Las observaciones de los obispos que recibieron un Premio Nacional de Paz fuera de concurso

Por la vía de las armas sería menos duradera y efectiva para la sociedad colombiana, expresaron

Monseñor Luis Augusto Castro; Monseñor Leonardo Gómez; Monseñor Nel Beltrán

(Texto : Jimmy Escobar G.- Fotos: Cortesía Fescol) Fueron 114 postulaciones las que se recibieron para el Premio Nacional de Paz en su versión 2010,  promovido por la Fundación Friedrich Ebert Stiftung en Colombia -FESCOL- y que en su sesión plenaria de 2010  llevó a su jurado a considerar  para una cuarta mención de carácter honorífico y fuera del concurso a estos tres hombres: Monseñor Luis Augusto Castro, actual obispo de Tunja; Monseñor Nel Beltrán, obispo de Sincelejo y Monseñor Leonardo Gómez Serna, obispo de Magangué; religiosos a quienes los colombianos han visto codearse con el peligro en su trabajo por lograr  justicia,  equidad y  paz en distintas épocas y zonas del país.

Los tres expresaron su percepción sobre este reconocimiento recibido el pasado 24 de noviembre. En diálogo con Vida Nueva Colombia dos de ellos (Monseñor Beltrán y Monseñor Gómez) coincidieron en advertir que una paz lograda por las armas no tendría efectos en la sociedad colombiana y duraría menos en el tiempo. Por su parte Monseñor Castro, exaltó que un proceso inicial pero discreto puede ofrecer mejores resultados que cuando se ha hecho público.

Monseñor Luis Augusto Castro. Obispo de Tunja

A nivel personal es muy grato el reconocimiento a un esfuerzo de años que se está haciendo, pero más importante que eso, es lo que este acto debería ser en términos más sociales, es decir, estamos en un momento en el que el tema paz está muy opacado; en que el tema diálogo por la paz no se puede casi ni pronunciar, entonces, volver a poner en primer plano todo lo que tiene que ver con la paz es importantísimo pero en el primer plano nacional, para toda la sociedad; estamos pensando que ya no hay necesidad de este desafío tan grande que tenemos. Por eso me parece que puede ser mucho más significativo socialmente que lo que puede ser a nivel personal.

Evidentemente que este gobierno ha creado un clima de reconciliación muy diferente a lo que era antes, estoy seguro que en forma muy reservada se estará haciendo algo… creo que toda la línea de este nuevo gobierno va llevando a eso. Y conociendo a personas como Angelino Garzón, estoy seguro que va a salir algo adelante… lo que pasa es que todo lo concerniente al proceso de paz,  tiene que ser muy discretamente llevado para que resulte algo verdaderamente válido. Porque hay cosas que deben tener su proceso de maduración y tienen que ser secretas. Y  llega un momento en que claro, se hace público, pero ya está robustecido y quienes puedan estar contra ello, cuando ya la propuesta es fuerte,  ésta resiste y tendrá apoyo de otros, pero estas cosas hay que empezarlas siempre con mucha reserva, en esto todo es posible, precisamente por eso es que el tema es muy reservado.

Monseñor Nel Beltrán. Obispo de Sincelejo

Lo resumiría así, esto significa (el premio) que si yo miro la vida, en todos mis 47 años de sacerdocio, una causa central y primaria ha sido la paz y recordaba ese pensamiento de Kierkegaard que dice: el hombre será feliz, el día que encuentre una razón por la cual valga la pena vivir y morir.  Y yo digo que la paz es una razón por la cual vale la pena vivir, arriesgar la vida  y morir, como lo decía Kierkegaard.  Creo que el problema más grave para la paz en Colombia es que ha sido anhelada por muchísimos colombianos pero no la han puesto en su ethos; en su cultura, en su corazón  y por eso esperan que la paz la construyan el ejercito, las guerrillas y resulta que hay que llegar a la comprensión de que la paz es una posibilidad, un deber y una responsabilidad ciudadana. El día que todos lo asumamos la paz llegara más presto.

La paz que se busca con los ejércitos, habla de una paz romana, que es la paz de los sepulcros, o es la paz armada,  aquella que le permite a uno caminar por el campo porque muy cerca están los soldados;  pero si no hubiera soldados no podría uno caminar por el campo.  La paz es una construcción social y una construcción política,  lo último que puede ser la paz es el resultado exitoso de las armas… porque la paz resultado de las armas aplaza un poco el resurgimiento de las nuevas violencias… esa no es una verdadera paz, ni punto de partida, ni punto de camino, ni punto de llegada.

Monseñor Leonardo Gómez Serna. Obispo de Magangué

Lo he recibido con alegría y gratitud. Con alegría porque es el reconocimiento que se hace a un trabajo por la paz que realiza la Iglesia, yo como obispo represento a la Iglesia y con nosotros están todos los obispos de Colombia trabajando; sacerdotes, religiosas y  laicos, estamos haciendo un trabajo muy importante en cada una de nuestras diócesis. Un trabajo callado,  que no hace ruido pero es efectivo. Estamos alegres que se reconozca ese trabajo de la Iglesia por la paz  y en lo personal muy satisfecho por cuanto he trabajado con entusiasmo y amor desde que empecé como dominico y frente a la paz. Como dominico, en mis comienzos, empecé a conocer la vida de los dominicos que  llegaron a América, entre ellos, Antonio de Montesinos, uno de los primeros que empezaron a pedir que hubiese justicia frente a los indígenas y decían: ¿Acaso ellos no son hombres? A raíz de eso me enamoré  de su trabajo y de Fray Bartolomé de las Casas, quien se convirtió a raíz de esa predicación de los frailes dominicos y  he seguido trabajando en esa línea, la  de la justicia y de los derechos humanos y veo en la Evangelización, que  Jesús vino a buscar la liberación de los pueblos; a darles oportunidades a todos como fundamento de la paz y ésta tiene fundamento en el desarrollo humano integral. Lo decía el Papa Pablo VI, en su encíclica Populorum  Progressio y en esa línea, el desarrollo es el nuevo nombre de la paz  y en ella es que viene trabajando la Iglesia en Colombia.

La paz no se consigue con las armas “la verdadera paz no es el fruto de la victoria militar de ningún grupo sino la búsqueda de la solución de las causas que provocaron la guerra”, dijo Juan Pablo II. Por eso, estamos empeñados en trabajar por el desarrollo, para erradicar la pobreza; para superar la situación de inequidad e injusticia que vive Colombia y como Iglesia tenemos que denunciar las injusticias del sistema capitalista, el sistema que oprime a los pobres; no atacamos a los ricos sino al sistema.

En el nº 17 de Vida Nueva Colombia.

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