Ildefonso Fernández: “Los seminaristas están llamados a ser jornaleros en la viña del Señor”

  • El vicerrector del Seminario Mayor de Granada detalla la puesta en marcha de una huerta ecológica pionera
  • “Es crucial recuperar la íntima interconexión que existe entre el hombre y la creación”, afirma a Vida Nueva

El Instituto Internacional Laudato sí’ para la Custodia de la Creación ha puesto en marcha una huerta ecológica en el Seminario Mayor San Cecilio de Granada. Los trabajos de preparación del terreno están en marcha desde mediados de octubre y cuentan con la colaboración y el cuidado de los seminaristas, que reciben, fuera del horario académico, formación específica sobre el funcionamiento de esta huerta pionera en Granada.

Esta iniciativa, “cuya misión es fomentar y promocionar el cuidado, conservación y contacto con la Tierra, está inspirada en la encíclica del papa Francisco, que dio origen al instituto”, reconoce en entrevista a Vida Nueva Ildefonso Fernández-Fígares, miembro fundador del Instituto y vicerrector del Seminario.

PREGUNTA.- El Instituto Laudato sí’ pone en marcha esta huerta ecológica. ¿Cómo surge la iniciativa?

RESPUESTA.- Surge a raíz de la publicación de la encíclica ‘Laudato sí’ y la constatación de que recuperar la íntima interconexión que existe entre el hombre y la creación es crucial en nuestro tiempo. La respuesta adecuada a dicha relación “está estrechamente ligada a la conciencia que tenemos del significado y de las implicaciones de nuestra fe católica para la vida humana y para el conjunto de la realidad” (Decreto de Erección del Instituto Internacional Laudato sí’). Esta estrecha relación debe siempre responder a la vocación del hombre, apuntada ya al comienzo del libro del Génesis: colaborador y custodio. Colaborador del Creador en la custodia de la creación. Ámbitos propios del ser humano como partícipe de la creación y que, por tanto, creemos que son fundamentales en la formación de los seminaristas como futuros pastores de la Iglesia.

La huerta del Seminario quiere ser un lugar privilegiado donde abrirse con asombro, reconocer y ahondar en el misterio de lo real, del designio bueno y bello dado por Dios y que existe en el orden del mundo. La huerta requerirá amor y trabajo (ora et labora) que son justo lo que se necesita para que, siempre con la ayuda de Dios, haya vida abundante. Vida tanto para la persona como para la propia creación. En otras palabras, la relación hombre-creación es una relación en la que la persona, colaborando y custodiando los dones de Dios, es generadora de vida. Por eso hemos pensando, ¿que mejor lugar para dar ejemplo vivo de esta relación que comenzar en el Seminario, corazón de la vida diocesana? 

P.- ¿Es necesario concienciar a los sacerdotes del mañana sobre el cuidado de la Casa Común?

R.- Por supuesto. Siempre ha sido importante (y hoy probablemente más que nunca) que los sacerdotes conozcan esta realidad, entre otras cosas porque forma parte esencial de la Doctrina Social de la Iglesia y, por tanto, del ‘kerigma’ cristiano (EG 177-179). Como expresa el decreto constitutivo del Instituto Laudato sí’, “el cuidado y la custodia de la creación tienen mucho que ver con una comprensión adecuada del misterio que somos nosotros, del misterio que es la persona humana. Una ecología integral exige una antropología adecuada… Por eso, también aquí la persona de Cristo es decisiva”. Sin esta clara conciencia los sacerdotes del mañana no podrán ni cuidar la creación ni enseñar a cuidarla ni pastorear y custodiar a los hombres de una manera adecuada. No todo se puede enseñar con un libro o en una clase.

Es importante para un futuro sacerdote “ponerse manos a la obra” y así comprender que está llamado a ser “un jornalero en la viña del Señor”. Un humilde servidor llamado a entender, aceptar, y seguir los tiempos de Dios presentes en la creación y que no siempre son los nuestros. Implica aprender a colaborar con Dios sin apropiarse de Su obra. Implica aceptar sin agobios que lo que uno planta ahora dará fruto más adelante (tal vez incluso uno ni lo vea ni lo disfrute para sí) y que, por tanto, soy llamado a sembrar y custodiar hasta que el Dueño de la viña quiera recoger el fruto. Implica, como antes comentaba, revalorizar de nuevo la capacidad de asombro que el hombre experimenta en contacto con la creación y que es la puerta de entrada para hacerse las preguntas fundamentales de la vida y ponerse en camino para responder en verdad a las mismas. Y ese camino, esa verdad, y esa vida es en último término Jesucristo. La creación en general, el hombre (como obra cumbre de la creación) en particular, y este huerto en el Seminario quieren ponernos en movimiento hacia Cristo “camino, verdad, y vida” (Jn 14,6). Así, representa una formación sumamente humana y, en consecuencia, sumamente cristiana.

P.- ¿Cuándo se prevé que esté activo el huerto?

R.- La huerta comenzó este pasado mes de octubre. Pero plenamente activa llevará algún tiempo, porque los seminaristas, con la ayuda y supervisión de D. Bernardo, su instructor, han comenzado desde cero: limpieza del terreno, delimitación y vallado de la huerta, estructuración y preparación de las balas de paja, y luego ya vendrá el cultivo sobre las mismas.

P.- ¿En qué otros proyectos está embarcado ahora el Instituto para apoyar la encíclica papal?

R.- Estamos trabajando con una universidad americana para promover la enseñanza de la ecología integral en el mundo angloparlante. Además, estamos cerca de publicar varios libros y artículos sobre la puesta en práctica de distintas partes y propuestas de Laudato sí’. Y algunos otros proyectos que aún estamos elaborando.

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