Gaspar Quintana: “La mina de Atacama me ha abierto mucho la concepción sobre mi Iglesia”

El claretiano es el obispo de Copiapó, la diócesis chilena donde 33 mineros quedaron atrapados bajo tierra

(Luis Alberto Gonzalo-Díez, CMF) Gaspar Quintana es un misionero-obispo de 74 años. Acaba de vivir la gesta del triunfo de la solidaridad y la vida. Los mineros de Atacama son su pueblo, lo eran antes de que fuesen conocidos por haber permanecido meses bajo tierra. Está feliz porque lo puede contar y, sobre todo, porque lo pueden contar. Él lo denomina el “milagro de la fraternidad”.

– Háblenos de lo ocurrido en la mina de Atacama.

Fue una conmoción para todos. Que 33 personas estuvieran durante meses a 700 metros de profundidad conmovió a nuestra tierra y nuestras entrañas. Un hecho duro, singular y extraordinario que nos hizo caer en la cuenta de la necesidad del apoyo real más allá de diferencias de pensamiento, cultura o religión. Personalmente, me ha abierto mucho la concepción sobre mi Iglesia. Me siento impulsado y urgido a abrir puertas. En nuestra casa caben todos.

– ¿Qué hacer después de un hecho así?

Hay que volver a la normalidad. Hay que arrebatarle a la mina su tesoro y es duro. Esta experiencia que hemos vivido nos ha ayudado a entender bien nuestra limitación. Ha habido una unidad grande entre todos los grupos sociales y la Iglesia. Hemos asumido todo el dolor como una situación previa para un camino de esperanza.

¿Cómo es su diócesis?

Pequeña. Muy marcada por la geografía dura y difícil. Formamos la diócesis 260.000 personas, de las que menos de un centenar son sacerdotes y un buen grupo de religiosas. Además de un nutrido grupo de seglares. No hay nada más grande en nuestro ser Iglesia que la pluralidad. Me duele mucho cuando ésta no se entiende. Creo que se trata de falta de formación teológica cuando no se acepta y valora la pluralidad de carismas.

– ¿Dónde sitúa su esfuerzo como pastor?

Me considero un defensor de la piedad popular, porque el cuerpo grueso de la vida del pueblo está marcado por Jesucristo. Ahí tenemos que situar una teología válida del misterio cristiano.

Más información en el nº 2.727 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la entrevista íntegra aquí.

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