Miembros de los Cascos Blancos: “Si no creyéramos en una Siria en paz, ya habríamos muerto”

Dos miembros de los Cascos Blancos de Siria, en Fafe (Portugal)

Conocidos oficialmente como Defensa Civil Siria, los Cascos Blancos son una organización humanitaria formada por miles de voluntarios que rescatan a las víctimas civiles atrapadas entre los escombros tras los bombardeos que sufre el país, martirizado por siete largos años de guerra civil. Se calcula que, en los últimos cuatro, han salvado de la muerte a unos 114.000 compatriotas. “Si no fuera porque conservamos la esperanza de volver a tener una Siria en paz, ya habríamos muerto”, aseguran Ahmad Al Yousef, profesor de matemáticas de 38 años, y Nidal Izzden, de 37 años, dentista de profesión. Ambos pertenecen a los Cascos Blancos, y pasaron por la localidad de Fafe (norte de Portugal) el pasado mes de abril para participar en la iniciativa solidaria Tierra Justa-Encuentro Internacional de Causas y Valores de la Humanidad.

Ahora, estos Cascos Blancos ya solo confían en la solidaridad de los pueblos, porque los gobiernos de los países más poderosos “se quedan en las condenas verbales”. Con cerca de cuatro mil integrantes, entre ellos unas 400 mujeres, esta organización reúne en su seno a musulmanes, cristianos “e incluso ateos”, y ya han pagado también un alto precio en su misión: 237 miembros murieron mientras socorrían a otras personas.

PREGUNTA.- ¿Hay alguna historia que les haya marcado especialmente a lo largo de estos cuatro años de misiones?

RESPUESTA.- Un voluntario que trabaja en los Cascos Blancos me llamó y me contó su historia: un día fue requerido para ayudar después de un bombardeo; pocos minutos después, los aviones volvieron a bombardear cerca de allí; le pidieron que acudiera a este segundo lugar y le describieron el sitio. Él se dio cuenta de que era su casa; corrió hacia allí asustado y, cuando llegó, la casa estaba totalmente destruida. Vio a su esposa y preguntó por su madre, que había quedado en la habitación debajo de los escombros. Se quedó en ‘shock’ y empezó a llamarla, clamando que estaba salvando a los demás y no había podido salvar a su madre.

P.- ¿Por qué graban todo lo que hacen?

R.- Grabamos nuestras misiones no para hacer propaganda. Nuestra razón más importante es documentar lo que sucede sobre el terreno, documentar los crímenes. No es que la comunidad internacional se vaya a movilizar por ver unos vídeos de personas que han muerto, pero nuestra misión es dar voz a quienes no la tienen, porque las víctimas también tienen derechos.

Ataque químico

P.- El régimen de Bashar al-Assad y Rusia continúan defendiendo que el ataque químico contra la población civil es una mentira. ¿Ustedes qué opinan?

R.- El régimen asegura que no usó armas químicas. No solo estamos convencidos de lo contrario, porque hemos documentado el ataque. No tenemos ningún laboratorio para saber qué agente químico se usó, pero grabamos a gente babeando y a otros cuya piel se volvió azul. Al principio, el régimen dijo que no tenía armas químicas, pero luego firmó un acuerdo para entregarlas. ¿Cómo se entiende eso?

P.- Tanto Rusia como el régimen sirio les acusan de estar vinculados a grupos terroristas. ¿Cómo logran trabajar manteniendo su neutralidad?

R.- La única garantía que tenemos para no ser atacados por ninguno de los grupos que combaten es nuestra neutralidad. De lo contrario, seríamos el primer blanco de sus ataques.

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