Una forma de estar en el mundo

Las Fraternidades Marianistas agrupan en España a mil laicos “en misión permanente”

Fraternidades-marianistas(José Ramón Navarro Pareja) “Vivir en estado de misión permanente”. Aquel deseo expresado por el beato Guillermo José Chaminade sigue hoy presente en las Fraternidades Marianistas, comunidades cristianas de seglares que, “insertos en las realidades de este mundo, vivimos desde la fe en un estado de misión permanente”. Y es que este movimiento de laicos vinculado a la Familia Marianista, creado en España hace 27 años, tiene como objetivo “hacer presente a Cristo entre los hombres, siguiendo el ejemplo de María y estando unidos a Ella”.

Fraternidades-marianistas-2Una realidad que hoy conforman más de mil laicos en toda España, agrupados en un centenar de fraternidades y que, semanalmente, siguen un proceso de formación personal y de compromiso en la Iglesia y en el mundo. Para Ester Sánchez, actual responsable de la zona de Valencia, las Fraternidades “son un instrumento valioso para la maduración personal, así como para la vivencia y el desarrollo de la fe”. “La pertenencia a Fraternidades enriquece a sus miembros y va configurando la forma de ver y estar en el mundo”, añade.

La historia reciente de las Fraternidades en España se remonta a 1980. En el Capítulo de la provincia marinista de Zaragoza se expresa la inquietud por “promocionar, animar y consolidar” un “movimiento marianista”. Una experiencia que, para entonces, ya estaba consolidada en Chile, Argentina o Francia, pero que en España quedaba reducida a iniciativas dispersas en torno a antiguos alumnos de los colegios marianistas. Tras recibir el apoyo de la Asamblea y del Capítulo de la Orden, un equipo preparó durante dos años la creación de un movimiento donde los laicos pudieran vivir la espiritualidad marianista. Así, será en octubre de 1982 cuando nazcan las primeras Fraternidades, en San Sebastián y en Valencia. Unos meses después, se crearán también las Fraternidades en la provincia de Madrid, aglutinando a los diversos grupos de laicos que vivían el carisma marianista.

Fraternidades-marianistas-3Pero, a pesar de su reciente creación, el espíritu de las Fraternidades se remonta al propio fundador de los Marianistas, el beato Chaminade. Preocupado por la situación en que ha quedado el catolicismo en su país tras los años de la Revolución, Chaminade vuelve a Francia en 1800 con la intención de “reavivar o reanimar en todas partes la antorcha divina de la fe, ofreciendo, para asombro del mundo, grupos significativos de cristianos de toda edad y condición, reunidos en asociaciones especiales”. Surgen así las Congregaciones marianistas, a las que Chaminade se va a entregar durante las dos siguientes décadas. Incluso, cuando en 1817 funde la Compañía de María, lo hará pensando que los religiosos y religiosas marianistas deben ser para las Congregaciones “el hombre que nunca muere”, es decir, quienes les den continuidad y les ayuden a superar las adversidades de cada momento histórico.

Tres etapas

Fraternidades-marianistas-4En la actualidad, el “Libro de vida” de las Fraternidades Marianistas plantea tres etapas de incorporación, en un “proceso personal de maduración en la fe”. A la primera se llega a través de dos tipos de “jornadas de iniciación”: una dirigida específicamente a los alumnos que finalizan su formación en los colegios marianistas y otra abierta a cualquiera que desee formarse en este carisma. Esta primera fase, que dura unos cuatro años, finaliza cuando cada “fraterno” decide voluntariamente realizar su primera consagración a María.

En este primer momento, entre 8 y 15 personas forman cada fraternidad, el grupo en el que van a desarrollar todo su proyecto formativo. Estas pequeñas comunidades se reúnen al menos una vez al mes, aunque habitualmente lo hacen cada semana, para compartir momentos de oración, de formación, de evaluación de vida y de convivencia. Cada “fraterno” elabora, además, un “plan personal de vida” que le ayude en su proceso de discernimiento. Al compartir “nuestra oración, personalización, misión, discernimiento y formación, descubrimos a nuestra comunidad como lugar de ayuda y de exigencias mutuas”.

