Francisco: “La Iglesia latinoamericana es una lección para Europa”

madres y niños en Paraguay esperan al papa Francisco viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay julio 2015

El Papa rememora su reciente viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay

madres y niños en Paraguay esperan al papa Francisco viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay julio 2015

Vecinos de Bañado Norte, en Paraguay, esperan a que llegue el Papa

ANTONIO PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | Los periodistas que compartieron con el papa Francisco su vuelo de regreso del reciente viaje latinoamericano ya constataron que volvía tan satisfecho como agotado; por fortuna, en Roma la esperaban unos días de “vacaciones”, aunque ya sabemos lo relativa que resulta esta expresión aplicada a Jorge Mario Bergoglio.
Lo cierto es que, durante esa primera semana de “descanso”, su actividad pública ha sido sensiblemente inferior a lo que en él viene siendo habitual.

Su primer contacto con los fieles tuvo lugar el domingo 19 de julio, a la hora del ángelus; a pesar del calor achicharrante que ese día reinaba sobre Roma, eran varios miles de fieles los que desafiaron la canícula. “Veo que sois valientes –fueron sus primeras palabras– con este calor en la plaza, os felicito”.

Como suele, hizo una breve glosa del evangelio del día (Mc 6, 31- 34) y, más en concreto, de la siguiente frase: “Jesús, bajando de la barca, vio una gran multitud, se compadeció de ellos porque estaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”. “Yo he pedido al Señor –añadió más adelante– que el Espíritu de Jesús, Buen Pastor, ese espíritu me guiase durante el viaje apostólico que he realizado los últimos días a América Latina”.

“El continente latinoamericano –dijo a modo de conclusión de su visita pastoral de ocho días a Ecuador, Bolivia y Paraguay– tiene grandes potencialidades humanas y espirituales, custodia valores cristianos profundamente enraizados, pero vive también graves problemas sociales y económicos. Para contribuir a su solución, la Iglesia está comprometida en movilizar las fuerzas espirituales y morales de sus comunidades, colaborando con todos los componentes de la sociedad. De cara a los grandes desafíos que el anuncio del Evangelio tiene que afrontar, he invitado a alcanzar de Cristo el Señor la gracia que salva y que da fuerzas al compromiso del testimonio cristiano, a desarrollar la difusión de la palabra de Dios, a fin de que la extraordinaria religiosidad de esas poblaciones pueda ser siempre testimonio fiel del Evangelio”.madres y niños en la cárcel de palmasola esperan al papa Francisco viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay julio 2015

En el vuelo que le conducía desde Asunción a Roma, Bergoglio –respondiendo a una pregunta de Andrea Tornielli, del periódico La Stampa de Turín– concretó con estas palabras el mensaje que había querido dejar en América Latina: “La Iglesia latinoamericana –dijo– tiene una gran riqueza: es una Iglesia joven, y esto es importante. Una Iglesia joven con cierta frescura, también con alguna informalidad, no demasiado formal. Además, tiene una teología rica, de búsqueda. Yo he querido dar valentía a esa Iglesia joven, y creo que esa Iglesia puede darnos mucho a nosotros. Les digo una cosa que me ha impresionado tanto: en los tres países estaban en la calle los papás y las mamás con sus hijos; mostraban a sus hijos. Nunca he visto tantos niños, tantos niños. Es un pueblo –y también la Iglesia es así– que es una lección para nosotros, para Europa, donde la caída de los nacimientos asusta no poco y porque las políticas para ayudar a las familias numerosas son pocas… La riqueza de este pueblo y de esta Iglesia es que se trata de una Iglesia viva. Es una riqueza, una Iglesia de vida”.

El grito de la minería

Al final de su primera semana de “vacaciones”, el Santo Padre dirigió un mensaje al presidente del Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’, cardenal Peter Kodwo A. Turkson, con ocasión del encuentro Unidos a Dios escuchamos un grito, sobre los problemas que plantean las explotaciones mineras en diversos países del mundo. Es este un tema que ya trató en la Evangelii gaudium (nn. 187-190).

