Abusos a religiosas en África, una denuncia silenciada

Dos informes de finales de los años 90 ya alertaban de coacciones por parte de superiores

Congo-abusos

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO | África es el continente donde los católicos crecen con mayor rapidez y la única parte del mundo –junto con Asia– donde las vocaciones a la Vida Consagrada aumentan año tras año. Según los últimos datos del Anuario Pontificio, en África hay algo más de 70.000 religiosas, la mayor parte de ellas africanas.

Nadie duda de que en sus 54 países hay miles de sacerdotes, hermanos y religiosas de una gran calidad humana y espiritual, que se sacrifican –en ocasiones hasta alcanzar comportamientos heroicos– por el Evangelio.

Pero hay otra cara de la moneda que resulta bastante frecuente en África: la debilidad institucional de muchas congregaciones, fundadas en su día con un propósito loable, pero no siempre con una idea clara de un carisma religioso, con pocos cimientos espirituales, una estructura de formación deficiente y una administración poco transparente en la que no faltan casos de corrupción.

Y donde hay una pésima organización y un liderazgo que no se atreve a tomar decisiones, se crea un caldo de cultivo favorable a toda clase de abusos. Los obispos que heredan estructuras dañadas de Vida Religiosa fundadas por alguno de sus antecesores, capean como pueden el temporal… o terminan desentendiéndose de una realidad que les da mil quebraderos de cabeza.

En un contexto así, sorprende poco que se den casos extremos de abusos sexuales. Lo señalaba recientemente la religiosa congoleña Rita Mboshu, profesora de la Pontificia Universidad Urbaniana en Roma.

No se conocen intervenciones sobre estos casos por parte de ninguna conferencia episcopal africana, aunque las asociaciones de religiosos en países del continente sí han intentado tomar cartas en el asunto.

En 2001, varios medios de comunicación publicaron que, tres años antes, un documento titulado El problema del abuso sexual de religiosas africanas en África y en Roma, escrito por la hermana Mary McDonald, fue presentado por las Misioneras de Nuestra Señora de África (Hermanas Blancas) al Consejo de las Dieciséis, un grupo de trabajo que se reúne tres veces al año en Roma y que está formado por las dos Uniones de Superiores Generales (de institutos masculinos y de femeninos) y la Congregación para Institutos de Vida Consagrada y Vida Apostólica, el dicasterio romano que se ocupa de los religiosos.

Artículo completo solo para suscriptores

En el nº 2.945 de Vida Nueva.

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir