Tribuna

Adolfo Nicolás: universalidad y profundidad

Compartir

Adolfo Nicolás (1936-2020), Superior General de la Compañía de Jesús, nació en Palencia, entró de jesuita en 1953 y fue ordenado sacerdote en 1967. Siendo escolar fue enviado a la misión del Japón, donde -entre otras cosas- fue profesor de teología, rector de los escolares y provincial, dedicándose luego al trabajo social con emigrantes en Tokio.



Durante diez años vivió en Filipinas, ejerciendo como director del Instituto de Pastoral de Extremo Oriente (EAPI) y como Presidente de la Conferencia de Provinciales de Asia Oriental y Oceanía. Tras haber presentado su dimisión como General de la Compañía, fue director espiritual en el EAPI y en la Residencia Internacional Arrupe de Manila.

El hombre del Evangelio

El P. Nicolás fue elegido Superior General de la Compañía por la Congregación General 35 en 2008, tras la renuncia del P. Peter-Hans Kolvenbach. Ocho años después, él mismo renunció al cargo, siendo elegido por la Congregación General 36 el actual P. Arturo Sosa.

Como General exigió a los jesuitas universalidad y profundidad. En más de una ocasión manifestó su preocupación por una Compañía “distraída”. Por cierto, le tocó gobernar a los jesuitas en años en que la Iglesia ha sido estremecida por los casos de abusos sexuales y de encubrimiento del clero, crisis que ha afectado hondamente a la misma Compañía.

Arturo Sosa, al momento de su muerte, lo recuerda como “un hombre sabio, humilde y libre; entregado al servicio de modo total y generoso; conmovido por los que sufren en el mundo, pero a la vez rebosante de la esperanza que le infundía su fe en el Señor Resucitado; excelente amigo, de los que aman la risa y hacen reír a otros; un hombre del Evangelio”.