Tribuna

Bajo el signo de la esperanza nace un proyecto largamente soñado

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Nace la red de catequistas latinoamericanos y caribeños.



1. Cuando los sueños no son solamente sueños

Hay un libro de un sacerdote argentino[1]cuyo título llamó siempre mi atención: “El sueño de Francisco: la ‘Evangelii gaudium’”. Contrariando al célebre Calderón de la Barca en su condena a la libertad humana que cae presa del determinismo, el Papa afirmó hace ya 10 años “sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual…”[2] Así, ya desde el comienzo de su Pontificado, nos convocó a abandonar el “siempre se hizo así” y nos entregó su primera exhortación apostólica que posee un innegable y evidente carácter programático.

No fue ésta la única referencia a sus sueños. Francisco expresa sus grandes ideales en forma de sueños que luego dan lugar a proyectos, programas, políticas…Es decir que el Papa sueña no como un utópico sino como un planificador. El  2 de febrero de 2020, fiesta de la Presentación del Señor, en el séptimo año de su Pontificado, Francisco nos regaló la exhortación apostólica postsinodal ‘Querida Amazonia’. Aquí desarrolló estos cuatro sueños: “El sueño social: la Iglesia al lado de los que sufren, el sueño cultural: cuidar el poliedro amazónico, el sueño ecológico: un sueño hecho de agua y el sueño eclesial: una Iglesia con rostro amazónico”. En 2022, en su encuentro con los Trapenses que estaban celebrando su Capítulo General, se detuvo en la presentación de cuatro sueños para la Iglesia: comunión, participación, misión y formación.

Hoy, en pleno camino sinodal, “soñamos con una Iglesia abierta, disponible y atenta a las necesidades de la humanidad. Soñamos con una Iglesia que transparente en su actuar el rostro de Jesús. Soñamos con una Iglesia paciente, humilde, perseverante y audaz en la que la jerarquía esté al servicio del Pueblo de Dios. Soñamos con una Iglesia que camina sinodalmente, fundada en la igual dignidad de todos sus fieles por el bautismo, y que promueve y asegura la participación de todos en la misión.” [3]

2. El Sínodo, camino de esperanza

En el corazón de los grandes sueños vive la esperanza. El  proceso sinodal que hoy estamos viviendo se inició el 9 de octubre de 2021 y se extenderá hasta octubre de 2024. Hace referencia a una doble dimensión de la sinodalidad: caminar juntos como Pueblo de Bautizados y acompañar a la humanidad toda, de la cual la Iglesia es servidora, hacia la plenitud del Reino de Dios. Siguiendo al papa Francisco podemos afirmar “tengo una certeza dogmática: Dios está en la vida de toda persona.”[4] Por eso, una Iglesia sinodal no es sólo aquella que sabe acoger, sino también una Iglesia que sale al encuentro y está abierta a la fraternidad universal. El Pueblo de Dios que no se cierra sobre sí mismo sino que dialoga con los interlocutores de un mundo plural. En el lenguaje del Papa, se trata de “una Iglesia conectada con lo bajo, con lo pequeño, con los problemas de la gente, con los marginados por la cultura del descarte”.[5]

En los inicios de este camino algunos miembros del antiguo Proyecto RIIAL (Red Informática para América Latina) se sintieron convocados a responder al llamado del Papa, llegando a las periferias, allí donde están aquellos abandonados que Dios no abandona. En el espacio digital hallaron la existencia de muchos abandonados, especialmente jóvenes y también discapacitados que no encuentran en la Iglesia institución un lugar de acogida y de participación. De este modo, en respuesta al sueño misionero de Francisco, nació el Proyecto ‘La Iglesia te escucha’, que hoy identificamos como Sínodo Digital.

Junto a otros compañeros participé desde la primera hora en esta experiencia, un verdadero kairós de esperanza. En este fraterno grupo de trabajo fui convocado a coordinar las síntesis de las distintas fases que fueron presentadas ante la Secretaría General del Sínodo y hoy seguimos animando a los influencers/misioneros digitales en el descubrimiento de su identidad y misión. Esta profunda experiencia eclesial tocó fuertemente las fibras de mi corazón de catequista y de catequeta. Junto al Padre Omar Osiris de México participamos, a lo largo de este año, en diversas instancias formativas, ayudando a los catequistas de América Latina y El Caribe a reflexionar acerca de la profunda relación existente entre la catequesis y la sinodadidad.[6]

A lo largo de este itinerario formativo, tres preguntas fundamentales fueron haciendo su contribución a la reflexión catequética. ¿Cómo se relacionan catequesis y sinodalidad? ¿Qué aporta la catequesis a la sinodalidad? ¿Cómo hacer realidad la sinodalidad en la catequesis? A partir de ellas, pudimos descubrir que la catequesis como laboratorio de diálogo es, en definitiva, laboratorio de sinodalidad. Dicho de otro modo: educa para ser una Iglesia sinodal, viviendo ya esa experiencia durante la catequesis. Al mismo tiempo una Iglesia que vive y trabaja sinodalmente favorece una catequesis como laboratorio de diálogo.

En el nuevo Directorio para la Catequesis se reafirma el papel de la comunidad cristiana como lugar natural de generación y maduración de la vida cristiana, quedando de esta manera suficientemente subrayado que la catequesis es una acción de naturaleza eclesial, siendo esta dimensión esencial y constitutiva. En analogía con el conocido adagio sobre la relación entre Iglesia y Eucaristía, podríamos decir que si “la Iglesia hace la catequesis” (la Iglesia como sujeto de la catequesis), también es verdad que “la catequesis hace la Iglesia” (la Iglesia como objetivo y meta de la catequesis). Se afirma aquí la dimensión eclesial de la catequesis, puesto que es la Iglesia la que catequiza; pero, también se quiere entender la actividad catequística como lugar de educación para el “sentido de la Iglesia”, lugar de “experiencia” de Iglesia y como factor de renovación de la misma Iglesia.[7]

3. ¿Qué le deja el Sínodo a la catequesis?

Si bien el Sínodo concluirá en octubre de 2024, habiendo ya finalizado la primera sesión de octubre de 2023 estamos en condiciones de plantearnos este interrogante: ¿qué le deja el Sínodo a la catequesis? El capítulo 3 de la síntesis elaborada a lo largo de esta primera sesión[8] por los padres y madres sinodales aborda, específicamente, la cuestión catequética desde la lógica catecumenal, es decir desde el paradigma de la catequesis al servicio de la iniciación a la vida cristiana. No podía ser de otro modo.

Este Sínodo quiere llegar a todos: a los que viven en la periferia de todo abandono, a los que nunca recibieron el anuncio, a los indiferentes, a los que creen sin sentirse parte, a los que piensan y creen diferente, a los que nunca estuvieron y también a aquellos que se alejaron por enojo o por dolor. Y la catequesis al servicio de la iniciación a la vida cristiana, tanto a través del catecumenado en sentido estricto (para quienes no han recibido el Bautismo) como a través de la catequesis de inspiración catecumenal (para quienes ya lo han recibido y no lo viven en plenitud), en ambos casos ella busca suscitar el encuentro con la persona de Cristo. No se trata simplemente de una catequesis presacramental, sino de un camino en el cual los catecúmenos se van haciendo discípulos de Jesús. El catecumenado, en cualquiera de sus formas, tiene una naturaleza misionera.

El proceso recorrido hasta ahora en el Sínodo de la Sinodalidad nos acercó, también, un método que puede ayudarnos en el discernimiento: la conversación en el Espíritu. La catequesis es una acción espiritual cuyo protagonista es el Espíritu del Señor quien, más allá de cualquier método o estrategia, es quien puede llevarnos hacia el corazón del Misterio y ponernos en íntima comunión con Jesús. El Directorio ‘2020 lo dice con toda claridad: “Se reafirma la plena confianza en el Espíritu Santo, que está presente y actúa en la Iglesia, en el mundo y en el corazón de las personas. Esta convicción da a la tarea catequética una nota de alegría, de serenidad y de responsabilidad…La Iglesia, misterio de comunión, guiada por el Espíritu Santo, genera una vida nueva. Con esta mirada de fe se reafirma el rol de la comunidad cristiana como lugar propio de la generación y maduración de la vida cristiana… El proceso de la evangelización junto con el de la catequesis, constituyen una acción espiritual…”. [9]

La conversación en el Espíritu se centra en la calidad de la capacidad de escucha, así como en la calidad de las palabras pronunciadas. Esto significa prestar atención a los movimientos espirituales en uno mismo y en la otra persona durante la conversación, lo que requiere estar atento a algo más que a las palabras expresadas. Esta cualidad de la atención es un acto de respeto, acogida y hospitalidad hacia los demás tal y como son… La conversación en el Espíritu se centra en la persona a la que escuchamos, en nosotros mismos y en lo que experimentamos a nivel espiritual.

