido experimentar el afecto que las gentes de España tienen al Sucesor de Pedro. Me han acogido verdaderamente con gran entusiasmo y calor”.

Benedicto XVI, en la audiencia del día 10

Calificó de “imponente” la Catedral de Santiago y reconoció la “emoción” que sintió al abrazar la estatua del Apóstol y “la gran alegría” de celebrar la Eucaristía en el Obradoiro, mientras meditaba el sentido profundo del Camino: “En los momentos de desconcierto, de búsqueda, de dificultades, los peregrinos de Compostela recorren un profundo itinerario de conversión a Cristo, que ha asumido en sí la debilidad, el pecado de la humanidad, las miserias del mundo, llevándoles allí donde el mal ya no tiene poder”.

Para Joseph Ratzinger, “Compostela es un lugar espiritualmente extraordinario que continúa siendo punto de referencia para la Europa de hoy en sus nuevas configuraciones y perspectivas. Conservar y reforzar la apertura a lo trascendente, así como el diálogo entre fe y razón, entre política y religión, entre economía y ética, permitirá construir una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, pueda responder plenamente a su propia vocación y misión en el mundo”.

“Espléndida” Sagrada Familia

No son menos entusiastas sus comentarios sobre Barcelona y la Sagrada Familia, “cuya grandiosidad y belleza invitan a elevar la mirada y el ánimo hacia arriba, hacia Dios”. Que el templo, cuya dedicación presidió, dejó al Papa con la boca abierta, lo sabíamos ya los que tuvimos la suerte de acompañarle, pero, al recordarlo, lo califica de “obra espléndida, riquísima de simbología religiosa, preciosa por el trenzado de sus formas, fascinante con sus juegos de luces y de colores, como si se tratara de una inmensa escultura en piedra, fruto de la fe profunda, de la sensibilidad espiritual y del talento artístico de Antonio Gaudí”.

Como si estas expresivas alabanzas le parecieran pocas, añadió: “La extraordinaria capacidad expresiva y simbólica de las formas y motivos artísticos, así como las innovadoras técnicas arquitectónicas y escultóricas evocan la Fuente suprema de toda belleza. El famoso arquitecto consideró este trabajo como una misión en la que estaba involucrada toda su persona. Desde que aceptó el encargo de realizar la construcción de esa iglesia, su vida quedó marcada por un cambio profundo (…). Puede decirse que mientras Gaudí trabajaba en la construcción del templo Dios construía en él un edificio espiritual”.

Finalmente, también dijo que había rezado intensamente por las familias y por los que sufren la crisis. “He tenido presentes al mismo tiempo a los jóvenes que me han acompañado durante toda la visita en Santiago y Barcelona con su entusiasmo y su alegría, para que descubran la belleza, el valor y el compromiso del matrimonio en el que un hombre y una mujer forman una familia que con generosidad acoge la vida y la acompaña desde la concepción hasta su fin natural. Todo lo que se hace para sostener al matrimonio y la familia, para ayudar a las personas necesitadas, todo lo que acrecienta la grandeza del hombre y su inviolable dignidad contribuye al perfeccionamiento de la sociedad. Ningún esfuerzo en este sentido es vano”.

En el saludo que dirigió en castellano a los españoles presentes en el aula Pablo VI, animó a los “fieles de esas nobles tierras a que aviven su fe y la transmitan con valentía siendo cristianos como ciudadanos y ciudadanos como cristianos”, y recordó que volverá a España el próximo año para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.

La exhortación postsinodal

Gianfranco Ravasi

El día 11 tuvo lugar la presentación de la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, que recoge las conclusiones de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (Roma, 5-26 de octubre de 2008), sobre La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. En la presentación del documento intervinieron el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, recientemente nombrado cardenal, y el secretario del Sínodo, monseñor Nikola Eterovic. Éste hizo una pormenorizada descripción del documento, más de 200 páginas en su versión española, dividido en tres partes, más una introducción y una conclusión con la síntesis de las ideas más importantes.

Como sucede con frecuencia, la extensión del documento no permite un acercamiento comprensivo y mis colegas periodistas suelen quedarse con los flecos. Varios han coincidido en destacar las observaciones sobre las homilías (número 59): “Se han de omitir homilías genéricas y abstractas, que ocultan la sencillez de la Palabra de Dios, así como inútiles divagaciones que corren el riesgo de atraer la atención más sobre el predicador que sobre el corazón del mensaje evangélico. Debe quedar claro a todos los fieles que lo que le interesa al predicador es mostrar a Cristo, que debe ser el centro de toda homilía”.

Como recordarán los que siguieron el Sínodo, Benedicto XVI tuvo, aquel 14 de octubre, una importante intervención en el aula sinodal sobre el delicado tema de la hermenéutica de la Sagrada Escritura en la Iglesia. A este asunto se le consagran en esta exhortación casi 40 páginas (nn. 29-49) que conviene leer con atención porque representan el estado actual de una cuestión crucial, entre otras cosas, para el diálogo ecuménico. “La orientación dada a la hermenéutica bíblica –dijo el cardenal Ouellet en su relación– es clara y constructiva, situando a la ciencia bíblica, exegética y teológica dentro y al servicio de la fe de la Iglesia. Las ciencias sagradas, sean éstas filológicas, literarias, históricas, patrísticas o especulativamente teológicas, no pueden hacer abstracción de la fe de la Iglesia en ningún momento de su desarrollo y de su metodología”.

