Juan Javier Martín Hernández: “El testimonio del Hermano Rafael me cautivó”

Abad de Oseira (Ourense)

Juan-Javier-Martín(Texto y foto: José Ramón Amor Pan) Casi tres horas de conversación que pasaron como un instante de eternidad. Así podría resumirse el encuentro con Juan Javier Martín Hernández (Sonseca, Toledo, 1969) en el maravilloso contexto del monasterio de Oseira, en Ourense, del que es abad desde el 29 de junio. Sorprende su juventud y fascina la naturalidad, el optimismo y el entusiasmo que irradia. Era como si nos conociésemos de toda la vida… Y vienen a la memoria aquellas hermosas palabras del Hermano Rafael Arnáiz: “Dios me quiere tanto que los mismos ángeles no lo comprenden”, porque sólo desde esa profunda convicción se puede respirar alegría por todos los poros de la piel.

Juan Javier entró en el Císter en 1993, en San Isidro de Dueñas (La Trapa, precisamente, del Hermano Rafael). “Estaba estudiando Empresariales, después de formarme con los maristas. Me movía en un grupo parroquial en mi pueblo, con unos curas jóvenes muy dinámicos, muy entregados. Tenía coche, viajaba, pero notaba que eso no me llenaba. Nos propusieron hacer ejercicios espirituales y ahí descubrí que mi vida sólo tendría sentido desde Dios. Poco después encontré en la biblioteca parroquial un libro del Hermano Rafael que me cautivó. Juan Diáñez, uno de los curas, me pidió que fuera con él un fin de semana a San Isidro, porque él no conducía y yo sí. Ahí se produjo una tormenta interior… Dejé la carrera para hacer el servicio militar y así poder tomar distancia de mi realidad cotidiana y pensar. Hice la peregrinación diocesana a Santiago de Compostela con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud y, allí, cuando el Santo Padre propuso como modelo para los jóvenes al Hermano Rafael, vi el fogonazo definitivo”. La canonización del Hermano Rafael tendrá lugar en Roma el próximo 11 de octubre y allí piensa estar  nuestro abad, como no podía ser de otra manera. Antes, los días 1, 2 y 3, tendrá que lidiar con la celebración en Braga y Oseira del IV Congreso Internacional sobre el Císter en Portugal y Galicia.

En 2004 vino a Oseira enviado por su abad a pasar un año de estudio fuerte. Oseira fue fundado en el año 1134 y, tras la Desamortización, recuperó la vida monástica en 1929 y hoy es uno de los grandes centros del Císter. En 2006 Juan Javier regresó a este monasterio como superior, siendo ordenado sacerdote por el obispo diocesano, Luis Quinteiro, un año después. El año en el que estamos, al finalizar los tres años que como máximo la Regla prevé para el superior, tendría que haber regresado a su monasterio; no obstante, la comunidad lo eligió abad y, por tanto, su voto de estabilidad quedó vinculado a este monasterio. “Somos catorce en la Comunidad (este año fallecieron dos). El más joven es un novicio de 32 años. Mis dos grandes retos son que Dios nos conceda el don y la gracia de la recuperación vocacional, así como hacer que todos los monjes mayores (tenemos cuatro octogenarios) tengan una calidad de vida óptima”.

Proyectos

Pero las intenciones y los proyectos del joven abad no se detienen ahí: “Habría que terminar de restaurar el primer claustro y ubicar la hospedería en su sitio original. También quisiera abrir un pequeño museo de arte con las piezas que quedan y un espacio audiovisual para que nuestros visitantes comenzasen el recorrido con una ráfaga de 8-10 minutos sobre lo que significa la vida monástica, el Císter… Hay que intentar evangelizar desde los muros, desde el arte…”. El Albergue del Peregrino es otra de sus preocupaciones, de cara ya al inminente Año Santo Compostelano, cuyos peregrinos tienen en Oseira una de sus metas.

En nuestra despedida, como especial compañía para el viaje, me deja unas sabrosas palabras de fray María Rafael Arnáiz: “Escuchad, y asombraos. Dios está en el corazón del hombre, cuando este corazón vive desprendido de todo lo que no es Él. Sólo Dios llena el alma, y la llena toda. ¡Qué bien se vive contigo! ¡Si el mundo supiera!”.

En esencia

Una película: La vida es bella, de Roberto Benigni.

Un libro: Vida y escritos del beato fray María Rafael Arnáiz.

Una canción: Introito gregoriano de la Misa de la Asunción.

Un rincón: el sepulcro del Hno. Rafael en Dueñas (Palencia).

Un deseo frustrado: no haber tenido el éxito de San Bernardo, que en año y medio atrajo a decenas de vocaciones a la vida monástica.

La última alegría: la alegría no tiene fin.

Un sueño: ver esta comunidad rejuvenecida.

Una persona: un monje tremendamente humilde, que siempre está haciendo lo que tiene que hacer (tareas muy humildes) con una alegría infinita.

Un valor: estar siempre dispuesto a levantarse después de una caída o una dificultad.

Que me recuerden por: con que me recuerde Dios es suficiente.

La mayor tristeza: el mal encarnado a mi alrededor.

Una aspiración: atinar con lo que Dios quiere para mí.

jramor@vidanueva.es

En el nº 2.674 de Vida Nueva.

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