4. Discernir la catequesis

En la profunda relación entre sinodalidad y catequesis, descubrimos el llamado a “discernir la catequesis.” Pensar y discernir. Ambas acciones pueden estar orientadas a la misma finalidad: una catequesis más fecunda y fundamentada. Ahora bien, mientras “pensar la catequesis” alude a una acción  intelectual que puede eventualmente realizarse en soledad, “discernir la catequesis” implica ponerse en la presencia del Espíritu y dejar que Él actúe y se haga escuchar, sobre todo, en los otros participantes de la comunidad discerniente.

El discernimiento comunitario implica escucha y diálogo. Tiene que ver más con la búsqueda de aquello que agrada a Dios que con una opinión mayoritaria. Por eso, lo que cada hermano ve y propone no es una opinión más sino una propuesta desde la experiencia de Dios y desde las urgencias del Reino. El Espíritu Santo, contando con el espacio para actuar, es capaz de unir las mentes y los corazones en una respuesta común. Las posibilidades de humanización personal y de liberación integral para los más desfavorecidos, vivido con paz y alegría en el corazón, aseguran que lo elegido es voluntad de Dios.

¡Cuántos puntos de contacto entre la catequesis y la conversación en el Espíritu! ¡Cuánta fecundidad ganarían nuestros encuentros si le hacemos lugar al Espíritu! La pregunta fundamental es: ¿qué está pasando en la otra persona y en mí, y cómo está actuando el Señor al respecto? Este ”discernimiento de la catequesis” puede ocurrir tanto en los grupos de catequesis como en los equipos de catequistas, incluso a nivel diocesano y nacional y en los ámbitos catequéticos más académicos. Por eso, en este tiempo de Sínodo avanzamos de “pensar a discernir la catequesis,” puesto que los procesos de reflexión y de investigación superan la mera especulación para contribuir siempre al encuentro con el Misterio en una Iglesia que peregrina.

5. Un encuentro transformador

Un encuentro en el que se manifestó el compromiso y la decidida opción por la formación reunió a 280 catequistas durante la jornada del 22 de noviembre y a 250 en la sesión del 23 de noviembre. Todos ellos catequistas de Latinoamérica y el Caribe. El Curso-Taller de Catequesis y Sinodalidad se llevó a cabo a través de la plataforma Zoom del Cebitepal/Celam. El P. Omar Osiris y yo, ambos miembros del equipo coordinador del Laboratorio Catequístico animamos esta experiencia formativa. Ella contó con la participación de catequistas provenientes de quince países pertenecientes a las 22 Conferencias Episcopales que integran el Celam. Cabe resaltar que la convocatoria en torno a los siguientes objetivos y propósitos, se gestó exclusivamente a través de las redes sociales:

  • Descubrir las ideas configuradoras de una Iglesia sinodal en el informe de síntesis de la primera sesión del Sínodo “Una Iglesia sinodal en misión”.
  • Señalar las relaciones entre catequesis y sinodalidad.
  • Expresar las implicancias favorecedoras del nuevo paradigma catequético en la Iglesia sinodal.
  • Presentar la naturaleza, la finalidad y las actitudes requeridas en el método de la “conversación en el Espíritu”.
  • Señalar puntos de contacto entre la catequesis como “laboratorio de diálogo” y la “conversación en el Espíritu”.

La identidad del catequista latinoamericano y caribeño se erigió como protagonista, destacándose su habilidad para interrogarse ante las diversas situaciones que se plantean en su servicio catequístico. La iniciativa propia para configurar itinerarios formativos, contribuyendo así a su desarrollo en el ministerio eclesial, posiciona al catequista como un agente responsable y proactivo que toma la iniciativa por mantenerse actualizado en su servicio.

