‘Ágora’: la Alejandría de Alejandro

Ágora

Ágora(J. L. Celada) Semanas atrás, en una de tantas entrevistas concedidas en vísperas del esperado estreno de su último trabajo, Alejandro Amenábar recordaba (y asumía) lo que un amigo le comentó a propósito del mismo: “Empecé haciendo una película de marcianos y acabé rodando una de romanos”. Su interés inicial por los astros, más próximo a la ciencia ficción, fue derivando hacia el péplum, aquel cine histórico de las grandes superproducciones. Un trayecto que él recorrió encandilado por el descubrimiento de Hipatia, la filósofa y matemática que brilló con luz propia en la Alejandría del siglo IV d. C.

Demasiados frentes abiertos en el proceso de gestación de su obra, a los que nuestro leído e inquieto realizador no parece haberse querido sustraer, con el consiguiente extravío final: una cinta que mezcla sin tino ni ritmo el retablo de época y el biopic de heroína laica, las clases de astronomía y las “lecciones” de religión… He aquí su gran problema y el origen de todos sus males, incluida su descontextualizada visión del cristianismo recién oficializado, objeto ahora de una fuerte polémica que sólo beneficia a este título ya sobradamente promocionado.

Ágora, el más ambicioso proyecto del joven director (50 millones de euros, que, en el mejor de los casos, lucen en la intachable factura visual del filme y en su dirección artística), nos traslada a la ciudad egipcia del faro más bello y la más célebre biblioteca, en un momento incierto y convulso. Años difíciles de explicar (y mucho más de justificar) para no pocos seguidores de Jesucristo, pero que Amenábar ha decidido simplificar tirando del argumentario empleado durante siglos para hablar de la Iglesia: violencia, fanatismo, misoginia, iluminismo, aversión a la ciencia…

Ágora-2Resulta complicado, así, tomarse en serio el discurso que pone en boca de su protagonista, reivindicando las cosas que nos unen por encima de las que nos separan, cuando su Ágora no es tanto la plaza pública donde unos y otros acuden para debatir, cuanto el escenario de los más bárbaros y sanguinarios enfrentamientos por causa de las creencias. Episodios imperdonables, por supuesto, pero no menos que el hecho de utilizarlos sin rigor (no ya histórico, que se nos escapa, sino cinematográfico) como fuegos de artificio para elevar la tensión narrativa y dramática de un guión disperso.

Una lástima que Amenábar no se haya dejado seducir definitivamente por la cultura de su idolatrada Hipatia, enigmática mujer en un universo de hombres, o por los sentimientos contradictorios de su esclavo (cristiano) en aquel tiempo de emancipaciones. De una poco se sabe y el otro es pura ficción, pero sólo ambos podían infundir algo de calor a esta desangelada creación. Porque, para un cinéfilo, éste es su peor pecado; vista como creyente, habría mucho que discutir y matizar, pero su valor artístico no merece ese esfuerzo.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Agora

DIRECCIÓN: Alejandro Amenábar

GUIÓN: Alejandro Amenábar y Mateo Gil

FOTOGRAFÍA: Xavi Giménez

MÚSICA: Dario Marianelli

PRODUCCIÓN: Álvaro Augustín y Fernando Bovaira

INTÉRPRETES: Rachel Weisz, Max Minghella, Oscar Isaac, Ashraf Barhom, Michael Lonsdale, Rupert Evans, Richard Durden, Sami Samir

En el nº 2.679 de Vida Nueva.

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