¿Laicos para gestionar los bienes de la Iglesia?

Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española

Fernando Giménez Barriocanal invita a los obispos a “perder el miedo” y confiar en ellos

Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española

JOSÉ LORENZO | ¿Se pueden aplicar criterios empresariales en la gestión de la vida de la Iglesia? ¿Puede y debe la Iglesia ser empresaria? ¿Pueden los laicos administrar fielmente los bienes de la Iglesia?

A estas preguntas intentó responder Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal, en un encuentro organizado, el 2 de diciembre, en Madrid por Acción Social Empresarial. Reconoció el también consejero delegado de COPE que es un “tema controvertido” porque, por un lado, “el paternalismo económico acaba en la ruina” y, por otro, la Iglesia, para anunciar la Buena Noticia y ejercer la caridad “necesita tener bienes”.

Por tanto, “la gestión de los bienes por parte de la Iglesia tiene sentido si cumple esos fines”, aunque ha de tener elementos administrativos “diferenciadores”, que están contenidos en la Doctrina Social de la Iglesia.

En el capítulo de las concreciones prácticas, apostó por “la transparencia; una economía de rostro humano; y aplicar criterios de gestión”. Diseñar bien los objetivos y que se basen en planes realistas le parecen fundamentales. “A veces ponemos [al frente] a buenas personas, sacerdotes muchas veces, que no tienen ni idea. Y gestionar no es como ser entrenador de fútbol, que cada español lleva uno en la cabeza”, argumentó.

Barriocanal defendió que los organismos eclesiales que tengan que actuar como empresas exijan “un plus” a sus trabajadores. “Se les debe pedir una consonancia con la acción que realizan. ¿Alguien concibe que el gerente del Real Madrid sea socio del Barcelona? ¿Y por qué alguien que se confiesa budista puede ser profesor de Religión?”, apuntó. “No se trata de explotar a nadie –siguió argumentando–, pero en la Iglesia se tiene que trabajar mucho, ocho horas, pero rendir como catorce”.

Y sobre el papel de los laicos en la gestión de los bienes de la Iglesia los consideró “absolutamente fundamentales”. “Laicos profesionales, comprometidos, que tengan ganas de trabajar, con capacidad de decisión, y retribuidos, porque el suyo puede ser un trabajo que en una empresa se remunere con 3.000 o 5.000 euros, y eso no se puede comparar con los 800 que cobra un cura”. Por todo ello, invitó a los obispos a “perder el miedo a encomendarles estas tareas a los laicos”.

Publicado en el número 3.015 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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