África, objetivo de las sectas protestantes

El fenómeno se ha extendido de manera importante por todo el continente, atrayendo a muchos jóvenes, sobre todo católicos

(José Carlos Rodríguez Soto) Kampala, 25 de junio de 2007. Las avenidas que conducen al estadio de Nambole, a las afueras de la capital ugandesa, están cortadas al tráfico para permitir el acceso de miles de personas venidas de todo el país y de la vecina Kenia. La instalación deportiva, construida con una capacidad para 45.000 personas, se ha quedado pequeña para las 80.000 almas que se han congregado para recibir al famoso pastor evangelista Benny Hinn, llegado el día anterior de los Estados Unidos en su avión privado. Esta escena, de la que este periodista fue testigo, se repite a menudo en los lugares más dispares del mundo. Hablamos de grupos que unos llaman “evangelistas”, otros “pentecostales” y muchos, simplemente, “sectas protestantes”.

Sea cual sea el nombre, es un fenómeno que ha crecido como la espuma durante las últimas tres décadas, llegando a alcanzar hoy una cifra de seguidores que muchos calculan en 400 millones. Algo más de 4.000 de sus líderes, procedentes de 197 países, se reunieron la pasada semana en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) para celebrar el tercer congreso internacional de evangelismo. Organizados alrededor de figuras carismáticas, algunos de sus super pastores figuran en las listas de las personas más influyentes del mundo. Entre ellos se cuentan, además de Hinn, Billy Graham, Joyce Meyer y Rick Warren, éste último más conocido por ser el pastor al que Barack Obama eligió para dirigir la oración el día de su inauguración presidencial.

A esta lista habría que añadir el de otros pastores procedentes de África, como Sunday Adelaja, David Oyedepo, Mamadou Karambiri y Martín Ssempa. “Sus conversos son, sobre todo, jóvenes que no están asentados en su vida personal y que se sienten atraídos por el mensaje de prosperidad fácil que predican”, dice a Vida Nueva Jean Marie Nsambu, director de la revista católica ugandesa Leadership.

Muchos miles de nuevos adeptos que nutren las filas de los grupos evangelistas en África proceden, sobre todo, del campo católico y, en menor medida, son cristianos de otras denominaciones de más tradición, como anglicanos, luteranos, bautistas y metodistas. De seguir la tendencia actual, la Iglesia católica en África podría ir camino de repetir la experiencia de América Latina, donde hace dos décadas se proclamaba con un gran optimismo que era el futuro de la Iglesia, afirmación que hoy habría que rebajar bastante.

Los ‘nacidos de nuevo’

Aunque los evangelistas –a diferencia de la Iglesia católica– no tienen una autoridad central ni un cuerpo teológico bien definido, todos ellos presentan unos rasgos comunes: el acento en la conversión personal, una lectura fundamentalista de la Biblia, que les hace repetir hasta la saciedad mensajes contra la homosexualidad o contra los idólatras (léase católicos); un proselitismo muy directo; y un convencimiento de que al dar el paso de entrar en la “Iglesia” del pastor uno queda automáticamente “salvado”. De hecho, en África, estos grupos usan dos nombres para autodefinirse: son los born again (nacidos de nuevo) y los “salvados”.

Otras de sus características tienen que ver más con las formas y la personalidad del pastor, que, dotado de grandes dotes para la comunicación de masas, se convierte en el referente moral y líder indiscutible para todo. Todos ellos suelen contar una historia muy similar: partieron de cero, eran pecadores perdidos y, además, pobres, pero un día recibieron una llamada divina –casi siempre acompañada de una visión o de una curación milagrosa– e inauguraron su ministerio con un puñado de fieles y en poco tiempo crecieron de forma espectacular, tanto en seguidores como en riquezas materiales.

Elegidos por Dios

Pero su tema estrella es lo que se ha venido en llamar el “evangelio de la prosperidad”, una versión moderna del calvinismo que identifica el éxito económico con el signo de haber sido elegido por Dios. En un continente en el que la mitad de la población vive con menos de un dólar al día, no son pocos los que están dispuestos a seguir a un líder que les prometa hacerse rico, aunque sea a costa de cambiar de confesión religiosa.

Muchos de los que se embarcan en esta aventura acaban mal. El director de Leadership ha conocido muy de cerca algunos casos: “Cuando estaba en la oficina de pastoral juvenil, una de nuestras empleadas se hizo pentecostal cuando un pastor le prometió un visado para los Estados Unidos. Hoy es su esposa y malvive en un barrio de Kampala intentando sacar adelante a sus cuatro hijos.”.

En sus declaraciones oficiales, los obispos africanos no parecen prestar mucha atención a este fenómeno. El documento final del Sínodo Africano de 2009 no hace ninguna referencia a él. Los templos católicos en ciudades y poblados de África siguen estando llenos de familias católicas, pero muchos otros, sobre todo los jóvenes, se pasan a los grupos evangelistas, donde dan rienda suelta a su entusiasmo. Un entusiasmo que, en muchos casos, acaba mal.

Más información en el nº2.727 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea el reportaje completo aquí.

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