Gracias, maestros

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“Sin teólogos, sin maestros, sin profesores, el empobrecimiento intelectual y pastoral llevaría a nuestras Iglesias locales a una vida lánguida y ritualista…”

Hace poco tiempo, y con el impulso e invitación de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, se reanudaban los encuentros, para el diálogo y la reflexión, entre obispos y teólogos. El tema propuesto era más que interesante y actual: La transmisión de la fe.

El teólogo presentaba el tema y el obispo hacía sus reflexiones pastorales al respecto. Las intervenciones, profundas y magistrales. El ambiente, de lo más agradable y sereno. Todos convencidos de que nuestro trabajo no tiene otra finalidad más que la de servir a la Iglesia en su propósito evangelizador.

Tenemos que felicitar a la comisión episcopal por haber recuperado estos encuentros. También por el enfoque que se le ha dado. No se trataba, como en algún momento de tiempos pasados, de polemizar y echarse reproches mutuos sobre doctrinas y disposiciones episcopales.

Ahora, los teólogos miraban a los obispos y les preguntaban cómo podían ayudarles, con sus reflexiones teológicas, en el desempeño de su ministerio episcopal. Por su parte, los obispos se ofrecían para apoyar a los teólogos en sus investigaciones y el ministerio de la enseñanza de la teología para el que habían sido enviados.

Con estas actitudes no cabía sino esperar unos muy buenos resultados, de los que, en definitiva, el Pueblo de Dios habría de ser el beneficiario.

Habían pasado tiempos en los que, por endebles opiniones sobre la pastoral de la Iglesia, se había caído en un pragmatismo inoperante que lo llenaba todo de inseguridad y de relativismo. Se quería aterrizar. Lo cual es bastante difícil sin haber despegado y volado antes. Sin teología no es posible ni el anuncio de la Palabra de Dios, ni la celebración sacramental, ni la catequesis, ni las distintas acciones pastorales encaminadas a llevar a cabo la tarea evangelizadora.

Necesitamos de la investigación, de la cátedra, del estudio, de la teoría y del concepto, de la reflexión y el pensamiento. Sin teólogos, sin maestros, sin profesores, el empobrecimiento intelectual y pastoral llevaría a nuestras Iglesias locales a una vida lánguida y ritualista.

Bien sabemos que el primer maestro en una diócesis es el obispo. Y muy conscientes de ello, los pastores de nuestras Iglesias quieren ayudarse de aquellos que están permanentemente actualizados en el conocimiento de la teología, de las Sagradas Escrituras, del derecho, de la liturgia… Maestro de los maestros es el Papa, y a su magisterio habrá que estar siempre atentos.

El pueblo de Israel se quejaba de que no tenían profetas que les hablaran de Dios. Profeta tiene que ser el teólogo, el que se acerca a la ciencia de Dios, que es don de sabiduría para aprender, discernir y enseñar. El Señor dará pastores y guías a su pueblo, a su Iglesia, y cada uno irá recordando las palabras de san Pablo cuando habla de los carismas diversos y de la unión de todos en Cristo. Pues cada uno ha recibido del Espíritu aquello que el bien de la Iglesia entera requiere.

En el nº 2.874 de Vida Nueva

Compartir