Fraternidades-marianistas-5Además de las reuniones propias de cada grupo, cada mes se realizan reuniones conjuntas con el resto de fraternidades de la zona. Son momentos para la formación, bien en el carisma marianista o en otros aspectos de la vida que se consideren importantes, y para la celebración de la eucaristía. La vivencia intensa del Triduo Pascual, una peregrinación a un santuario mariano –“en la que revivimos nuestro deseo de caminar siempre al encuentro de María”–, y unos ejercicios espirituales –“que nos permiten dar un tiempo en exclusiva al Señor”–, completan las actividades que realizan cada curso las Fraternidades.

No faltan tampoco diversos encuentros anuales de los grupos de cada provincia marianista, que normalmente se realizan aprovechando las vacaciones de verano. En la de Zaragoza, que engloba toda la parte este de la península, los “fraternos” que comienzan se reúnen cada año en Salinas de Jaca (Huesca) y más tarde en Logroño o Villalonga (Valencia). A partir del tercer año de pertenencia, las fraternidades inician también la experiencia de misiones de verano en diversos lugares de España. Son momentos para la formación, para las experiencias de vida y también para lo lúdico, en los que se crean unos fuertes lazos de amistad, que no en pocas ocasiones, han acabado, incluso, en firmes matrimonios cristianos.

Fraternidades-marianistas-6Cada una de las fraternidades cuenta, además, con un asesor marianista, religioso o seglar, que tiene como función principal “hacer presente de forma viva y concreta el carisma marianista en la vida” del grupo. Aunque no es un miembro más, participa en todas sus reuniones, y es en estos primeros años cuando su labor cobra una mayor importancia, “ayudando a asimilar el carisma y el proyecto de las Fraternidades”, siguiendo “de cerca la maduración personal de cada miembro”, ofreciendo “orientaciones concretas ante las dificultades”, y creando “un clima en el grupo que permita la comunicación confiada”.

Conciencia laical

La segunda fase comienza tras la primera consagración a María, “un momento muy especial que celebramos cada 8 de diciembre”, según afirma Ester Sánchez. “Es una renovación de las promesas del bautismo –explica– y una petición para llevar el estilo de vida y seguir el camino de María”. Es el momento de la profundización y de adquirir la conciencia de la misión del laico dentro de la Iglesia y el mundo. Cada año, hasta que voluntariamente se toma la decisión de plantearse la consagración definitiva, “cada ‘fraterno’ renueva el espíritu de su primera consagración haciendo una revisión de su camino en Fraternidades y manifestándolo públicamente en una celebración comunitaria”.

Fraternidades-marianistas-7La preparación para la consagración definitiva supone “un momento de vital importancia, una oportunidad para abrirse a una vivencia adulta de la fe y empezar a vivir lo que el padre Chaminade llamaba ‘la fe del corazón’”, señala Ester. Es también el momento de asumir “el carisma marianista como ingrediente a la identidad personal y las Fraternidades como comunidad de referencia”.

Aunque en cada provincia marianista tienen un funcionamiento en cierto modo autónomo, los distintos grupos se coordinan también a nivel nacional e internacional. A aquellas iniciativas de Argentina, Chile y Francia a las que se sumaron los españoles, pronto se fueron añadiendo comunidades de la mayor parte de los países en los que hay presencia marianista, como los Estados Unidos, Canadá, México, Australia, India, Japón, Corea del Sur, Kenia, Austria, Irlanda, Suiza, Italia, Togo, Congo, Costa de Marfil, Brasil, Ecuador, Perú y Colombia. En los Encuentros Mundiales de las Comunidades Laicas Marianistas, que se celebran periódicamente, se reflexiona sobre los aspectos comunes de este carisma.

 

Una realidad viva

Tras 27 años de historia, las Fraternidades Marianistas son una realidad viva. Los alrededor de mil laicos que las integran en toda España tienen una presencia muy activa en el mundo de la educación, colegios y universidades, y un marcado compromiso eclesial, fiel a ese espíritu de “misión permanente” que heredaron de Chaminade. Comprometidos en la vida de sus parroquias, como catequistas o monitores, implicados en el Foro de Laicos, en la vida de cada diócesis o en Cáritas y otras entidades de acción social, o creando sus propios proyectos de solidaridad, a menudo vinculados a iniciativas marianistas. En un paso adelante, las Fraternidades de Valencia se plantean ahora cómo anunciar el Evangelio en la vida pública de una forma más explícita, en unos momentos de crisis que “interpelan nuestra vida cristiana”. En definitiva, un compromiso de ser “laicos en medio del mundo” y visibles, para “asombrar al mundo”, como aquellas Congregaciones que creó Chaminade hace ya más de 200 años.

En el nº 2.681 de Vida Nueva.

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