Miedo a conocer la verdad

(Juan María Laboa– Profesor emérito de la Universidad Pontificia Comillas)

“En la Iglesia española se repite esta situación con el tema de las vocaciones, las secularizaciones y la falta de sacerdotes. Todos admitimos en privado la gravedad dramática del problema, pero no lo afrontamos con seriedad, con claridad, con luz y taquígrafos”

Somos conscientes de cómo, en situaciones límite, en lugar de afrontar el problema, intencionadamente o no, realizamos toda clase de piruetas para ocultarlo o desfigurarlo. A veces, lo silenciamos, sin más, y actuamos como si no existiese. Lo mismo sucede con las instituciones. Por desgracia, el miedo a conocer la verdad, el encubrimiento de cuanto sucede, no sirve para nada. Al contrario. La verdad es tan tozuda que el problema reaparece agravado una y otra vez.

En la Iglesia española se repite esta situación con el tema de las vocaciones, las secularizaciones y la falta de sacerdotes. Todos admitimos en privado la gravedad dramática del problema, pero no lo afrontamos con seriedad, con claridad, con luz y taquígrafos. Resulta desconcertante el elevado número de sacerdotes recién ordenados secularizados poco después. ¿Qué causas se ocultan tras ello? No parece que pueda invocarse en estos casos la formación atrevida de los seminarios actuales. ¿Por qué desaparecen tan pronto el entusiasmo, la ilusión, la entrega? No se sabe, no se contesta.

¿Por qué se han ordenado, qué dificultades han encontrado, eran capaces de conectar con los fieles y de anunciarles el mensaje de Jesús? Produce pavor a los responsables si a los seminaristas o recién ordenados se les dirigen estas preguntas. Hay diócesis que agotan su creatividad y medios económicos cazando vocaciones en territorios de misión. Las más ricas conquistan especímenes de todas las razas y países. ¿Conocemos los medios empleados, las condiciones, el éxito del experimento? Se impone la ley del silencio y del encubrimiento.

¿Cuántas veces ha tratado la Conferencia Episcopal cómo va a afrontar la drástica disminución de sacerdotes y religiosos? Mirar a otro sitio, suprimir parroquias, contratar emigrantes, ¿disminuirá el problema? ¿Tranquilizará el ánimo invocar Lerma? Mientras tanto, los creyentes seguimos en babia.

En el nº 2.727 de Vida Nueva.

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