Tribuna

Gracias, Dom Cláudio Hummes

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La partida de nuestro hermano, el cardenal Cláudio Hummes, arzobispo emérito de São Paulo, deja un profundo vacío en la Iglesia de América Latina y el Caribe. Su legado, especialmente en la Iglesia amazónica, le permitieron trascender como uno de los más grandes e insignes obispos de nuestro tiempo.



Fue el principal impulsor de la Red Eclesial Panamazónica (Repam), plataforma que capitalizó el Sínodo Amazónico de 2019 y, por ende, la creación de la inédita Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), instancias que lideró con pasión misionera como desde el primer día, cuando se encarnó entre los indígenas haciéndose uno más entre ellos.

Hoy muchos lo recuerdan como el Francisco de la Amazonía, haciendo esa alegoría a san Francisco de Asís y, por consiguiente, a la de su gran amigo Jorge Mario Bergoglio. Como no olvidar aquel 13 de marzo de 2013 cuando desde la loggia de San Pedro acompañó al recién electo papa Francisco con su emblemático susurro: “No te olvides de los pobres”, con el cual adoptó el nombre y ha tejido la columna vertebral de su pontificado

Y es que el Santo Padre no dudaba en consultar a Dom Cláudio en momentos clave, sobre todo cuando la tormenta más arreciaba, en él encontraba aquel pastor sencillo y firme en sus convicciones y sus opciones de fe en favor de los más pobres y olvidados.

Cardenal Cláudio Hummes / CNBB

El cardenal Hummes nos deja un legado ingente de teología inculturada en el Evangelio de su contacto con las heridas del Pueblo de Dios más necesitado –como buen franciscano– con el que caminaba al lado, denunciando las injusticias desde el grito de la Tierra y de los pobres, y anunciando la Buena Nueva con la parresía profética del buen pastor que cuida a su rebaño. Fue un hombre que abrió caminos para la Iglesia misionera y encarnada, así como así como lo hicieran Dom Pedro Casaldáliga, Dom Hélder Câmara y muchos otros hermanos en el episcopado que abrazaron con su vida la opción por los pobres.

Esencia de sinodalidad

Nuestro hermano Dom Cláudio hizo suyas las convicciones del Concilio Vaticano II, aferrado a la necesidad de una nueva ministerialidad en la Iglesia, lejos de proponer una formulación autorreferencial que pudiera provocar crispación o división, siempre misionó con una conciencia irrenunciable de comunión desde la idea de la unidad en la diversidad y en la descentralización, esencia de la actual sinodalidad a la que ha convocado el Sumo Pontífice.

El ministerio del cardenal Hummes es ejemplo palpable de caminar juntos, porque la mayor causa de santidad es el Evangelio y, como discípulo de Cristo, su llama seguirá encendiendo corazones por amor al Reino y a los pobres. Esta edición de Misión Celam es un homenaje de gratitud y reconocimiento a su vida y obra.

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