‘El ciudadano ilustre’

película El ciudadano ilustre

película El ciudadano ilustre

J. L. CELADA | Ya lo advirtió –y lo sufrió– el mismísimo Jesús de Nazaret: nadie es profeta en su tierra. Ni siquiera un argentino, podríamos añadir. Que se lo pregunten a Messi. O al primer Nobel de Literatura de aquel país (solo el cine podía subsanar la deuda de la Academia Sueca con la patria de Borges, Cortázar o Sábato), El ciudadano ilustre que da título al nuevo trabajo de Mariano Cohn y Gastón Duprat.

La historia arranca con su protagonista (Óscar Martínez, merecidísima Copa Volpi al mejor actor en la última Mostra de Venecia) recogiendo el preciado galardón literario entre los elogios del jurado y el aplauso cerrado del auditorio. Lo hace halagado, pero sin ocultar que se trata de una “canonización terminal” de su obra. Apenas un avance de su temperamento crítico, lúcido y un punto cínico.

Cinco años después, en su mansión de Barcelona, la cámara nos descubre a un hombre sumido en el silencio creativo, cancelando uno tras otro los incontables compromisos que le programa su secretaria (Nora Navas). Hasta que una carta enviada desde el remoto pueblo natal de nuestro escritor aviva su curiosidad y su nostalgia. Quieren nombrarlo ciudadano ilustre de Salas, un lugar del que sus personajes “nunca pudieron salir” y al que él “nunca pudo volver”.

Será cuando emprenda viaje al escenario de sus novelas, a ese mosaico de sonidos, colores y gentes del que escapó décadas atrás. Un reencuentro que los realizadores estructuran en cinco capítulos, correspondientes a otros tantos episodios de la vida personal y comunitaria (el primer amor, los homenajes, la muerte…), narrados con implacable ironía y una afortunada mezcla de ternura y desengaño.

Porque, bajo el apacible discurrir de los días en aquel apartado rincón del mundo, fluye un caudal oculto de ignorancia, brutalidad e hipocresía. No menos peligroso, sin embargo, que algunas manifestaciones culturales estúpidas y vanidosas (al parecer, junto al lápiz y el papel, ingrediente obligado en el oficio y arte de escribir).

En contacto directo con los paisajes y paisanajes que inspiraron sus relatos, el visitante no solo descubrirá que la realidad supera a la ficción, sino que experimentará en sus carnes la indefensión de quien pasa de héroe a villano sin solución de continuidad. Enfrentado al universo pueblerino del que trató de huir siendo joven, el espejo de sus vecinos le devuelve ahora la imagen de un gigante de arena, tan deslumbrante y frágil como la propia fama.

Aunque sin la negritud de Trapero ni el ruralismo de Sorín, El ciudadano ilustre erige una inquietante sátira sobre nuestras miserias morales. Poco importa que surjan de los bajos instintos o de una pretendida superioridad. Más allá de caricaturas, todas ellas despiertan tantas risas como desasosiego. También esta gran película, Espiga de Plata en la última Seminci vallisoletana y candidata argentina al Óscar.

FICHA TÉCNICA

Título original: El ciudadano ilustre

Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat.

Guión: Andrés Duprat.

Fotografía: Mariano Cohn.

Música: Federico Jusid.

Producción: Fernando Sokolowicz.

Intérpretes: Óscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Belén Chavanne, Nora Navas.

Publicado en el número 3.012 de Vida Nueva. Ver sumario

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