El cardenal canadiense reconoce que la exhortación postsinodal (que acoge las 55 propuestas elevadas al Santo Padre) no agota la materia y quedan aún cuestiones que deben ser profundizadas: los temas de la inspiración y de la verdad de las Escrituras, la sacramentalidad de la Palabra de Dios, la relación entre mariología y teología de la Palabra, la apertura a las mujeres del ministerio del lectorado (que, según Ouellet, el Papa está estudiando)…

Si se nos permite individualizar un tema tratado en la exhortación y que nos concierne cada vez más a todos, señalaría el de Internet, que “representa un nuevo foro para hacer resonar el Evangelio”, pero sobre el que se observa que “el mundo virtual nunca podrá reemplazar el mundo real y que la evangelización podrá aprovechar la realidad virtual que le ofrecen los new media para establecer relaciones significativas sólo si llega al contacto personal, que sigue siendo insustituible. En el mundo de Internet, que permite que millones y millones de imágenes aparezcan en un número incontable de pantallas en todo el mundo, deberá aparecer el rostro de Cristo y oírse su voz , porque ‘si no hay lugar para Cristo, no hay tampoco lugar para el hombre’”.

Tema éste similar al que ha debatido, del 10 al 13 de noviembre, el Pontificio Consejo de la Cultura, Cultura de la comunicación y nuevos lenguajes, y que ha suscitado, bajo la dirección de Gianfranco Ravasi, un animado coloquio. Han participado artistas como el realizador cinematográfico Roland Joffé, el compositor Ennio Morricone, especialistas de los medios y obispos como el de Ratisbona, Gerhard Ludwig Müller.

En el discurso que les dirigió el sábado 13, Benedicto XVI reconoció las dificultades existentes para comunicar el mensaje evangélico dentro de la misma comunidad eclesial, pero “los problemas parecen aumentar cuando la Iglesia se dirige a hombres y mujeres lejanos o indiferentes a una experiencia de fe, a los que el mensaje evangélico les llega de modo poco eficaz y atractivo. En un mundo que ha convertido la comunicación en la estrategia vencedora, la Iglesia, depositaria de la misión de comunicar a todas las gentes el Evangelio de la salvación, no permanece indiferente o extraña; busca, por el contrario, servirse, con renovado empeño creativo pero también con sentido crítico y discernimiento atento, de los nuevos lenguajes y de las nuevas modalidades de comunicación”.

Visita apostólica a Irlanda

El 12 de noviembre la Santa Sede ha confirmado el inicio de la visita apostólica a Irlanda, que tendrá como objetivo las cuatro archidiócesis metropolitanas, sus seminarios y las casas religiosas. “Dada la delicada naturaleza de la materia en cuestión [los abusos sexuales] y a causa del respeto por las personas implicadas, los visitadores mantendrán una gran reserva y no concederán entrevistas durante la primera fase de la visita”, se lee en el comunicado vaticano.

Éste da diversas sugerencias para que la visita apostólica se desarrolle sin perturbar la vida normal de las diócesis, favoreciendo el contacto de cuantos lo deseen con los visitadores y facilitando la confidencialidad de las conversaciones y las informaciones que les suministren; pero se hace observar que si se trata de denunciar casos hasta ahora no conocidos, la denuncia debe hacerse no a los visitadores, sino a los ordinarios a los que corresponda.

JAVIERRADA, por Antonio Pelayo

No es una errata de imprenta ni estas líneas están destinadas a glosar la histórica convocatoria navarra que honra a san Francisco Javier. Se me ha ocurrido, por el contrario, titular así el homenaje que ha rendido la Embajada de España cerca de la Santa Sede a José María Javierre poco antes de que se cumpla el primer aniversario de su muerte. No ha sido –él no nos lo hubiera perdonado nunca– un acto académico, sino una reunión de amigos a los que nos duele todavía su ausencia.

Los cuatro oradores que intervinieron han acompañado en su fecunda existencia como periodista, historiador, hagiógrafo y sacerdote a Javierre “el malo” (para distinguirle de “el bueno”, su hermano, el arcangélico cardenal muerto en 2007), y nos lo han contado con palabras emocionadas: el cardenal Carlos Amigo, su arzobispo en Sevilla; Joaquín Luis Ortega, que compartió con él etapas romanas y faenas periodísticas; el periodista Antonio Lorca, capaz de arrancarle unas “memorias” al que fue su director en El Correo de Andalucía, y Lope Rubio, sacerdote operario diocesano, como el homenajeado, que nos trazó su perfil más íntimo. A todos les presentó el embajador Francisco Vázquez, que destacó la excepcional contribución de Javierre a la presencia de la Iglesia en la sociedad española a través de los medios de comunicación.

Si yo hubiera tenido ocasión de intervenir, habría insistido en su polivalente capacidad de conciliar lo aparentemente irreconciliable: ser aragonés y andaluz al mismo tiempo, conservador en lo fundamental e iconoclasta en lo opinable, amigo de tirios y troyanos, sin una perra siempre y distribuyendo dinero a diestro y siniestro, piadoso y bromista, fiel en la amistad y capaz de dejarte alguna rara vez en la estacada, ingenuo y sableador. Una personalidad irrepetible y seductora que nos ha dejado miles de páginas para consolarnos con su lectura y una nostalgia por su ausencia que sólo se curará cuando volvamos a encontrarnos “con todos los santos y santas de la corte celestial”, de muchos de los cuales fue excelso biógrafo.

apelayo@vidanueva.es

Más información en el nº 2.730 de Vida Nueva.

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