“Es un grito –escribe el Papa– por las tierras perdidas; un grito por la extracción de riquezas del suelo que, paradójicamente, no ha producido riqueza para las poblaciones locales, que siguen siendo pobres; un grito de dolor como reacción a las violencias, a las amenazas, a la corrupción; un grito de indignación y de ayuda por las violaciones de los derechos humanos, clamorosa o discretamente pisoteados por lo que respecta a la salud de las poblaciones, las condiciones de trabajo, a veces la esclavitud y el tráfico de personas que alimenta el trágico fenómeno de la prostitución; un grito de tristeza y de impotencia por la contaminación de las aguas, del aire y del suelo; un grito de incomprensión por la ausencia de procesos incluyentes y de apoyo por parte de las autoridades civiles, locales o nacionales, que tienen el deber fundamental de promover el bien común”.

El mensaje fue leído por el cardenal Turkson al iniciar las jornadas de trabajo, celebradas en el Salesianum de Roma entre los días 17 y 19 de julio. La treintena participantes, provenientes de diversos países de África, Asia y América Latina, aplaudieron la siguiente frase pontificia: “Todo el sector minero está llamado a realizar un cambio radical de paradigma para mejorar las situación en muchos países”.

No será una tarea fácil, porque los intereses económicos que están en juego son gigantescos. “Las empresas y sus aliados –denunció el chileno Juan Guillermo Peñaloza– realizan actos de amenaza, amedrentamiento, agresión y criminalización contra los líderes que representan a las comunidades y poblaciones, quienes defendemos el medio ambiente y los derechos humanos. En muchos casos, las agresiones han terminado con el asesinato de los defensores, como sucede en varias regiones de América Latina”.

Otro ejemplo de explotación inhumana lo ofreció la brasileña Patricia Generoso Thomas. “En un momento de extrema escasez hídrica –advirtió–, las empresas utilizan el agua para transportar el mineral de hierro desde la mina al puerto… La compañía Anglo-American se sirve de un mineroducto de más de quinientos kilómetros de longitud que utiliza dos mil quinientos metros cúbicos por hora que serían suficientes para abastecer a una ciudad de doscientos mil habitantes”.

Este encuentro, según confirmó el cardenal, servirá de preparación para otro que tendrá lugar en Roma a mediados de septiembre y en el que participarán dirigentes de grandes compañías explotadoras de minas agrupadas en el Consejo Internacional de Minería y Metales, siempre bajo los auspicios del citado Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’.

Las cuentas de 2014

Como todos los años por estas fechas más o menos, se han hecho públicos los balances consolidados de la Santa Sede y del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano relativos al año 2014. Bajo la presidencia del cardenal George Pell, el Consejo para la Economía, reunido el 14 de julio, dio su aprobación y, dos días más tarde, aparecieron los resultados en el bolletino que publica la Sala de Prensa. A nadie se le ocurrió que una rueda de prensa explicativa sería conveniente (y así se ha hecho incluso en años pasados, cuando no se alardeaba tanto de “transparencia”).

El dato más relevante de esta información es que los famosos mil millones de euros que el cardenal australiano declaró haber “descubierto” y que no habían sido nunca declarados son, en efecto, 1.114 millones de euros, que ahora –al aplicarse los Principios Contables Internacionales para el Sector Público (IPSAS, en sus siglas inglesas)– han salido, si podemos hablar así, de la clandestinidad. Se recordará que, en su día, el padre Federico Lombardi tuvo que aclarar que no se trataba de “fondos ilegales, ilícitos o mal administrados”, sino simplemente “distraídos” o “escondidos”.

El balance del pasado año, por lo que toca a la Santa Sede (es decir, los salarios del personal de la Curia, el mantenimiento de la red de nunciaturas en el mundo, los medios de comunicación…) se cierra con un “déficit” algo superior a los 25 millones de euros. Por su parte, el Estado de la Ciudad del Vaticano mantiene su tradicional “superávit”, que en 2014 se eleva a 63 millones de euros (casi el doble que en 2013, en buena parte gracias a los ingresos de los Museos vaticanos). Todos estos datos han sido certificados por un auditor externo, con lo que se define clear audit certificate.

En el nº 2.951 de Vida Nueva

Compartir