Cardenal Amigo: “La Iglesia tiene que decir lo que piensa, pero que no espere que le pongan alfombras”

(Vida Nueva) “Si habla, tiene que estar dispuesta a aceptar las críticas”, de esta manera se refiere el cardenal Carlos Amigo Vallejo a la Iglesia, a lo que añade: “Y ante las críticas, lo mejor es reflexionar, rectificar si procede, y explicar las veces que haga falta lo que queremos decir”. Son algunas de las reflexiones que hace el obispo franciscano en relación a los últimos ataques a la institución eclesial por parte de un sector del Gobierno y de la izquierda. Lo encontramos esta semana en la revista Vida Nueva, en una entrevista realizada por el director del semanario religioso, Juan Rubio.

El cardenal Amigo, que se muestra en todo momento como un hombre conciliador y dialogante, habla de manera metafórica del actual conflicto entre la jerarquía y el Gobierno: “Es normal que esté lloviendo y que haga este temporal. Eso es lo normal, que llueva. Lo que no es normal es que haya inundaciones, eso es lo extraordinario. No debemos quejarnos tanto, sino construir canales y puentes para encauzar el agua y que no nos inunde”.

Afirma que las críticas que se hacen a los obispos son, a veces, injustas y que hay que contextualizarlas, porque Conferencia Episcopal Española (CEE) no es sinónimo de Iglesia española, en la que, por otra parte, constata una gran comunión con el Vaticano. “Una cosa es la CEE, es decir, los obispos reunidos en Madrid, y otra cada obispo en su diócesis, en donde se aprecia una riqueza y un trabajo impresionante que no se conoce lo suficiente y que es un bello signo de vitalidad de la Iglesia”, añade Carlos Amigo.

Se sonríe cuando escucha que se le clasifica en el llamado ‘sector progresista’, a lo que responde: “Quizá mi manera de pensar abierta y mi carácter puede hacer que me sitúen ahí; lo que sí es cierto es que mi costumbre de diálogo puede parecer un relativismo, pero no lo es”. Durante la entrevista, Amigo Vallejo manifiesta también una honda preocupación por otros temas, entre ellos la vida religiosa. “Los religiosos han sufrido lo indecible en estos últimos años. Se han empobrecido en número y ven cómo envejecen las comunidades. También ha sufrido una incomprensión enorme, incluso en la misma Iglesia”, explica el arzobispo de Sevilla.

Más información en el nº 2.599 de Vida Nueva (A fondo, páginas 8-11).

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