Yung Mo Sung. Teólogo

“El capitalismo es la única religión sin camino para la redención”

Jung Mo Sung (1957) nació en Corea del Sur, pero vive en Brasil desde 1966. Laico católico y docente de la Universidad Metodista de Sao Paulo, es experto en ciencias de la religión y en educación. Sus reflexiones sobre economía están vinculadas al discernimiento de los valores más profundos de la sociedad; una “teología de la liberación de la vida frente a las fuerzas de la muerte” que hoy condenan a la culpa a millones de pobres en el mundo.

¿Qué hay detrás de acontecimientos como el Brexit y la llegada de Donald Trump al poder?

Hay una reacción a la globalización, cuyos beneficios no han sido distribuidos razonablemente en ningún lugar del mundo. Hay aumento de la desigualdad y de los movimientos de gente. Quienes no tuvieron parte en el beneficio de la distribución de la globalización exteriorizan su rabia; hacen de los inmigrantes el chivo expiatorio. La derecha aprovecha y se da un salto al nacionalismo, que no es negación del capitalismo neoliberal, sino la negación de ese flujo de empleo, a través del flujo de producción.

¿Qué decir sobre el ecumenismo práctico en torno a la defensa de la familia tradicional?

“Ideología de género” prácticamente reemplazó a la palabra “comunismo”. Se dice que va a destruir a la familia cristiana, a la fe, a la civilización. El mundo evangélico, influenciado por la teología de la prosperidad, acepta el discurso capitalista de que vida buena es aumento de consumo: “Yo tengo más, porque soy bendecido por Dios”. Pero no acepta la revolución sexual. Ella implicaría dejar de ser bendecido, perder prosperidad. La Iglesia Católica, que no tiene tanta teología de la prosperidad, tiene, en ocasiones, una postura contra el mundo. La alianza es aprovechada, nuevamente, por grupos políticos. Para el capitalismo no hay problema con la homosexualidad. Pero en la disputa del poder político se dan alianzas para conseguir apoyo.

¿Qué le hace pensar que el Papa hable de una idolatría del dinero?

Hablar de idolatría es un asunto de teología dogmática: discernir entre un dios verdadero y uno falso. La gente piensa que el Papa se refiere únicamente a un tema de Doctrina Social de la Iglesia. No. Cuando se ponen las leyes del mercado sobre las vidas humanas hay idolatría, no porque esto vaya en contra de Dios o de Jesús, sino porque va contra la vida humana. ¿Dios defiende la vida o pide su sacrificio?  Lo dijeron antes Franz Hinkelammert y Hugo Assmann. Es necesario discernir los valores profundos de la sociedad y cambiar la imagen de Dios que la Iglesia predica.

¿Cómo hablar de misericordia en el plano económico global?

Hablar de misericordia tiene efectos en la discusión económica. Todo programa social de estado social responde al derecho del ser humano, del ciudadano. Pero, para algunos, si una persona no tiene parte en el contrato, no tiene derechos. Los programas sociales serían un robo a los ricos, para dar a los pobres. Según la Biblia, la idolatría tiene ojos, pero no ve la miseria del pueblo; tiene oídos, pero no oye el clamor de los pobres. Insensibilidad. El pobre sufre dos veces: por sentimiento de culpa de ser pobre y no poder dar a su hijo; culpable porque no tiene derecho. La condición para que las personas empiecen a luchar es que salgan de esa culpa. El capitalismo es la única religión de culpabilización total sin camino para la redención.

Hay un fundamento más abajo del derecho natural. ¿Por qué debemos cuidar a los pobres? Por misericordia. No importa si se tiene o no derecho, si se es culpable o no. Siento misericordia en mi corazón, pero mi razón dice otra cosa. Hay un fundamento más profundo que el derecho. Dios no nos culpa, no cobra. La persona es libre para luchar por sus derechos y los derechos de sus hermanos. 

DICTO SENTENCIA

  • “Yo hago teología de la defensa de los pobres y de las víctimas; teología de la liberación de la vida frente a las fuerzas de la muerte”.
  • Según afirma, hace falta el desarrollo de una teología de la reconciliación que conjure la culpa que el capitalismo impone a los pobres.

Miguel Estupiñán

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