La Semana Santa vuelve a latir en el norte

Tradiciones y manifestaciones religiosas que se recuperan

Semana Santa en el norte de España

VICENTE L. GARCÍA | Tras el Concilio Vaticano II, las celebraciones religiosas en general fueron experimentando un fenómeno, abanderado de manera especial por eclesiásticos, de apuesta por la sencillez y el minimalismo. En ese pretendido alejamiento de ritualismos, boatos y ornamentaciones barrocas y churriguerescas, se iba de la mano con una sociedad que reclamaba un tratamiento diferente de lo religioso.

Sin embargo, entre las consecuencias que produjo ese cambio de paradigma, se dio una situación que hoy se está tratando de revertir: en aquellos años 60 y 70, por decreto parroquial en muchos casos, se suprimieron directamente tradiciones y manifestaciones religiosas en determinados contextos. Sin duda, en España, en el norte fue donde más lejos se llegó en este sentido, desapareciendo cofradías, guardándose imágenes en sótanos y eliminándose incluso algunas emblemáticas procesiones. Algo que afectó, fundamentalmente, a la Semana Santa en su versión más popular y cultural. Ahora, afortunadamente, el repunte que se inició en la década de los 80 avanza con vigor.

Un gran conocedor y estudioso de la Semana Santa en Cantabria, Francisco Rodríguez Díaz, nos ofrece una pincelada del discurrir de este fenómeno en su tierra a lo largo de la segunda mitad del siglo XX: “Hasta los años 60, había procesiones de Semana Santa en bastantes lugares de Cantabria. Los dos focos más importantes eran Santander y Reinosa, pues estas localidades tenían incluso Junta de Cofradías. Pero, además, existían celebraciones muy dignas en Laredo, Santoña, Torrelavega, Novales, La Cavada, El Astillero, Valdecilla… En cambio, los años 60 y 70 fueron duros.

Esta tendencia, explica Francisco, daría un vuelco en los años 80: “En Santander, entre 1980 y 1996, se consolidaron seis de las cofradías que perduraban, renacieron tres de las desaparecidas y se fundaron otras tres nuevas; solo murió, a partir de 1984, la que se había creado en 1965, y eso porque la imagen era de la parroquia de San Román de la Llanilla y el nuevo clero parroquial decidió no permitir la salida del paso.

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En el nº 2890 de Vida Nueva
 

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