Bertone seguirá al frente de la Secretaría de Estado

Tras presentar su renuncia por motivos de edad, el Papa confirma al cardenal como su mano derecha

Vat-Bertone-y-Papa(Antonio Pelayo– Roma) Si alguien había albergado dudas sobre la permanencia del cardenal Tarcisio Bertone al frente de la Secretaría de Estado (las hubo, y se difundie­ron sotto voce por los pasillos de la ­Curia), puede retirarlas al baúl de los recuerdos, porque Benedicto XVI las ha cancelado de un plumazo y de forma solemne. El purpurado cumplió 75 años el pasado 2 de diciembre (nació en la localidad piamontesa de Romano Canavese en el año 1934) y, sometiéndose a las normas del vigente Código de Derecho Canónico, escribió al Papa una carta poniendo en sus manos el cargo de secretario de Estado, del que tomó posesión el 15 de septiembre de 2006 (aunque su nombramiento se había hecho tres meses antes, no entró en vigor hasta la fecha citada, como gesto de respeto a su predecesor, el cardenal Angelo Sodano). Pocos meses después, a Bertone le llegó una nueva prueba de la estima y confianza pontificias, al recibir (el 4 de abril de 2007) el título de camarlengo de la Santa Iglesia Romana, sucediendo al español Eduardo Martínez Somalo.

El viernes 22 de enero, en la primera página de L’Osservatore Romano se hacía pública la carta que Benedicto XVI había dirigido el 15 de enero al “venerado y querido hermano, el Señor Cardenal Tarcisio Bertone”, confirmándole como su primer colaborador en el gobierno de la Iglesia universal. El texto original del escrito está redactado en alemán como para subrayar su carácter personal.

“En la presente circunstancia –escribe el Pontífice, después de agradecer al cardenal su “fina sensibilidad” por haber puesto en sus manos el cargo de secretario de Estado–, con vivo reconocimiento quiero recordar el largo camino de nuestra colaboración iniciada con su trabajo como consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Pienso también en el delicado trabajo que usted ha realizado para construir el diálogo con Monseñor Marcel Lefebvre y no olvidaré nunca la visita a Vercelli [diócesis de la que fue obispo Bertone], que para mí fue motivo de un renovado encuentro con un gran testigo de la fe, san Eusebio de Vercelli”.

Competencia y generosidad

“Llamado por mi amado predecesor –prosigue la carta– a prestar servicio en la Curia Romana, usted desempeñó con competencia y generosa dedicación la función de secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fueron años intensos y arduos durante los cuales nacieron documentos de gran importancia doctrinal y disciplinar”.

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Cardenal Re

“Siempre he admirado –afirma el Santo Padre en el párrafo más significativo de su carta– su sensus fidei, su preparación doctrinal y canónica y su humanitas, que nos ha ayudado mucho a vivir en la Congregación para la Doctrina de la Fe un clima de auténtica familiaridad unida a una decidida y determinada disciplina de trabajo”.

“Todas estas cualidades –concluye– fueron el motivo que me llevó, en el verano de 2006, a la decisión de nombrarlo mi Secretario de Estado y son la razón por la cual en el futuro tampoco quisiera renunciar a su preciosa colaboración”.

Un rápido análisis de esta carta permite concluir que, salvo que la Providencia decida de otro modo, el cardenal Bertone no sólo queda confirmado como secretario de Estado, sino que será él quien conduzca la sucesión de Joseph Ratzinger en la Cátedra de Pedro le moment venú (cuando llegue el momento), por utilizar un eufemismo que se hizo famoso en Francia para hablar de la muerte del general De Gaulle. No creo necesario insistir en la importancia que asume este gesto de cara al futuro de la Iglesia.

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Cardenal Kasper

De modo oblicuo, la confirmación del cardenal Tarcisio Bertone abre la margarita de suposiciones sobre la decisión que tomará el Papa en los diversos casos de cardenales que ya han cumplido los 75 años y que siguen al frente de diversos organismos de la Curia. El caso que suscita mayores expectativas es el del cardenal Giovanni Battista Re, que el 30 de enero cumple 76 años y que, por lo tanto, lleva ya un año de “prórroga” al frente de la Congregación para los Obispos, organismo sobre el que recae la responsabilidad de ocuparse “de todo lo que se refiere al nombramiento de los obispos”. El cardenal Re ha recorrido todo el escalafón de la Secretaría de Estado, donde fue asesor y sustituto (con Juan Pablo II), y de la citada congregación, de la que primero fue secretario y, desde el año 2000, prefecto. Entre sus posibles sucesores, los mentideros citan al actual nuncio en Italia, el arzobispo Giuseppe Bertello, de 67 años de edad, amigo de Bertone.

Cerca de los 75 años

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Cardenal Hummes

Otro cese inminente parece ser el del cardenal Walter Kasper, que está muy cerca de los 77 años de edad (los cumplirá el 5 de marzo) y que desde marzo del 2001 es presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, donde ha llevado a cabo una labor muy notable. Su sucesión, por lo tanto, no será fácil, pero ya se habla del actual obispo de Regensburg (Ratisbona), Gerhard Müller, ligado al Papa por una sólida amistad.

En agosto cumplirá los 76 años el brasileño Cláudio Hummes, prefecto de la Congregación del Clero, y un mes y medio más tarde llegarán a la misma edad su colega de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el esloveno Franc Rodé, y el del Pontificio Consejo ‘Cor Unum’, el alemán Paul Josef Cordes. No por razones de edad (pues tiene 73 años), sino de salud, se viene hablando desde hace algún tiempo de la posible dimisión del cardenal indio Ivan Dias al frente de la estratégica Congregación para la Evangelización de los Pueblos; pero el más directamente interesado oscila, por lo que nos dice, entre la renuncia y la continuidad en su cargo. Benedicto XVI, por supuesto, no tomará en este caso ninguna decisión sin haber obtenido previamente el consenso del purpurado.

