Los obispos denuncian la creciente esclavización que sufre la gente del mar

  • La Iglesia recuerda hoy, festividad de la Virgen del Carmen, la problemática que viven estas personas
  • Trabajos forzados, falsos contratos o abandono de los enfermos en los puertos son algunos de sus males

Pesca y esclavitud

Un total de 38 millones de personas faenan en los mares y océanos del planeta, en no pocas ocasiones en condiciones que rozan la esclavitud. Solo en Tailandia, más de 200.000 personas sufren abusos laborales ligados a la pesca. La falta de seguridad a la que se ven sometidos quienes capturan el pescado que nos alimenta se cobra 24.000 vidas al año, entre ellas, las dos del pesquero español Dorneda, hundido el 10 de julio en aguas argentinas.

Por todo ello, y ante el Día de las gentes del mar, que se celebra, como cada año en España, el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, la Iglesia reclama prestar “nuestra seria atención y plegaria por todas las personas que, desde su sacrificado esfuerzo en los trabajos de la mar, tanto enriquecen a la sociedad y a quienes debemos estar tan agradecidos”.

“La gente de la mar reclama nuestra atención”. Este es el título del mensaje episcopal para esta jornada, que no no se anda con paños calientes y pone en el primer plano las dificultades que atraviesa este sector, también en nuestro país. “No son pocas las tragedias marineras tenidas en España ni las dificultades y luchas que la honrada gente marinera debe afrontar que no deben quedar en el olvido ni ser solo página de sucesos momentánea que provoque una solidaridad de corto plazo, sino que hay que mantener la mirada atenta y el corazón dispuesto para que este servicio sea tratado permanentemente en justicia, sobre todo en los casos más vulnerables”, señala Luis Quinteiro Fiuza, obispo promotor del Apostolado del Mar.

Especial atención a mujeres y niños

“No se trata de tormentas climatológicas, sino de las tormentas simbólicas”, añade el también obispo de Tui-Vigo, que cita entre los males que aquejan a la pesca “el tráfico de seres humanos y el trabajo forzado, con especial afectación a mujeres y niños”, por lo que reclama, siguiendo “el impulso recibido” en la Asamblea del Apostolado del Mar celebrada en A Coruña el pasado septiembre, “mantener el ritmo de una Iglesia en salida desde la fuerza de la fe ante todos los obstáculos”.

Más allá de la falta de salarios dignos o de medios para poder comunicarse con las familias, el mensaje desgrana algunas de situaciones “que constituyen verdaderos atentados a la dignidad de la persona”, como son “trabajos que se acercan a descripciones más propias de la esclavitud, enfermos abandonados en los puertos o incumplimiento de las condiciones estipuladas en un contrato”.

Una situación que interpela hondamente a la Iglesia que, “lejos de ser insensible, vive una profunda preocupación ante estas realidades”, señala el obispo, quien lo ratifica con “el amparo del Apostolado del Mar en el recientemente creado Dicasterio para el Desarrollo Integral, por el que el papa Francisco ha mostrado una especial cercanía e implicación personal”.

Implicación de diócesis, parroquias y cofradías

En este sentido, Quinteiro asegura que la respuesta eclesial “no es solo estructural, sino que se hace visible y cercana a través de muchos cauces entre los que destaca la realidad de las parroquias”, una comunidad “sensible ante las urgencias de la gente de la mar y sus familias que reclaman nuestra atención. Y que debería ser cada vez más creciente”.

Pescadores de sardina en O Grove

El obispo recuerda también las dificultades que afrontan los marineros en España

Por ello, el obispo de la diócesis que alberga uno de los puertos más importantes de la península asegura que “diócesis, parroquias marineras, cofradías, asociaciones, instituciones sociales, etc. tenemos una responsabilidad especial en el apoyo y la acogida que debe ser continuamente renovada y actualizada” de las gentes del mar y sus amplia problemática.

Implicación del Vaticano

Como bien recuerda el obispo Quinteiro, esta es una cuestión que preocupa mucho al papa Francisco. De hecho, el Vaticano –a través de su secretario de Estado, Pietro Parolin– y la FAO, la agencia de la ONU para la alimentación, hicieron un llamamiento conjunto a la comunidad internacional para luchar contra los abusos que se dan en el mar, en los últimos años propiciado por un aumento de la pesca ilegal. “Somos testigos de una situación trágica ante la cual la comunidad internacional debe desplegar sus esfuerzos para eliminar el trabajo forzoso“.

Y de que la Santa Sede sigue firme en la lucha contra esta lacra da cuenta la intervención ante la FAO, el pasado 11 de julio, de Fernando Chica Arellano, observador permanente de la Santa Sede ante las organizaciones y organismos de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, quien denunció que “mientras  la actividad industrial del procesamiento y conservación de pescado está en constante aumento, también aumentan las formas atípicas de contratación, de empleo irregular e ilícito, sin la estabilidad debida y, no pocas veces, sin las garantías sociales mínimas“.

Hay trabajadores en el sector pesquero que son reclutados fraudulentamente a través de intermediarios y agentes sin escrúpulos. Viven en condiciones verdaderamente inhumanas, lejos de sus familias durante mucho tiempo, con un trabajo continuo y peligroso, con contratos falsos o como peones de sus jefes. Se conocen casos de gran crueldad, que son causa de amarga tristeza”, señaló el eclesiástico español.

“Para la Santa Sede –afirmó Chica en su intervención–, es esencial que se tomen medidas eficaces e iniciativas relevantes para monitorear, identificar y salvar a los pescadores que son víctimas de la trata y de tratos inhumanos y degradantes”.

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