Libros electrónicos: realidad o amenaza

Amazon acaba de lanzar el ‘Kindle’

(Juan Carlos Rodríguez) En uno de sus cuentos, Jorge Luis Borges postula la existencia de un “libro infinito”, en el que el espesor de cada hoja tiende a cero. Un libro que contenga toda la inconmensurable literatura universal. La cultura libresca, al modo de Mallarmé, siempre ha soñado con el “libromundo”, un libro universal que compendie todos los libros. Según uno de los grandes referentes de la Historia del Libro, el catedrático Antonio Rodríguez de las Heras, esa aspiración está a punto de convertirse en realidad con el Kindle, de Amazon.

Es la culminación del proceso que él denomina “migración digital”, es decir: la traslación de los libros en papel al formato electrónico. Internet, según la interpretación de Rodríguez de las Heras, no es que sea, en sí mismo, el “mundolibro”, sino que se está transformando en la herramienta capaz de abastecer de libros, sea cual sea su formato, al lector. A través de la red, ya no sólo es posible comprar cualquier libro en formato papel, sino que, por ejemplo, sólo la librería Amazon.com dispone de 120.000 títulos, incluidas prácticamente todas las últimas novedades en ensayo y novela, que, por un precio medio de 7 euros, es posible leer en el Kindle, que, de momento, se comercializa en los EE. UU. por 399 dólares y con ventas masivas.

El catedrático Rodríguez de las Heras sostiene: “La cultura libresca no entra en crisis, entra en su esplendor, porque cumple sus sueños. No hay ruptura, sino continuidad. Incluso me atrevería a hablar de una nueva democratización del libro. Yo me inclino a pensar que va a hacer un proceso imparable. Primero, por lo que está sucediendo con la música, que está marcando el camino. Y, sobre todo, porque hay un modelo de negocio sostenido. El negocio editorial va a romper”.

La cuestión básicamente no es que el Kindle -que mide 18 centímetros de largo por 13 de ancho y pesa 300 gramos- sea el invento definitivo. Pero se le acerca, después de innumerables intentos: Cybook, Rocket Book, Everybook, Librie, Sony Reader… El Kindle es un dispositivo portátil en el que se pueden descargar libros, periódicos, blogs o acceder a Wikipedia sin cables y sin tener que sincronizar con un ordenador. Y cuenta con una pantalla de tinta electrónica: de e-ink, con una visualización que gasta poca energía y tiene un aspecto similar al de una página y que al no tener retroalimentación no cansa la vista.

Amazon, el imperio norteamericano de venta de libros y discos en Internet, lo compara con el Ipod, pero, por ejemplo, Joaquín Rodríguez, autor de Edición 2.0. Los futuros del libro, prefiere recurrir a la Playstation 3 u otras videoconsolas. Al ser un dispositivo inalámbrico, no necesita estar conectado a Internet, y el precio de la conexión para bajarse el libro está incluido en el precio. Jeff Bezos, fundador de Amazon, cree que “las páginas de papel tienen los días contados y el futuro está en el libro digital”.

La cuestión es interesante. “El lector del libro electrónico no existe, se esta haciendo -explica Rodríguez de las Heras-. Ahora hay una cantidad mínima de lectores para que la experiencia arranque, pero a medida que también otras actividades se vayan realizando en la pantalla, se pasará de forma más fácil de una determinada tarea en Internet a leer”. Es decir, estamos enseñando a nuestros hijos a leer, no en un libro ni en un ordenador -en donde mantener la vista fija es, de momento, imposible-, sino en una consola portátil. La gran ruptura será cuando se pueda leer novelas en ellas. Y el Kindle, de momento, es lo que más se le acerca. Entre otras ventajas, te permite llevar 200 libros contigo.