Más allá de estas disquisiciones, la festividad de San Francisco de Sales (el 24 de enero), patrón de la “tropa periodística” (expresión acuñada por nuestro querido José María Javierre), fue celebrada con una Eucaristía presidida por monseñor Claudio Maria Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, quien, a continuación, presentó en la Sala de Prensa el mensaje que Benedicto XVI nos ha dirigido a todos los que trabajamos en este campo. Al coincidir con el Año Sacerdotal, el lema escogido ha sido El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra. Con esa rara capacidad que tienen nuestros colegas italianos para la titulación, al día siguiente apareció en los periódicos de este país la expresión ciber-sacerdote, como síntesis del meollo del documento pontificio, que es mucho más amplio.

Vat-web-vaticano“La creciente multimedialidad –escribe Ratzinger en el mensaje– y la gran variedad de funciones que hay en la comunicación pueden comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo por la mera exigencia de hacerse presentes, considerando Internet solamente, y de manera errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario, se pide a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, para ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a través de las muchas ‘voces’ surgidas en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis”.

En su conferencia de prensa, monseñor Celli destacó la sugerencia del Papa de que “quizás podamos abrir en la red un espacio –como el “patio de los gentiles” del Templo de Jerusalén– también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido”.

Y retomamos la crónica de la semana pasada, en la que dimos telegráficamente la noticia de la presentación de los Lineamenta (orientaciones o directrices) para la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos que Benedicto XVI ha convocado en Roma, del 10 al 24 de octubre de este año, sobre La Iglesia en Oriente Medio: comunión y testimonio. Fue el secretario general de la institución sinodal, el arzobispo Nikola Eterovic, el encargado de ofrecernos una síntesis del documento, y lo hizo con su habitual precisión.

La finalidad del Sínodo

Los Lineamenta constan de tres capítulos, precedidos de una Introducción en la que se subraya la finalidad eminentemente pastoral de la Asamblea Sinodal. Los tres capítulos centrales abordan estos temas: la Iglesia católica en Oriente Medio, la comunión eclesial y el testimonio cristiano. Cada uno va acompañado de una batería de preguntas (32, en este caso) para que los Sínodos de las diversas iglesias orientales católicas, las conferencias episcopales, los dicasterios de la Curia romana, la Unión de Superiores Religiosos y otros destinatarios institucionales puedan utilizar como base del debate que se desea animar antes de la convocatoria romana. Con las respuestas que lleguen se elaborará el Instrumentum laboris (documento de trabajo), que el Papa presentará en Chipre el 5 de junio, durante su viaje a la isla mediterránea.

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El arzobispo Eterovic, durante la presentacion de los 'Lineamenta' en el Vaticano

“La esperanza cristiana –dijo monseñor Eterovic– ha animado a los fieles durante dos mil años. También hoy, aun en medio de dificultades y desafíos, sigue siendo para los cristianos y los hombres de buena voluntad la fuente inagotable de la fe, de la caridad y de la alegría de ser testigos del Señor Jesús”. El Sínodo, en efecto, intenta reavivar la esperanza de unas comunidades que viven en países como Egipto, Turquía, Irak, Líbano, Irán y los territorios palestinos ocupados por Israel –entre otros–, donde son objeto de una persecución cada vez más violenta. Eterovic lamentó “los abundantes obstáculos al ejercicio de la libertad religiosa, que es un derecho fundamental”.

Para rematar, los días 20 y 21 de enero se celebró en Roma la reunión del Consejo de Cardenales para el estudio de los problemas organizativos y económicos de la Santa Sede (del que forma parte el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco). En la nota de prensa se afirma que, “no obstante el cuadro general de dificultades que permanecen, las tendencias económicas y financieras indican una ligera mejoría”. Al día siguiente, Benedicto XVI se encontró con todos los cardenales y arzobispos (una treintena) que dirigen los diversos organismos de la Curia romana. Aparte de que se han reunido, no sabemos nada más.

Proseguir el camino de la comunión

Benedicto XVI, de cuya sensibilidad ecuménica nadie sensato puede tener dudas, ha dedicado a la anual celebración de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos una especial atención. Anunció su comienzo en el Angelus del domingo 16, le dedicó su catequesis en la audiencia general del miércoles 20 y asistió a la solemne celebración de las Vísperas el lunes 25, en la Basílica de San Pablo Extramuros, donde estuvo acompañado de diversas personalidades que representaban a las más importantes Iglesias y confesiones cristianas (ortodoxos, anglicanos y luteranos).

En su homilía, recordó el centenario de la Conferencia Misionera de Edimburgo, que muchos consideran como el acontecimiento que determinó el nacimiento del moderno ecumenismo, y animó a todos los presentes a proseguir en el camino de la unión, porque –dijo– “¿cómo podrán los incrédulos acoger el anuncio del Evangelio, si los cristianos, que todos invocan a Cristo, están en desacuerdo entre ellos?”. Luego añadió: “Mientras caminamos hacia la plena comunión, estamos llamados a ofrecer un testimonio común frente a
los desafíos cada vez más complejos de nuestro tiempo, como son la secularización y la indiferencia, el relativismo y el hedonismo, los delicados temas éticos que se refieren al principio y al final de la vida, los límites de la ciencia y de la tecnología, el diálogo con otras tradiciones religiosas”.

En el nº 2.693 de Vida Nueva.

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