“La paz no solo se construye en La Habana”

Iglesia e instituciones promueven en Colombia la 27ª Semana por la Paz

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Celebrada por primera vez en 1987 por impulso de la Iglesia católica, la 27ª edición de la Semana por la Paz (7-14 septiembre), que cuenta desde hace tiempo con el apoyo de las más prestigiosas instituciones de Colombia, tiene en esta ocasión una dimensión aún si cabe más especial, con el Gobierno de Santos dialogando a la vez en La Habana con representantes del ELN (con quienes han empezado las conversaciones) y las FARC (con los que habrían establecido ya una serie de condiciones concretas para el fin del conflicto).

Con el fin de enfatizar que el reto de la paz incumbe al conjunto de la sociedad, en lo que es el mayor proyecto común desde hace décadas, el director del Secretariado de Pastoral Social del Episcopado, Héctor Fabio Henao, ha animado a todos los colombianos a contribuir activamente en su celebración. “Esta Semana [cuyo lema es Ganemos con la paz, reconciliémonos] nos invita a reflexionar y a hacer acciones de reconciliación desde todos los niveles, en el hogar, en la escuela, en la familia; porque la paz no solo se construye en La Habana, sino en todo ambiente cotidiano”, declaró en la rueda de prensa de presentación de la campaña, días atrás en Bogotá. Y es que, como insistió el prelado:

La conclusión del conflicto armado y la construcción de la paz no serán posibles sin el compromiso de la sociedad civil colombiana, sin que cada individuo diga ‘soy capaz de aportarle a la construcción de la paz y la reconciliación’.

El también director de Cáritas Colombia fue más allá y especificó actitudes constructivas que todos los ciudadanos deberían tener a la hora de fomentar una cultura de paz. Así, a nivel estatal, Henao considera que “las distintas transformaciones que el país está abordando y, sobre todo, el plan de desarrollo deben tener un enfoque de construcción de paz y asegurar que la paz sea un conjunto de transformaciones sociales de fondo que realmente toquen la vida de las regiones donde el conflicto armado ha echado raíces”. En lo social, todos los colombianos deben “desarmar la paz y los espíritus”, pues “la construcción de la paz pasa por la discusión abierta, por la capacidad de expresarnos”, encontrando “los caminos que den solidez y estabilidad a la construcción de la paz”.

Y, finalmente, respecto a los miembros del ELN y las FARC, estos deben abandonar ya las armas y así facilitar “la reintegración, que es una oportunidad para construir una sociedad no violenta, en donde el respeto por la diferencia sea una realidad y dé paso a una democracia más profunda”. “Todos debemos comprometernos para transformar valores y cambiar la forma de relacionarnos”, concluyó.

También en el acto de presentación de la Semana, Luis Emil Sanabria, presidente de Redepaz, apeló al sosiego, a la generosidad y a la altura de miras, pues es consciente de que, cuando se anuncie el contenido de los pactos negociados en La Habana entre el Ejecutivo y los representantes de las FARC, presumiblemente, estos serán criticados con fuerza desde algunos sectores. En este sentido, desde Redepaz se proponen:

Contribuir eficazmente al éxito de los diálogos Gobierno-guerrillas, a la firma de los acuerdos de una paz digna sin vencedores ni vencidos, a crear el clima de reconciliación para su validación y cumplimiento, y a la continuidad de la construcción de paz estable y duradera.

 

Un año de compromiso

Con el fin de apoyar la celebración de la 27ª edición de la Semana por la Paz en un contexto sin duda significativo, la Arquidiócesis de Cali ha decretado en su demarcación todo un Año por la Paz. Bajo el lema Por la paz, ¿de qué soy caPAZ?, a partir del 7 de septiembre y hasta la misma fecha de 2015, desarrollarán todo tipo de iniciativas, a cargo de una mesa permanente bautizada como Aliados por la Paz y en la que están presentes las principales realidades locales.

El arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, inauguró esta iniciativa que se inició con una “arrodillatón” multitudinaria; que él explicó así: “Cuando un ser humano se arrodilla, está diciendo que no es capaz de manchar la tierra con la sangre de su hermano, además de que está reconociendo sus límites y está dejando que los demás sean como son”.

En el nº 2.909 de Vida Nueva

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