Carlos Osoro: “Deseo escuchar con intensidad a los sacerdotes”

Arzobispo de Valencia

carlos-osoro(José Ramón Navarro Pareja– Fotos: Mar Villamuza) Tres meses después de que se anunciara su nombramiento como arzobispo de Valencia, el sábado 18 de abril Carlos Osoro toma posesión de una diócesis que le espera con impaciencia. Después de dieciséis años de pontificado del cardenal Agustín García-Gasco, Osoro hereda una Iglesia local compleja, con grandes potencialidades en el campo de la evangelización de la cultura o en la implicación de los laicos, pero con una aguda crisis vocacional y una buena parte del clero inmersa en el desencanto. De hecho -según reconoce Osoro en esta entrevista, en la que analiza para Vida Nueva sus prioridades episcopales para Valencia-, es a los sacerdotes a quienes dirige su primera mirada, para iniciar con ellos un proceso “de escucha” que le ayude a descubrir las “necesidades más urgentes” de la archidiócesis, y a conocer también el sentir “de la vida consagrada y de los laicos”. Con palabra ágil y la confianza puesta siempre en Jesucristo, el nuevo arzobispo de Valencia repasa para nuestro semanario los retos que asume al hacerse cargo de la segunda diócesis de España en número de habitantes.

De todos estos años de experiencia como arzobispo, ¿qué es lo que deja en Oviedo y qué es lo que se trae a Valencia?

Dejo en Oviedo siete años de mi vida. Creo, sinceramente, que de entrega total de mi vida, con mis propios límites, pero sin guardar nada para mí mismo, y dejo muchos amigos. A Valencia me llevo, aparte de estos años de experiencia y de entrega, unas ganas tremendas de anunciar a Jesucristo y de hacerlo desde las raíces propias de esa tierra.

Llega a la segunda diócesis de España en número de habitantes, con cerca de un millar de sacerdotes y más de 4.000 religiosos, que es, además, toda una institución educativa, con una universidad (San Vicente Mártir) y con 64 colegios, y donde dos de sus predecesores han sido elevados a los altares. ¿Le asusta esta responsabilidad que asume?

No soy hombre de miedos o de sustos. Sí soy responsable y sé la responsabilidad y el compromiso que conlleva ser arzobispo de Valencia, por eso quiero escuchar, para hacer más real lo que tengo que llevar entre manos y trabajar todo lo que pueda, pidiéndole al Señor que lo haga con sabiduría evangélica.

¿Cuáles serán las prioridades pastorales que van a marcar sus primeros meses en la diócesis?

Siguiendo al Siervo de Dios Juan Pablo II, la prioridad en mi vida, y no solamente en los primeros meses, es la que siempre ha tenido la Iglesia: anunciar a Jesucristo, es decir, conocer, amar y servir a Jesucristo. Y para esto hay una escuela abierta que siempre tiene la Iglesia, como es la oración. Si se refiere a qué voy a dedicar los primeros meses de mi tiempo, deseo escuchar con intensidad a los sacerdotes, que son quienes presiden todas las comunidades cristianas y saben de sus necesidades y de la archidiócesis; por eso quiero descubrir junto a ellos las necesidades más urgentes. En ese tiempo de escucha, ellos me ayudarán a oír también a los miembros de la vida consagrada y a los laicos.

¿Conoce Valencia y a los valencianos? ¿Cómo espera que colaboren con usted en su tarea de pastor?

Conozco la ciudad y algunos otros lugares de paso, aunque, ciertamente, no en profundidad. Pero creo que su colaboración será la misma que han tenido con todos los arzobispos anteriores a mí, entre los cuales se encuentran algunos santos. Todas las muestras que he estado recibiendo durante estos meses de todos aquéllos que de diversos modos se han acercado a mí, son de colaboración.

carlos-osoro-2Los valencianos somos un pueblo abierto, que vive sus fiestas en la calle y que celebra su fe con gran expresividad. ¿Esto contrasta con la forma de vivir la fe que ha conocido en Cantabria, Galicia o Asturias? Estos acentos en la forma de expresar la fe en los fieles, ¿exigen un esfuerzo por parte del pastor para adaptarse?

