Benedicto XVI se recupera de su operación con ‘normalidad’

El Papa se rompe una muñeca durante sus vacaciones, disparando los rumores sobre su estado de salud

El-Papa-con-mano-vendada(Antonio Pelayo– Roma) Los vaticanistas nos habíamos prometido unos días tranquilos mientras Benedicto XVI se tomaba un merecido descanso en el chalecito que los salesianos construyeron hace años en Les Combes d’Introd (Valle de Aosta) para que Juan Pablo II pudiera veranear a los pies del Mont Blanc. Pero en la mañana del viernes 17 de julio, un flash de la agencia Ansa puso fin a nuestra tranquilidad, al anunciar que el Papa había resbalado en el curso de la noche y que a primeras horas de la mañana había sido trasladado al Hospital Umberto Parini de Aosta para ser sometido a una intervención quirúrgica.

Ya pueden imaginarse el revuelo que ese flash provocó en todas las redacciones del mundo, donde, de forma inmediata, se pusieron en marcha los servicios de documentación para hacer frente a cualquier emergencia informativa. “No se olviden que no sería el primer papa que muere en pleno verano”, dijo algún director a sus redactores, evocando el fallecimiento, el 6 de agosto de 1978, de Pablo VI en Castelgandolfo.

Por fortuna, el Vaticano intervino con celeridad para cortar cualquier alarmismo. El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, desdramatizaba la noticia: “Ha sido una caída accidental. Nada grave. Creo que proseguirá sus vacaciones”. Horas más tarde, las televisiones transmitieron las imágenes del Santo Padre abandonando por su proprio pie el centro sanitario valdostano y dando, sonriente, su mano izquierda al personal que le había atendido durante su breve estancia. La alarma había sido injustificada. Reconstruyamos, sin embargo, el hilo de los hechos de esta semana.

El lunes 13 de julio a las 10 de la mañana, Benedicto XVI y un séquito reducido de personas (los monseñores de la Prefectura de la Casa Pontificia Harvey y De Nicolò más su secretario personal Gänswein) subió a bordo de un helicóptero que le trasladó desde los jardines vaticanos al aeropuerto romano de Ciampino, donde emprendió viaje aéreo con dirección al aeropuerto de Turín-Caselle. Allí otro helicóptero le trasladó al Valle de Aosta, y antes de aterrizar en el prado de Les Combes, sobrevoló algunos de los paisajes más sugestivos de este maravilloso rincón de los Alpes. Pasado el mediodía, el ilustre huésped era saludado por el obispo Giuseppe Anfossi, las autoridades locales y un grupo de niños que le dio la bienvenida ofreciéndole ramos de flores silvestres. Comenzaban, bajo los mejores auspicios, unas vacaciones que durarán hasta el 29 de julio.

Las intenciones de Joseph Ratzinger eran claras: “Van a ser –dijo a los periodistas que fueron a recibirle– unos días de reposo y también de trabajo, pero sobre todo de reposo”. Los enterados de turno han escrito que, una vez publicada la Caritas in veritate, el Papa podría centrarse en la segunda parte de su obra Jesús de Nazaret, en el telar desde hace dos años.

Los tres primeros días de estancia en Les Combes transcurrieron, en efecto, pautados por un ritmo relajado que incluía paseos a primeras horas de la tarde por los alrededores del chalet y en compañía de monseñor Gänswein para rezar el rosario. El programa también incluía algunos momentos al piano –recién afinado– para deleitarse en el repertorio mozartiano.

