Tribuna

En recuerdo de mi viejo amigo Jordi Bonet

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Tenía unos 20 años y, en una casa de campo Can Prat Vell, un tal Jordi Bonet se despedía del incipiente escultismo católico y pasaba el testigo a Josep Ma Martorell, comisario general del escultismo católico en Cataluña, que, inspirado en una figura emblemática, el sacerdote Antoni Batlle, debía continuar la presencia y unión de un escultismo católico, acción que tuvo sus opiniones contrarias. Se contaba con el apoyo de una burguesía catalana y católica.



Entonces, como mi servicio en la época era la formación, Jordi Bonet me propuso organizar las jornadas de formación en Olazagutia para los responsables navarros y vascos. Entré en contacto con Pachi Larraz, primer consiliario, y Cemborain, entre otros. De ahí nació una colaboración y amistad. Me propuso en la Asamblea de Salamanca, en 1968, ser su adjunto, y de ahí nuestra relación. Le acompañé a las conferencias del escultismo católico en Roma, Dusseldorf, Aachen… Incluso a la inolvidable audiencia con el Santo Padre Pablo VI.

Pastoral de la amistad

Tuvimos reuniones todos los miércoles y, después, cena en su casa con Mariona, su esposa, hija de Conchita Badia, y alguno de sus hijos. Estableció relaciones con López Palop, presidente de Scouts de España (notario, de gran calidad humana y dialogante), con las Guías de España (difícil su trato con la cúspide en San Sebastián) y con el obispado, en discrepancia con el arzobispo Morcillo y Guerra Campos, de Madrid.

Los laicos católicos queríamos estar presentes y activos en el mundo juvenil a partir del escultismo católico. Se relacionó políticamente, muy acertado, con Michel Rigal, comisario de Scouts de France, que facilitó la entrada y la conexión con la Santa Sede. De ahí, el mensaje del Papa Juan XXIII a la AGESCI, entre otros.

Por toda la geografía

Fruto de su experiencia, aunó a las entonces delegaciones diocesanas del Escultismo, empezando por Vic y, en 1956, Barcelona establece relación con Navarra y el seminario de Vitoria, donde también estaba apostólicamente el escultismo; de ahí la extensión por el actual País Vasco, en Madrid, en Sevilla (con el joven Carlos Ros, consiliario general), y en Salamanca, con influencia de los escolapios. También algo en Valencia y en Baleares con Eladi Homs.

Se introdujo en la Conferencia Internacional de Escultismo Católico (CICE) por su habilidad, su dominio de idiomas (habla en alemán con el papa Benedicto en Barcelona) y su reputación profesional, incluso en la discusión técnica sobre la continuidad o el parón de la Sagrada Familia.

En la clandestinidad

Organizó de buen principio la OIEC, que va cambiando de nombre, adaptándose constantemente en las reuniones en su despacho, en Reina Victoria, donde su padre, Bonet Gari, amigo de Gaudí, acogía al entonces clandestino Institut de Estudis Catalans con la presencia del abad Escarré de Monterrat.

Al final se crea el Movimiento Scout Católico y, al pasar los años, el presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo Díaz Merchán, firma el primer nombramiento de presidente a nuestra asociación católica, correspondiendo a mi amigo Jordi Bonet.

Perfil personal

Quisiera finalizar diciendo que esquiaba muy bien, en su casa de La Molina; no se cansaba y con algunos años incluso me superaba, sin duda. En nuestras reuniones o asambleas no tenía prisa. Alguna delegación se levantaba, pero él, pidiendo excusas, continuaba hasta acabar el programa.

Muy pocas veces lo vi enfadado. Era un gran político, en el sentido noble de la palabra, resistente, constante y, sobre todo, un fiel hijo de la Iglesia y de su patria. Los conciertos familiares del día de San Esteban tenían este carácter católico y catalán.

‘Fins aviat’. Jordi, ¿te acuerdas? ‘No tardis Jack, els vells companys van deixar la plantacio, se sent les seves veus cantant. No tardis Jack’.

Rafael Méndez Hellín fue el presidente del Movimiento Scout Católico entre 1979 y 1988.