Personalmente, creo que la fe debe manifestarse en la calle, en medio del mundo. Los cristianos no estamos para guardar la fe dentro de nuestro corazón, sino que hemos de dar vida a nuestra fe en nuestro modo de entender la vida y en la expresión vital del día a día, en la escala de valores que tengamos, en nuestras costumbres. El carácter de los valencianos me exigirá esforzarme por comprender y entender, pero creo que entro fácilmente en estas expresiones de fe porque estoy convencido de las mismas.

La creciente secularización que afecta a nuestra sociedad también está presente en Valencia, en especial entre los jóvenes. ¿Qué puede hacer la Iglesia, y en particular esta archidiócesis de Valencia, para afrontar este fenómeno?

Puede regalar con todas sus fuerzas la dimensión trascendente, la presencia de Dios en medio de los hombres, remitir permanentemente a esta presencia real con palabras, signos y obras, estar muy cerca de los jóvenes. Los jóvenes están abiertos a Dios, pero hay que aproximarles y hacer cercano, sin miedos ni rebajas, a este Dios que se nos ha revelado en Jesucristo.

Claves vocacionales

Tradicionalmente, Valencia ha contado con un centenar de seminaristas, pero en los últimos años la cifra se ha reducido hasta los treinta actuales. Usted, que durante dos décadas fue el rector del Seminario de Santander, ¿cómo considera que se puede solucionar esta crisis vocacional que padece la diócesis? ¿Cuáles son sus claves en la pastoral vocacional?

No soy un mago que tenga soluciones inmediatas; el que llama es el Señor siempre. Pero creo que hay unas claves importantes: el testimonio sacerdotal, la propuesta clara y sin miedo, la creación de ámbitos donde ellos se puedan encontrar con el Señor -ya sea familiares, extra-familiares, diocesanos… en todos los ámbitos en los que se mueven los jóvenes-, el acompañamiento espiritual, la oración, la vida sacramental, el servicio y la entrega al prójimo, la dimensión misionera de la fe…

También se está dando el fenómeno de secularizaciones de sacerdotes a los pocos años de ser ordenados, y algunos también hablan de un clero con falta de motivación. ¿Cómo cree que se puede recuperar esa ilusión?

Las situaciones que viven los sacerdotes no son diferentes de las que viven todos los miembros de esta sociedad. Por otra parte, creo que la ilusión, o mejor, la esperanza en un cristiano se recupera teniendo una experiencia viva y fuerte de Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Es cierto que a esta experiencia hay que ayudar, y sé que como obispo tengo una parte importante que hacer, y ojalá la sepa hacer con la ayuda del Señor.

Sus 64 colegios diocesanos convierten a Valencia en la principal institución educativa de la Comunidad Valenciana y en una de las más importantes a nivel nacional. Usted tiene experiencia como docente, ¿cuáles van a ser sus prioridades en este campo?

Es una gracia de Dios tener estas instituciones educativas. Siempre he pensado que el problema de fondo y más importante de nuestro país es el de la educación. Por eso, poder aportar soluciones, discernir caminos, apostar por una manera de entender a la persona y poner todo lo necesario para crear una atmósfera que desarrolle al ser humano en todas las dimensiones es algo fundamental. Nuestros colegios son instrumentos fundamentales de evangelización.

La presencia de la Iglesia en el ámbito educativo se completó hace años con la creación de la Universidad Católica San Vicente Mártir. ¿Qué papel debe tener esta institución en la vida diocesana? ¿Cómo debe ser la colaboración con otras entidades universitarias de inspiración cristiana?

