Juan Javier Flores: “La Palabra tiene una gran riqueza litúrgica”

Director del Pontificio Instituto Litúrgico

(Texto y foto: J. Rubio) Este Sínodo es la continuación del que abordó el tema de la Eucaristía en 2005. Ahora se aborda la Palabra revelada. En este sentido, lo veo como continuación del anterior. En la Eucaristía está la doble mesa: la mesa del Pan y de la Palabra”. Son palabras de Juan Javier Flores Arcas, OSB, director del Pontificio Instituto Litúrgico, perito español por segunda vez en el Aula sinodal. “Es importante que se vaya viendo cómo la vida de la Iglesia se fundamenta en la Palabra revelada, celebrada y vivida. En estas tres acciones se encierra su propia vida”, comenta, a la vez que destaca la riqueza de la lectio divina en el corazón de la misma asamblea eclesial: “La lectio divina era algo característico del monacato benedictino. Los monjes han considerado la lectio divina como uno de los elementos fundamentales, junto con la celebración litúrgica de la vida monástica”.

Para este profesor universitario y uno de los más destacados liturgistas en el Aula, se oyen voces diversas que aportan una variedad que muestra más aún la comunión. “Esta riqueza se muestra de forma especial en algunas comunidades que tiene un gusto mayor por la Palabra”, explica. 

El padre Flores, monje de Silos y profesor del Anselmianum, valora la dimensión pastoral del Sínodo y las distintas intervenciones de obispos de la India y Asia. Particularmente, les ha emocionado a los asistentes el testimonio de los representantes de Letonia, que han narrado la experiencia de los mártires de la Palabra.

Hace falta que en la celebración eucarística se vaya otorgando una mayor relevancia a la palabra de Dios que se proclama, y se vayan desarrollando muchos ritos que, aun estando en el ritual, no se aprecian y que tienen una gran riqueza para expresar el valor que la Iglesia ha de tener de la Palabra de Dios, no sólo como fuente de revelación, sino también como fuente de renovación de la propia Iglesia.

También han hablado de la importancia de los leccionarios bíblicos y del Oficio Divino por la gran cantidad de elementos bíblicos que contiene.

En el nº 2.633 de Vida Nueva.

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