Pliego
Portadilla del Pliego nº 3.137
Nº 3.137

Hijos enganchados, ¿padres desconectados?

“España perdió una generación con la heroína; puede perder otra por el juego”. La afirmación no podría ser más explícita, dramática e imperativa. Quien se expresa de esa manera en las páginas de ‘Málaga hoy’ (28 de abril de 2019) es Francisco Abad, presidente de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación, una entidad con 30 años de historia. “Es un problema grande y grave”, sentencia. Algo sabe del tema; y no a nivel teórico, sino en primera persona.

Casi sin darnos cuenta, como quien no quiere la cosa, hemos abierto un nuevo flanco en el campo de las adicciones: el de los juegos de azar ‘online’, la pornografía ‘online’ (el cibersexo), los videojuegos, las redes sociales y las compras compulsivas por Internet. Como ven, todo relacionado con Internet. El Ministerio de Sanidad ha incluido por primera vez en 2018 las adicciones a las nuevas tecnologías (TIC) en el Plan Nacional de Adicciones. Y el Defensor del Pueblo acaba de hacer público un pronunciamiento sobre los problemas que está ocasionando el juego ‘online’ (20 de mayo de 2019).

¡No será por falta de avisos! Los medios de comunicación llevan alertando sobre el tema desde hace ya tiempo. Y los educadores y quienes nos dedicamos a la reflexión ética, ni digamos: Fernando Pérez del Río e Isidoro Martín Martín publicaron ya en 2007 un excelente libro sobre el tema. Por eso podríamos haber puesto como subtítulo de este Pliego “crónica de una patología anunciada”.

Aunque el concepto de adicción a las TIC no está todavía bien perfilado y consensuado a nivel internacional, y no aparece como tal en los manuales diagnósticos de enfermedades y trastornos mentales, se han realizado ya numerosos estudios nacionales e internacionales que han dado lugar a una amplia bibliografía que ofrece pocas dudas acerca de esta nueva pandemia.

Se van dando pasos en orden a conseguir ese consenso en el diagnóstico. Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de declarar oficialmente que la adicción a los videojuegos es una enfermedad. Se ha tomado esta decisión en la 72ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada del 20 al 28 del pasado mes de mayo en Ginebra (Suiza), aunque no entrará en vigor hasta el año 2022. Más allá de los criterios diagnósticos y de los aspectos más académicos, el problema es real, se va incrementando paulatinamente y tiene consecuencias devastadoras en la persona que lo sufre y en su entorno.

Los problemas que estas adicciones –en plural, porque, aunque con un denominador común, tienen múltiples frentes– están ocasionando son importantes y graves: ruina económica, delitos, sexismo, violencia, aislamiento social, sedentarismo, problemas de salud mental… En el diario ‘ABC’ del 13 de mayo de 2019 podíamos leer el caso de Natalia T., de 24 años de edad, adicta a los juegos online como el póker o el bingo, que usó burundanga para hacerse con dinero de su padre, de su abuelo y de varias amigas para poder jugar. ¡Terrible!, ¿no les parece?

Y lo más preocupante de todo es que estas nuevas adicciones se están cebando con nuestros jóvenes. Así lo destaca el mencionado Plan Nacional de Adicciones. La Asociación Gallega de Jugadores Anónimos estima que el 20% de los adolescentes juega ‘online’ (‘ABC’, 22 de abril de 2019). La Unidad de Conductas Adictivas del Adolescente del Hospital San Juan de Dios de Barcelona afirma que entre el 20% y el 25% de las demandas de tratamiento son por adicción a las nuevas tecnologías (Martín y Vílchez, p. 38).

Estamos ante un asunto médico, social, político, ético, educativo y pastoral. Nuestra intención en este trabajo es modesta: hacer un resumen de los principales datos, hacer un primer análisis y, sobre todo, avivar la conciencia de nuestras comunidades para que tomen cartas ante un problema tan importante. Recuérdese: todas las adicciones son autodestructivas porque destruyen la posibilidad de estar satisfecho alguna vez. La postergación de la gratificación ha perdido su encanto y, con ello, se quiebra la esencia de la vida comunitaria y de la ética.

Si bien es cierto que siempre han existido las adicciones, no lo es menos que en la actualidad están cobrando especial relevancia debido a su incremento. Algunas de sus formas constituyen un fenómeno novedoso porque surgen de Internet, y aunque pareciera que la red lleva con nosotros toda la vida, lo cierto es que fue en la década de 1990 cuando hizo su aparición.

El uso de las TIC ha seguido un crecimiento exponencial, acorde al aumento en la diversidad y especialización de los dispositivos, a la facilidad de acceso y uso de los mismos, a la mejora de las redes de datos (aún no hemos digerido la red 4G, y ya se nos echa encima la 5G). Esta mayor accesibilidad y generalización de su uso han propiciado el caldo de cultivo en el que aparecen los usos problemáticos, lo que conocemos como adicción a las nuevas tecnologías.

Es necesario puntualizar que nos referimos a una tecnología beneficiosa, que ha mejorado nuestra vida, sin lugar a dudas, y que ha venido para quedarse. Los riesgos de los que hablamos se asocian a un mal uso de esos instrumentos, que finalmente produce una adicción. Recuérdese que ya los moralistas clásicos, a propósito del consumo de vino, señalaban que “el abuso no quita el uso”. O, como opinaba el escritor, dibujante y humorista El Perich en aquel libro que llevaba por título ‘Autopista’, “dicen que la velocidad de los vehículos en carretera depende de caballos en el motor, yo creo que es cuestión de burros al volante…”. Cuanto más poderosa sea la tecnología, personas más cabales tienen que ser las que la manejen.

El quid de la cuestión, por consiguiente, es la expresión “uso responsable”. Internet es una gran herramienta de comunicación, cada vez más útil y necesaria, pero que requiere ciertas precauciones, especialmente entre los menores. Es vital que los niños aprendan desde bien pequeños la idea de límite, que no todo da lo mismo, que las acciones tienen consecuencias (buenas y malas, las queramos o no). Es preferible detectar los factores de riesgo y tomar medidas antes de que surjan problemas, y aquí es donde estamos fallando estrepitosamente, porque trivializamos el tema hasta que tenemos el problema encima. (…)

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Índice del Pliego

  • Riesgos y oportunidades: del uso al abuso y a la adicción en el contexto de una sociedad líquida
  • Atrapados por el juego ‘online’
  • El Estado del bienestar, la felicidad y la responsabilidad
  • Urgencia ética, educativa y pastoral

Efectos negativos asociados a los problemas con el juego

  • Problemas de salud
  • Problemas en los estudios
  • Problemas laborales
  • Problemas financieros
  • Problemas familiares
  • Problemas legales
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