Un año del acuerdo Turquía-UE: los menores refugiados, los olvidados de Europa

niña en un campamento para refugiados en Atenas Grecia

Las entidades sociales de la Iglesia en España denuncian que se permita incluso el internamiento de niños

niña en un campamento para refugiados en Atenas Grecia

Una niña con un estuche de acuarelas, en un campo de refugiados en Atenas

RUBÉN CRUZ | Al cumplirse el pasado 18 de marzo el primer aniversario del acuerdo alcanzado entonces por Turquía y la Unión Europea (UE) para que el país otomano ayudara a “poner término a la migración irregular” de refugiados sirios desde sus fronteras, las entidades sociales de la Iglesia en España –Cáritas, CONFER, Justicia y Paz y el Sector Social de la Compañía de Jesús– han salido al paso para denunciar que, con este acuerdo, “todos los gobiernos” de la UE son “materialmente responsables” de “violaciones de derechos humanos”.

Según su comunicado conjunto, “se trata de un acuerdo internacional, solo que disfrazado bajo el nombre de declaración”. Una argucia que habría servido para “hurtar al control del Parlamento Europeo”, pues “no ha sido objeto de ratificación ni está publicado en Diario Oficial alguno”.

Estas medidas, una vez más, “se ceban con los más vulnerables: los menores”, afirma Alberto Ares, delegado del Sector Social de la Compañía de Jesús. Este acuerdo responde a “una estrategia política europea encaminada a cerrar nuestras fronteras, pactando con supuestos terceros países seguros, y aumentando paulatinamente las expulsiones desde Europa”, explica el jesuita. Y añade: “Estas son las guías que se plantean en el nuevo Plan de Acción de la Comisión Europea sobre retorno, que, con un lenguaje confuso, permite incluso el internamiento de menores”.

El caso de Melilla

No hay que irse tan lejos, dentro de España, por ejemplo en Melilla, “se dan situaciones muy lamentables donde menores no acompañados viven situaciones de vulnerabilidad muy fuerte”, sostiene Ares. Hechos que suponen la violación de la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado internacional firmado por todos los estados miembros de la UE.

En esta misma línea se manifiesta Julia García Monge, secretaria general de CONFER. “La crisis migratoria está lejos de solucionarse y afecta de una manera especial a los menores. Duele escuchar, por ejemplo, que nueve de cada diez menores que llegan a las costas de Italia no vienen acompañados de sus padres y que los procesos de asilo y reunificación familiar se eternizan”, indica. Pero no solo eso, “sabemos además que muchos provienen de países del África subsahariana y no forman parte del programa de reubicación de la UE”, explica.

Sin embargo, “la protección a los menores, a todo menor, debería ser el objetivo primero y principal, pero queda muy lejos de hacerse realidad”.

Mientras la sociedad demanda acogida, la clase política sigue poniendo muros. “Los políticos se están quedando por detrás de la sociedad en la defensa de los Derechos Humanos”, sostiene Ares. “El acuerdo con Turquía no ha sido democrático –continúa–, y no ha tenido el respaldo ciudadano. Este modo de abordar los acuerdos y las políticas no responde a lo que nuestra sociedad reclama”. Y esto se evidencia en las multitudinarias manifestaciones en toda España que claman contra una Europa sin corazón.

En palabras de Monge, “es importante mantener esa llama de hospitalidad que alumbra en la sociedad, una llama que ilumina caminos de acogida y de defensa de los derechos humanos”, porque “la sociedad demanda a los políticos que las personas sean el centro y no otros intereses”. Por ello, “habrá que seguir denunciando los muros que dividen y que generan un sufrimiento cada vez mayor en los migrantes y refugiados, pero también haciendo propuestas que amplíen el espacio de nuestra tienda, aunque nos saquen de nuestro bienestar”.

Según lamentan las instituciones firmantes, actualmente la UE está en “negociaciones similares” con países más allá de sus fronteras y que podrían ejercer ese mismo papel de control migratorio” que Turquía: Libia, Etiopía, Níger, Nigeria, Senegal, Malí y Túnez.

Publicado en el número 3.029 de Vida Nueva. Ver sumario

 


LEA TAMBIÉN:

Compartir