Testimonio de Jeannette Touré (Costa de Marfil) al Sínodo de los Obispos

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Testimonio de Jeannette Touré, católica de Costa de Marfil casada durante 52 años con su marido musulmán:

logoVaticanoEminencias, Excelencias,
Reverendos Padres, Reverendas Hermanas,
Queridos amigos auditores de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos,

Es obvio para los cristianos decir que Dios es el que concibió la idea de la familia y que, al hacerlo, nos dio una serie de principios en cuanto a su estructura y la función desempeñada cada miembro. Por lo tanto, parece razonable creer que Él es la mejor persona para mostrarnos como todas las familias deben trabajar para evitar destruirlas. Sin embargo, una pregunta merece nuestra atención.

¿Qué es la familia? Mejor, ¿debemos hablar de la familia en singular?

La pregunta debe ser respondida sabiendo que hoy en día la familia moderna está molesta por el aumento de los divorcios, la caída de las bodas, el creciente número de niños nacidos fuera del matrimonio. Qué decir cuando vemos a nuestro alrededor, la extrema diversidad de tipos de familia: familias monoparentales, familias reconstituidas, familias rotas, familias de las comunidades, las familias, familias homosexuales… ¿Cuál es la correcta familia según el corazón de Dios?

En verdad, la familia como se desea y ama Dios es lo único que debe ser: “varón y mujer los creó para que fertilizan la tierra y ser feliz” (Gen 1, 27). Y como tal, debe ser imagen y semejanza de Dios dondequiera que se encuentre. Debe ser por su comitiva, llevando la buena nueva de su testimonio por la vida. Para nosotros, como una pareja mixta, este tema: “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” es tanto más importante que se aplica a nuestra situación: cómo un hombre, musulmán, y una mujer, cristiana católica, que se aman desde hace un poco más de 52 años y siguen amándose hoy, pueden ser testigos del Evangelio a sus hijos, los que les rodean, por sus amigos, por sus diferentes comunidades religiosas?

Nuestra contribución a este problema sería nuestro testimonio de vida: 52 años de convivencia en la tolerancia y el respeto mutuo a nuestras creencias, en apoyo de unos a otros en la educación cristiana de nuestros hijos (que están todos bautizados en la Iglesia Católica y con el acuerdo de mi marido), todo acogiendo las alegrías recibidas del Señor y llevar un montón de esperanza para los problemas del corazón. De esta unión nacieron cinco hijos y seis nietos a los que hemos enseñado a nuestros valores de respeto a los demás en la diferencia y a quién nos ha dado la fe.

Gracias a mi marido, que aceptó que nuestros hijos sean todos católicos. Asimismo, a su vez, tratan de ser portadores de la Buena Nueva a su alrededor. La familia, en especial la familia africana, tiene el deber de dar testimonio de su fe en su medio y su entorno. También es un reto cuando el peso de nuestras tradiciones son conocidas. Nuestras elecciones y decisiones tienen que ayudar a las personas a nuestro alrededor para comprender mejor, aceptar y amar a Dios.

Los modelos opuestos no siempre brilla, debemos afirmar que hay una búsqueda óptima para la felicidad de todos y de cada individuo y de la familia como un lugar de probabilidades considerables, el resultado es que nuestro mundo necesitan modelos en términos de la familia, como en muchas otras áreas. Así que, ante todas las amenazas que pesan sobre la familia, parece urgente que las familias regresan a su misión que sabiendo que:

La familia es el lugar donde sí se puede estar y, quitar su máscara sin ser juzgado; el lugar donde se aprende a tener confianza en sí mismo gracias a la mirada admirativa y al mismo tiempo lúcida que los padres transmiten a sus hijos. Es el lugar donde se vive el amor día a día, donde se escapa de la soledad, donde se aprende a compartir, a abrirse plenamente.
La familia es el lugar donde la vida social aprende con suavidad y donde se hace el aprendizaje de la diferencia; el lugar donde se transmite los valores. El caso es que la familia debe favorecer la comunicación entre sus miembros, para hacerse el lugar donde el amor debe decirse y la ternura paternal, particularmente, debe expresarse.
Ustedes lo saben ciertamente, la construcción de una familia necesita un compromiso generoso de los esposos en esta aventura formidable, un desafío lanzado al tiempo por la decisión de vivir la fidelidad, una apuesta hace sobre el amor sin mirar para atrás y tomando los medios de quedar fiel, dejando de soñar con su abertura única y con su comodidad única.

También, nos podemos dar cuenta de que las familias cuyos contornos no están claros, donde todo el mundo hace lo que quiere y piensa primero en él, no van muy lejos, ya son familias totalitarias, es decir, aquellas familias que pretenden valerse por sí mismas.

En verdad, lo es para las familias de hoy, a participar en el servicio de la ciudad para entrar en asociaciones, para entrar en relación con Dios. Y ahí está el reto al que nos enfrentamos juntos.

Jeannette Touré
El Vaticano, Roma
8 de octubre de 2014

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