Tiene un papel muy importante como ámbito de reflexión y de búsqueda de la verdad. Importante también para imprimir a la acción educativa una inspiración cristiana en todos los ámbitos de la vida y de las ciencias. Importante para ofertar y preparar hombres y mujeres con una visión antropológica que es la que nos da Nuestro Señor Jesucristo. Y por supuesto, la colaboración con otras entidades universitarias de inspiración cristiana es muy clara, tiene que ser evidente, pues si no fuese así, negaríamos los planteamientos cristianos. Pero esta colaboración se extiende a ámbitos mucho más amplios también y a otras instituciones universitarias que no son creación de la Iglesia. En la búsqueda de la verdad hemos de estar con todos los que quieren hacer esta búsqueda.

Además de los colegios y universidades, ¿de qué otra forma puede hacerse la Iglesia presente en el mundo de la cultura?

Tiene que mostrarse a través de la presencia de los cristianos en todos los ámbitos culturales, que sea una presencia clara, con identidad, explícita, sin ser vergonzante, sino confesante. Y ello, en el ámbito universitario, en los medios de comunicación social, en la vida social y política, en todas las formas de expresión artística, en la literatura…

Iglesia y crisis

carlos-osoro-3En estos momentos de crisis, el papel asistencial de la Iglesia ha cobrado un nuevo protagonismo. ¿Cuáles son las prioridades en pastoral social que la Iglesia diocesana debe llevar adelante en este momento?

Creo que nuestra Cáritas de Valencia está muy presente con quienes más lo necesitan, lo ha estado siempre. Y está presente en los ámbitos de las nuevas pobrezas que han aparecido. Por eso, estimular y aumentar, si es posible, esta presencia es mi deseo. Como siempre, los más pobres y los que más lo necesiten serán la preferencia en los campos que fuere.

¿Cómo debe ser la relación y la colaboración de una diócesis con la vida religiosa?

El arzobispo debe tener una consideración muy especial con la vida consagrada, pues con él colaboran los consagrados y consagradas, para enriquecer con su presencia el ministerio episcopal y la comunión eclesial. Por eso mismo, el arzobispo debe estimar y promover la vocación y misión específicas de la vida consagrada, que pertenece estable y firmemente a la vida y a la santidad de la Iglesia. Mi personal relación con la vida religiosa siempre ha sido de admiración hacia ellos y de gran valoración de toda su misión.

Una de las cuestiones en las que el cardenal García-Gasco ha puesto el acento en estos últimos años ha sido en la participación de los laicos tanto en el ámbito parroquial como diocesano. ¿Cuál cree usted que debe ser el papel de los laicos en la Iglesia?

Los fieles laicos son la mayoría del Pueblo de Dios y de ellos debe salir la fuerza misionera del Bautismo, pero para esto necesitan apoyo, aliento y ayuda que les lleve a desarrollar el apostolado según su propia índole secular. A ellos les corresponde la evangelización de las culturas, la inserción de la fuerza del Evangelio en la familia, en el trabajo, en los medios de comunicación social, el deporte, el tiempo libre, la animación cristiana del orden social, la vida pública local, nacional e internacional.

La presencia en la diócesis de Valencia de algunas nuevas realidades eclesiales, como las comunidades del Camino Neocatecumenal, es muy significativa. ¿Cómo entiende usted la labor en la vida diocesana de los nuevos movimientos?

Son realidades que quiero por varias cosas, y la más importante, porque son obra del Espíritu Santo y son reconocidas y queridas por la Iglesia. Las he de tener presentes, pues son realidades que el Espíritu Santo ha suscitado y puesto en la Iglesia al servicio de la misión y de la comunión. Todas las realidades asociativas, antiguas y nuevas, enriquecen a la Iglesia y el obispo debe buscar siempre la complementariedad entre movimientos de diversa inspiración, velando por su desarrollo y la inserción en la comunidad diocesana.

En el nº 2.656 de Vida Nueva.

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