Cien miradas a un siglo de España

La SECC y la Agencia EFE resumen en una exposición la historia y la vida cotidiana de España desde 1896 hasta nuestros días

Niñeras paseando por el madrileño parque del Retiro. EFE. Madrid, 4 de abril, 1923

(Juan Carlos Rodríguez) Ciertamente, la exposición Imágenes de un siglo: una mirada a la historia y a la vida cotidiana, como afirma Soledad López, presidenta de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales –organizadora de la muestra, con la colaboración de la Agencia Efe–, es “uno de los muchos recorridos posibles por nuestra historia durante el convulso siglo XX”. Es uno, sí, pero fiel reflejo del tiempo transcurrido y de los profundos cambios que ha vivido España.

Soldado del Cuerpo de Intendencia. 1896

Cien imágenes, cien instantes de un tiempo detenido que resumen 114 años de ver España y de ver el mundo desde España. Ese tiempo es el periodo transcurrido entre la primera fotografía, la de un joven gerundense con el uniforme de rayadillo del Cuerpo de Intendencia antes de partir a Cuba en 1896, y la última foto, en la que aparecen sombras fantasmales entre las ruinas de Haití en 2010. Un periodo que comienza trágico con el hundimiento del Maine, los últimos de Filipinas, las bodas de sangre de Alfonso XIII, Abd-El-Krim… y en los que se pasa casi al vuelo al 14 de abril de 1931 y la Guerra Civil, tragedia consumada de la triste historia de España: esa imagen del Archivo de Díaz Casariego el 20 de julio de 1936 con 30, 40 quizás, cuerpos muertos y ensangrentados, que hacen a Alfonso Armada, comisario de la muestra y autor de los pies de foto, afirmar: “No es un simulacro. No fingen estar muertos. No son extras que se van a levantar al final de la toma. Son muertos en el madrileño cuartel de la Montaña, tomado por las milicias republicanas”.

Franco, hambre, repatriados, manos alzadas, estética totalitaria, División Azul, los presos del Penal de Ocaña formando en el patio, exaltación al Caudillo en la Plaza de Oriente, son escenas retratadas por Juan Guzmán, Hermes Pato, Vidal, Carlos Pérez de Rozas, Miguel Cortés y otros fotógrafos anónimos, que encierran también una historia particular del fotoperiodismo y de la transformación desde las primeras placas a las cámaras Leica, la fotografía en color o las cámaras digitales. “Aquí están los hechos y sus protagonistas, el tiempo paralizado que muestra lo que fuimos y nos hace creer en lo que seremos si logramos darle a la imagen congelada el calor de la imaginación”, según Lola Álvarez, directora general de Efe. Alfonso Armada admite que “no fue fácil hacer la selección de estas fotos que, por una parte nos cuentan y por otra nos limitan; que, por una parte nos introducen en el túnel del tiempo y por otra nos alejan del fragor, aunque alguno de los que se asomen a esta ventanilla, gracias o por culpa de su imaginación y su sensibilidad, se puedan sentir perturbados por esta exposición tan cercana al ruido y las ruinas de la historia”. La muestra –instalada al aire libre en el Paseo de Carlos III del Real Jardín Botánico en Madrid– se sacude del torbellino trágico del primer medio siglo y, poco a poco, va dejando la historia para adentrarse en lo cotidiano, cambia de rostro, como explica Gervasio Sánchez: “Los años cincuenta se inician con fotografías de la oscura vida cotidiana bajo un régimen de miseria y represión”. Niños que venden botas ya usadas por las calles o esas maletas de madera y esperanza alineadas en la salida del primer contingente de emigrantes hacia Bélgica en 1957, a la vez que Sofía Loren y Cary Grant se pasean por Madrid con Orgullo y pasión, aquella película sobre la Guerra de la Independencia que, como señala Armada, simbolizaba un “explosivo cóctel de Hollywood y casticismo de un país que pugna por salir del aislamiento”.

La geometría no es obscena. 1991

Dos fotografías, apenas las dos únicas de escena católica, reflejan de algún modo la evolución del país y de la propia Iglesia desde aquella España de fines de la década de los cincuenta a la Transición. La primera está acotada por el propio pie del comisario, Alfonso Armada, y el título de El Santísimo, motorizado: “El venerado Lignum Crucis de Liébana llega en un Mercedes descapotable (Parque Móvil Ministerial número 1535) a la madrileña plaza de la Armería para que 70.000 fieles reciban la bendición papal”. La foto de Vidal, ya cerca del Palacio de Oriente, está fechada el 20 de marzo de 1958. La cita no es exacta, en cualquier caso. El Lignum Crucis del monasterio de Santo Toribio de Liébana fue venerado, durante todo ese día, en el convento de las Oblatas de Cristo Sacerdote, en General Aranaz, y a las siete de la tarde se celebró la recepción oficial en la Plaza de Oriente para proceder a la investigación del CSIC que, entonces, dictaminó que podría ser la reliquia más grande conservada de la cruz de Cristo. La otra fotografía es de 1991 y Armada la titula La geometría no es obscena. Autoría de José Luis Pérez Fernández, obtuvo el Premio Ortega y Gasset de Fotografía, y muestra a una joven en pantalón cortísimo y piernas cruzadas sentada junto a unas monjas en primera fila durante la presentación del libro Monasterios toledanos, de Balbina Martínez Caviró, a cargo del entonces cardenal primado de España, Marcelo González Martín. “Para vestir la carne se tejieron los ajuares. Todo depende del gusto y de la necesidad, séase novia o novicia, búsquese recato o tentación para que alguien lea entre líneas –escribe Armada–. Cuatro humores copan la primera fila en la presentación del libro”. Imagen que abría los ojos a los nuevos tiempos y que sirve en la exposición del fondo fotográfico de Efe para mostrar la evolución de un país, una moral y un tiempo.

Lo relevante y lo banal

Llegada de los ‘Beatles’ a Barcelona. 1965

Entre esas dos fotos discurre el viaje oficial de Eisenhower, el aperturismo, Fraga en Palomares, la Transición, el 23-F y las primeras legislaturas del PSOE o, en otras claves cotidianas, la llegada de la televisión, el desembarco de los “toreros del pop” –The Beatles–, la victoria del La, la, la de Massiel en Eurovisión, el regreso del Guernica, la Movida, las “primeras picoletas”, acabando en el atentado de Vic (Eta es la muerte. Juez y verdugo), el secuestro de Ortega Lara (Ningún animal es tan cruel) o la matanza de Atocha. Se comprueba lo que afirma el fotógrafo Gervasio Sánchez: “La colección de Efe demuestra que la fotografía es la mejor herramienta para transitar de forma ordenada y apasionada por siglos de la historia de un país”. Y eso pese a que, como admite Armada, mientras que preparaba la selección ha tenido la “constatación insospechada” de que se “ha degradado la mirada del fotógrafo”: “A medida que se agotaba el siglo XX y la película analógica daba paso al mundo digital, a medida de que se abarataban los costes y el fotógrafo no tenía que medir cuántos carretes llevaba, el ojo se hacía perezoso, la mirada se volvía roma, incapaz de leer la verdad entre tantos estímulos”. Es decir, “se hacen más fotos que nunca, sin embargo, cada año es más difícil seleccionar imágenes relevantes”. En cierto modo, esto provoca un paralelismo entre la fotografía, la vida de hoy y la historia reciente de España; en lo que Armada llama “este momento estelar de la inopia”: “El significado de las imágenes parece perturbado por esa máquina de retratar la banalidad, la falta de sustancia que viene de la falta de reflexión de esta hora”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.722 de Vida Nueva.

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