Numerosos intentos

Aunque el libro impreso sigue siendo el invento preferido para leer literatura, ya es masiva la utilización del soporte digital para textos técnicos, científicos, profesionales u obras de referencia. El sueño del libro digital está cumpliéndose, pese a que queda mucho camino aún. Intentos como Veintinueve.com, del Grupo Planeta, que ofrecía en la red libros en formato Adobe fracasaron por la baja demanda. Pero eso fue en 2001 y sin Kindle a la ­vista.

El término e-book alude tanto al libro que puede leerse en un ordenador, como al que lo puede hacer en otro soporte digital. La Biblioteca Nacional permite consultar en Internet 10.000 volúmenes, entre manuscritos, grabados, dibujos, carteles, fotografías y mapas. La Biblioteca Virtual Cervantes ofrece la lectura íntegra de todos los grandes clásicos españoles. La UE ha aprobado la digitalización de todos los fondos de las bibliotecas nacionales de sus países: la biblioteca universal es una realidad. Y los proyectos se multiplican.

Rodríguez de las Heras sostiene que en el ordenador consultaremos, pero que acabaremos leyendo en un soporte distinto al papel. Tanto como mantiene que leeremos “otras cosas” distintas a lo que hoy consideramos libro: “Al otro lado de la pantalla electrónica ha emergido un nuevo espacio, el digital, con propiedades distintas a las de este lado de la pantalla, a las de nuestro espacio tridimensional, y muy interesantes por las posibilidades que sugieren”. Eso significa la creación de un nuevo libro, es decir, uno que combine texto, fotografía, video, sonido… para contarnos una historia.

Y aquí la tecnología va por delante de los autores: “Una vez que resida el libro en el espacio digital y se haya desprendido del papel, ¿va a seguir manteniendo la forma adquirida en la página? ¿Por qué no surgirán formas nuevas de organización del texto?”.

El periódico digital sirve como ejemplo. Es la transformación de la estructura textual, que no es una mera copia de la forma impresa, sino que inventa su propia lógica, incluso para introducir otros vehículos de la palabra, de la escritura. “Habrá libros red, creados por autores y lectores colectivamente, y habrá libros que crearán redes de lectores a partir del ingenio de un solo autor”, explica Joaquín Rodríguez. Pero esa será otra revolución. Y ya ha habido algunos intentos.

Tantos que algunos se atreven a pronosticar un futuro con muchos más lectores, pero sin librerías. Y hasta sin editoriales. Un autor escribe un libro, lo cuelga en su web o negocia con Amazon o cualquier otra librería virtual. Y ya está. Los autores serán los más beneficiados. Aunque tendrán que salvar la piratería a la vista. El futuro del libro ya está aquí. Aunque aún tiene que llegar a España.

La feria de Madrid cumple 75 años

“Qué va a ser de nosotros”. El director de la Feria del Libro de Madrid, Teodoro Sacristán, exclama así ante el destino de una feria sin libros en papel: eso es, sin casetas, sin firmas. Dejaría de existir. Pero, de momento, arranca este 30 de mayo para festejar su 75º aniversario con 364 casetas (20 más que el año pasado), 428 expositores, repartidos entre 259 editoriales, 119 librerías, 14 distribuidoras, 31 organismos oficiales y cinco del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina, el Caribe, España y Portugal (CERLALC). “Somos la cuarta potencia editorial del mundo, es innegable que poner al alcance de los visitantes de El Retiro todos los libros que se publican en España es una novedad con mayúsculas. Este año, también hemos añadido a todos los países latinoamericanos que van a estar presentes en cinco casetas con distintos autores”. Y eso es porque la Feria estará dedicada a Latinoamérica, con la consiguiente presencia de autores firmando y, por supuesto, interviniendo en las múltiples actividades que, cada año, crecen. Por ejemplo, Alan Pauls, Jorge Volpi o Rodrigo Fresán. Y, además de la inacabable serie de firmantes -están confirmados unos trescientos-, escritores como Carlos Ruiz Zafón o Ken Follet protagonizarán diversos encuentros, conferencias o debates en algunos de los pabellones.

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