Una cultura solidaria frente a los intereses del mercado

La ciudad brasileña de Santa Maria, en Rio Grande do Sul, acogió el Fórum Mundial de la Educación

(Graziela Cruz– Brasil) La educación y sus desafíos en todo el mundo han sido centro de acalorados debates que, entre los días 26 y 30 del pasado mes de mayo, reunieron en la ciudad brasileña de Santa Maria, en Rio Grande do Sul, a 35.000 personas de 15 países. Allí, en torno al tema Educación: Economía Solidaria y Ética Planetaria, fue donde se celebró el Fórum Mundial de Educación (FME), organizado sobre tres ejes temáticos: Educación y Economía Solidaria, Educación, Inclusión y Cultura de Emancipación, y Educación y Ética Planetaria.

El papel del educador ante estos retos ocupó buena parte de las discusiones e intervenciones protagonizadas por renombrados especialistas de Brasil y de otros países de América y Europa, presentes todos ellos en más de 200 actividades, entre talleres, debates y exposiciones de diferentes trabajos. Delegaciones de muy diversos países compartieron durante cinco apretadas jornadas sus ideas acerca de una educación más humanizadora, emancipadora y justa.

El Fórum Mundial de Educación surgió en 2001, en Porto Alegre, como uno de los movimientos del Fórum Mundial Social ante la urgente necesidad de promover un amplio diálogo sobre la educación. Su principal propósito es convertirse en un espacio donde puedan articularse encuentros y discusiones necesarias para elaborar un conjunto de directrices que posibiliten reflexiones en todo el mundo, encaminadas a la búsqueda y construcción de políticas, planes, programas y proyectos educacionales en todos los niveles de la enseñanza.

Al término del Fórum de Santa Maria, los participantes marcharon por las calles de la ciudad y presentaron el documento final del encuentro. En él, los congresistas denuncian las relaciones sociales capitalistas que se establecen en el actual contexto de globalización neoliberal, que se muestran incapaces de promover condiciones dignas de vida para la mayoría de la población. “En la educación, especialmente, tales relaciones han sometido las experiencias educacionales a los intereses del mercado. La educación ha sido utilizada como instrumento de reproducción de desigualdades sociales, a través de una cultura del egoísmo, de la competencia y de pedagogías que tienen a los seres humanos como objetos, y no como sujetos”, denuncia el texto.

Entre los principios elegidos por el FME para guiar la construcción de este nuevo paradigma educacional, destacan: la valoración de la economía solidaria “como agente de desarrollo que promueva la centralidad de la persona humana, la sostenibilidad ambiental, la justicia social, la ciudadanía y la valoración de la diversidad cultural articuladas en las actividades económicas”; la educación popular como proceso de construcción colectiva de conocimiento; la formación permanente e integral como estrategia para el desarrollo humano; la educación como un bien público y de responsabilidad del Estado; la educación en una conciencia socioambiental; y la educación humanizadora para la paz.

Entre las propuestas que los asistentes llevarán de regreso a sus países de origen, figuran: la constitución de negocios en los principios de la economía solidaria (autogestión, cooperativismo, asociacionismo, respeto al medio ambiente, solidaridad y trabajo organizado en redes y cadenas productivas) y la creación de redes de producción, socialización y sistematización de conocimientos producidos en las diferentes iniciativas solidarias. Otra de las sugerencias más repetidas apunta al estímulo o la necesidad de incentivar programas educativos que cambien la mentalidad de competencia por una cultura de la cooperación.

MUESTRA DE ECONOMÍA SOLIDARIA

En el marco del Fórum Mundial de Educación, en una plaza ubicada en el centro de la ciudad de Santa Maria, se celebró también durante esos mismos días la Muestra Mundial de Economía Solidaria, que contó con la participación de cerca de 120 empresas, la mayoría del Estado de Rio Grande do Sul, además de otros grupos llegados desde otros estados brasileños y de otros países. La artesanía y la alimentación fueron las actividades con mayor presencia. En torno a 3.000 personas visitaron a diario el recinto y pudieron conocer más de cerca esta nueva forma de producción, consumo y distribución de riqueza, de base asociativa y cooperativista, centrada en la valoración del ser humano, y no del capital.

 

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