Mártires por la familia

cuadro de los mártires de los Hijos de la Sagrada Familia

La Iglesia reconoce el martirio de 19 Hijos de la Sagrada Familia y un laico vinculado a ellos

cuadro de los mártires de los Hijos de la Sagrada Familia

MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ | Nos ha llegado en estos días la noticia del anuncio de futuros mártires pertenecientes a una misma congregación religiosa. Y esta vez, de un grupo que sorprende por ser numeroso.

Fue el propio Juan Pablo II, el Papa que más beatos y santos ha subido a los altares, quien tuvo que salir al paso en primera persona de las críticas que le hacían por el excesivo número de beatificaciones que practicaba. En 1994, en un discurso a los cardenales, se defendió con audacia: “A veces se dice que hoy existen demasiadas beatificaciones. Pero esto, además de reflejar una realidad que, por la gracia de Dios es la que es, corresponde al deseo expresado por el Concilio”.

Han pasado ya casi 20 años desde que se pronunciasen esas palabras y la Iglesia sigue imperturbable en su reivindicación de aquellos cristianos que son ejemplo de vida para los demás fieles. Aunque ahora Benedicto XVI se reserva presidir solo las canonizaciones de nuevos santos, delegando en otros las beatificaciones, no cesan de publicarse los procesos de beatificación de muchos cristianos de ayer y de hoy.

Al conmemorarse los 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II, está claro que esta recomendación conciliar conserva toda su vigencia. Además, y en lo que respecta al catálogo de mártires, parece que en España ya se apagaron las voces críticas de aquellos que siempre protestaban cada vez que la Iglesia elevaba a los altares a algún mártir de la Guerra Civil.

Por todo ello, nada más ordinario –dentro de lo extraordinario que suponen sus vidas– que el Papa haya autorizado la promulgación del Decreto de martirio de 19 religiosos y sacerdotes Hijos de la Sagrada Familia y de un joven exalumno laico. Todos fueron asesinados entre 1936 y 1937, a comienzos de la contienda en España.

Hablamos de religiosos, reconocidos ahora como testigos de la fe, que murieron no por sus ideas políticas sino por fidelidad a Jesucristo y que habían ofrecido sus vidas para trabajar en favor de las familias. Son, por tanto, “mártires por la familia”.

Y es que los religiosos Hijos de la Sagrada Familia, fundados por san José Manyanet en 1864, se dedican a propagar la devoción a la Sagrada Familia, cuidando la formación cristiana de las familias, sobre todo por medio de la educación católica de niños y jóvenes.

Repartidos por España, Italia, Estados Unidos, México, Colombia, Venezuela, Brasil y Argentina, tienen como lema el mandato de su fundador: “Haced un Nazaret en cada hogar”. Por ello, es sugerente este reconocimiento de santidad, pues une la fidelidad a la propia vocación y la dedicación a la pastoral familiar.

Entre las 20 víctimas, dos fallecieron en Blanes (Diócesis de Gerona); uno en Barcelona; dos en Lérida; cuatro en Vila-rodona (provincia de Tarragona y entonces diócesis de Barcelona); uno en Cervera (Diócesis de Solsona); uno en Múnter y otro en Vic (Diócesis de Vic); dos en Sant Fruitós de Bages (Diócesis de Vic); y seis en Montcada (Diócesis de Barcelona).

El cabeza del grupo es el Siervo de Dios Jaume Puig Mirosa, sacerdote nacido en Terrasa en 1908, que tiene además la particularidad de ser el protomártir de la congregación. Fue superior y director del colegio Santa María de Blanes, con el exalumno Sebastián Llorens (del mismo grupo), y ambos fueron asesinados en plena carretera, a primeras horas de la noche del día 30 de julio de 1936. Y así, en diferentes días y meses, hasta 20.

“Su testimonio a las puertas del Año de la fe adquieren un significado y una fuerza especiales, pues, como ha afirmado el Papa, los santos y beatos son los auténticos testigos de la fe, más aún en el caso de los mártires”, afirma Josep M. Blanquet, religioso de esta congregación.

LEVADURA

La fe, como el amor, no entiende de banderas. O, en todo caso, siguiendo la sugerente imagen acuñada por san Ignacio de Loyola, nos pone únicamente bajo la bandera de Jesucristo. El compromiso social y político de los creyentes es, en muchos casos, exigencia interna del modo de vivir la propia opción de fe. Pero de ahí a bautizar nuestro credo de modo partidario, hay un trecho.

mtlopez@vidanueva.es

En el nº 2.804 de Vida Nueva.

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