Espías, cornudos y CIA

Quemar después de leer

(J. L. Celada) Con el éxito de No es país para viejos en un horizonte no demasiado lejano, los hermanos Coen vuelven a escena, y lo hacen visitando uno de los géneros más frecuentados a lo largo de sus casi 25 años de trayectoria: la comedia. Bien es cierto que con desigual tino, como prueban sus títulos más populares (de Arizona baby a O Brother!, pasando por El gran Lebowski). De este último, precisamente, parecen salidos algunos de los personajes que pueblan su nuevo trabajo, Quemar después de leer.

Bajo esta consigna, que la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA) aplica a sus documentos secretos, va tomando cuerpo la trama imposible ideada por la brillante pluma de Joel y Ethan. ¿Qué otros guionistas si no -con el permiso de Woody Allen– serían capaces de movilizar a los servicios de espionaje y seguridad de toda una potencia mundial para seguir a una simple empleada de gimnasio cuya máxima aspiración es someterse a varias intervenciones de cirugía estética?

Hasta llegar a ese extremo, sin embargo, hay un largo camino por delante. La avaricia -como ya sucedía en Fargo– vuelve a ser el origen de todos los desastres, el detonante que pone en marcha la maquinaria narrativa de la cinta. Pero a la tentación del dinero fácil viene a sumarse aquí la estupidez de cuantos intervienen en esta farsa, sin distinción de oficios u oportunidades. Y es que la inteligencia no es patrimonio de nadie o, si se prefiere, “es relativa”, según reza el ilustrativo eslogan que ‘apadrina’ semejante fauna urbana (encarnada, eso sí, por un reparto que para sí quisieran otras muchas producciones actuales).

Ahora bien, pese a estar protagonizadas por auténticos idiotas en apuros, las situaciones que se suceden durante hora y media no responden a manifestaciones cómicas al uso clásico. Más bien, se trata de la inevitable consecuencia de una mirada cínica y corrosiva, la de dos cineastas que encuentran en el humor negro su particular y afilado bisturí para diseccionar sin reparos a esta sociedad nuestra de los secretos a voces, las fidelidades de saldo y el despropósito institucional .

En compañía de gentes como George Clooney, John Malkovich, Frances McDormand, Brad Pitt o Tilda Swinton (con sus inconfundibles y, en algunos casos, inéditos portes), el ingenio de los Coen convierte una intriga política en un rocambolesco esperpento perfectamente engranado (y engrasado). Sus espías, cornudos y compañía se buscan, se evitan y se topan entre ellos con tal soltura y mala baba, que bien merecen arrancar una sonrisa cómplice del espectador.

Y si alguno aguarda la carcajada y no llega, que no olvide, al menos, ser agradecido. Conviene que, en época de adaptaciones, remakes y secuelas, quienes siguen apostando por la escritura original para ennoblecer este bello arte de contar historias con imágenes, reciban nuestro aplauso. También sus obras menores.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Burn after reading

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Joel y Ethan Coen

FOTOGRAFÍA: Emmanuel Lubezki

MÚSICA: Carter Burwell

PRODUCCIÓN: Joel y Ethan Coen

INTÉRPRETES: George Clooney, John Malkovich, Frances McDormand, Brad Pitt, Tilda Swinton, Richard Jenkins, J. K. Simmons.

En el nº 2.632 de Vida Nueva.

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