No fue un mareo

En la noche del 16 al 17 se produce la caída del Papa, de la que no se han dado más detalles ni sobre la hora ni sobre el lugar exacto (el dormitorio o el cuarto de baño). Sí se ha insistido en que se trató de un resbalón, y no un mareo o desvanecimiento. Ratzinger no se hirió ni, según parece, pidió auxilio, esperando a que se calmase el dolor en la muñeca derecha. Ya a primeras horas de la mañana, su secretario personal fue puesto al corriente de lo ocurrido y se llamó a consulta a su médico personal, el doctor Patrizio Polisca (que sucedió hace apenas un mes al octogenario Renato Buzzonetti, quien atendió a Pablo VI y a Juan Pablo II). El Pontífice quiso celebrar la Eucaristía y desayunar en su habitual residencia mientras se organizaba el dispositivo de seguridad para su traslado al hospital, distante pocas decenas de kilómetros.

El-Papa-pasea-Les-CombesUna vez allí, el Santo Padre (cuya identidad quedó oculta al ser registrado como “Paciente desconocido 917”) fue examinado por un equipo de especialistas y se le hizo un rápido chequeo. El traumatólogo Manuel Mancini dictaminó una leve fractura en la muñeca derecha y se decidió la intervención quirúrgica, que duró apenas media hora. El comunicado médico dice así: “Su Santidad ha sido sometido a una operación de reducción y osteosíntesis con anestesia local-regional con aplicación de férula y yeso en el hospital de Aosta. Las condiciones de salud del Santo Padre son buenas. El Santo Padre puede volver en breve a su residencia”. A primeras horas de la tarde, en efecto, el Pontífice abandonaba el centro hospitalario con el brazo derecho inmovilizado con una férula de fibra de vidrio sumamente ligera y que cumple idénticas funciones que la escayola.

Avalancha informativa

La noticia ya había dado la vuelta al mundo y provocado una avalancha de interés que se trasladó a todos los vectores de información y ocupó amplios espacios informativos. “El Papa ha dormido bien –dijo el sábado el padre Lombardi–, ha celebrado la misa y está aprendiendo a convivir con el brazo inmovilizado. Su vida se desarrolla con normalidad, se ha repuesto muy bien y está de buen humor. Lo que más le cuesta es no poder escribir a mano. Ése es su único problema”. Los traumatólogos que controlan la recuperación del accidentado han dicho que su convalecencia es muy satisfactoria.

La normalidad del proceso se confirmó el domingo, al mantenerse la cita del rezo del Angelus en Romano Canavese, pueblo natal del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone. Para desplazarse hasta la localidad piamontesa cercana a Turín volvió a utilizar el helicóptero. “Como veis –dijo a las gentes que le habían tributado una cordialísima acogida–, debido al accidente estoy un poco limitado en agilidad, pero la presencia del corazón es total y estoy muy contento de estar con vosotros”. No quiso renunciar al texto que le habían preparado sus colaboradores para esta ocasión y subrayó “los valores fundamentales de la familia y del respeto a la vida humana”, así como también “la sensibilidad por la justicia social y la capacidad de afrontar el sacrificio” como claves para superar los efectos nocivos de la crisis y de modo especial el paro.

Como estaba previsto, después del rezo de la oración mariana Benedicto XVI se quedó para compartir el almuerzo con los familiares del cardenal Bertone, antes de regresar a Les Combes.

BERTONE CAMBIA COLABORADORES

El secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y su sustituto, Fernando Filoni, han “movido ficha” entre sus colaboradores. El asesor monseñor Gabriele Caccia –del que todos en Roma alaban su eficacia y tacto diplomático– ha sido designado nuncio apostólico en el Líbano y es sustituido por el norteamericano Peter Brian Wells, responsable hasta ahora de la Sección Inglesa de la Secretaría de Estado. La rumorología da por hecho el nombramiento de monseñor Pietro Parolin como próximo representante del Papa en Venezuela. Otro cambio ya producido es el de monseñor Renato Boccardo, que deja la secretaría del Governatorato (el organismo que se ocupa de la gestión del Estado pontificio) para convertirse en arzobispo de Spoleto-Norcia, aun cuando algunos le habían colocado en la Nunciatura de París, que por ahora sigue vacante.

 apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.670 de Vida Nueva.

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