Durante las dos jornadas, los catequistas no sólo fueron testigos pasivos de las presentaciones de ambos expositores, sino que también participaron activamente en un chat continuo, planteando preguntas y reflexiones que enriquecieron las discusiones. Muchos de estos catequistas se prepararon previamente trabajando con el informe de síntesis de la primera sesión del Sínodo e interviniendo en un foro de intercambio, fomentándose así una participación más sólida.

6. En un kairós de esperanza sinodal

Finalmente, ante la destacada respuesta en las inscripciones y ante los requerimientos expresados por los participantes, surgió la propuesta de constituir una red de catequistas latinoamericanos y caribeños. Esta red, más allá de ser un canal de comunicación e información para mantenerse actualizados, busca ser un apoyo vital para acompañar a la comunidad de catequistas que, en zonas alejadas o desfavorecidas, no tienen acceso a centros de formación.

En un fecundo escenario en el que prima la diversidad, se suman también los catequistas de zonas urbanas que tienen más acceso a los centros formativos. En unos y en otros hay una manifiesta valoración por los nuevos espacios formativos. En la red ellos se intuyen a sí mismos como protagonistas de sus procesos formativos y como  diseñadores de sus propios itinerarios. En la red todos pueden aprender de todos, no hay jerarquías ni mandatos, sino la común búsqueda de una pertinente y significativa formación permanente.

Las conexiones se realizan a través de encuentros sincrónicos en la plataforma de zoom, a través de vivos, publicaciones y comentarios en el grupo de face – book denominado Red – Cat (que hoy cuenta con más de 7000 miembros), a través del foro activo denominado “Catequesis y Sinodalidad,” a través de la página de Instagram denominada Catequistas 2023 y a través de dos grupos de WhatsApps, que suman casi a 2000 catequistas.La propuesta es clara: “caminando juntos”, intercambiando experiencias y formándose no sólo  en el conocimiento teórico, sino también en las prácticas de la catequesis. Así, se busca hacer cercano lo distante, llegar a las periferias existenciales y tejer redes de vínculos, en sintonía con el llamado del Papa Francisco a una Iglesia en salida, dispuesta a ser un hospital de campaña que samaritanea en el camino de la evangelización.

Este es el tiempo oportuno, recorriendo un Sínodo que es tiempo de primavera, tiempo de esperanza, tiempo de nacimiento. Podemos empezar a construir una red. “Son necesarios los tejedores de redes, es decir, gente que dedique tiempo y esfuerzos a abrir espacios comunes de colaboración con otros individuos y entidades… Ser tejedor de redes requiere tesón y esperanza, pues todo diálogo y toda colaboración suponen una dedicación añadida al trajín de cada día; suponen apertura al otro valorando su identidad y estilo, requieren creatividad y tiempo para poner en marcha formas nuevas de trabajo común”. [10]

[1] Pbro. Enrique Ciro Bianchi, sacerdote de la Diócesis de San Nicolás de los Arroyos, Argentina. La obra mencionada fue publicada por Ed. Paulinas, Buenos Aires, 2014.
[2] Cfr. EG 27.
[3]  Alejandro Manríquez y Equipo de Pastoral Juvenil, “Soñar juntos la Iglesia que deseamos,” Boletín Salesiano, Chile, 16 de diciembre de 2021.

[4] Cfr. Papa Francisco, ‘Mi puerta siempre está abierta. Antonio Spadaro’, Prólogo, Ed. Planeta, 2014.
[5] Cfr. Francisco en el discurso con ocasión de los 50 años de la institución del Sínodo de los Obispos, Roma, 17/10/2015.
[6] Seminario Catequesis y Sinodalidad con el Equipo del Laboratorio del CELAM (mayo de 2023), Seminario Virtual ‘La Catequesis como laboratorio de Sinodalidad’ con Decir Amén Asociación Civil – Argentina (julio de 2023) y el Curso ‘Caminando Juntos’ en un convenio de la Conferencia Episcopal Paraguaya con Decir Amén Asociación Civil – Argentina (octubre de 2023)
[7] Cfr. E. ALBERICH, ‘Catequesis evangelizadora. Manual de catequética fundamental’, Madrid 2009, 2ª ed., 168-169.
[8] Roma, 4 al 29 de octubre de 2023.
[9] Cfr. DC Nº 4.
[10] Cfr. Soberón, Leticia, “No basta ser uno mismo. Perfil del tejedor de redes”, RIIAL, 2002.