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Seguir a Cristo


Un libro de Antonio Bravo (Ediciones Sígueme, 2009). La recensión es de José María Arnaiz.

Libro-Seguir-Cristo

 

Seguir a Cristo. De la vocación a las vocaciones

Autor: Antonio Bravo

Ediciones Sígueme

Ciudad: Salamanca

Páginas: 160


(José María Arnaiz) Estamos ante una crisis de vocación, más que de vocaciones; se ha perdido el sentido de la existencia como vocación. El descenso numérico de vocaciones sacerdotales y religiosas ha disparado todas las alarmas, y a ello se une la disminución en calidad de los candidatos que llegan. Son muchas las causas que se concatenan para explicar el déficit vocacional, pero quizás la más fuerte es que no se acierta a dar con la razón primera. Por lo mismo, por ahora no hay que buscar soluciones fáciles, cómodas e inmediatas a esta crisis. Crisis que reenvía a una cuestión mayor y a un tema de fondo: la identidad de la persona y del cristiano en el contexto sociocultural de nuestros días.

El tema y la realidad de la vocación están estrechamente ligados a la perspectiva antropológica del mundo. Con un sustrato antropológico autista (p. 13), o una concepción de la persona que no permite que Dios penetre en el centro vital de la misma (p. 35), o una visión del ser humano marcada por la mediocridad (p. 53), o un olvido de algo tan fundamental como que la vocación constituye al ser humano, o que el hombre es vocación, lo reconozca, ignore o rechace (p. 81), o que la vocación supone y es un encuentro vital (p. 137)…, las vocaciones religiosas y sacerdotales no pueden florecer. Todas estas alarmas y retos se encuentran en este libro desde su introducción, y han mantenido al autor y mantienen al lector en actitud de búsqueda y de discernimiento.

Y rescatamos frases para el mármol, que son grandes convicciones del autor: la dinámica de la vocación personal y el sentido de la Iglesia como organismo vivo van unidos; se constata una falta de aliento vocacional; se busca nivelar todo a la baja; la vocación se propaga en círculos concéntricos; el servicio a los pobres constituye una auténtica escuela vocacional; la fe que nace de la escucha de la Palabra reclama una antropología dialogal; hay que llegar a una acción pastoral en clave vocacional; mi fidelidad depende de la fidelidad de mis hermanos… Con mayor razón una vocación religiosa.

Cambio de mentalidad

Aparte de tan interesantes intuiciones, repartidas por el texto y referidas al análisis de esta realidad pastoral y a la reflexión teológica, encontramos un capítulo, el último, dedicado a producir un cambio de mentalidad para que la comunidad cristiana se implique de lleno en el desarrollo de la vocación y de las vocaciones.

En el conjunto de la obra, se advierte que su originalidad es fruto de la reflexión personal de Antonio Bravo. Son escasas las referencias a otros autores, a excepción de Marañón; no faltan las citas del magisterio: Pablo VI y, de manera especial, Juan Pablo II (de un modo destacado, el estupendo documento Novo Millennio Ineunte y la exhortación Pastores dabo vobis) y Benedicto XVI.

El planteamiento pastoral vocacional, intención principal del autor, parte de un doble presupuesto: Dios sigue llamando y, para que la respuesta se dé, la llamada tiene que ser acompañada y adecuada. Las ocho propuestas que se hacen para que esta pastoral vocacional sea fecunda son básicas y fundamentales.

Está claro que los planteamientos de este libro nacen de un sacerdote, de un hombre de experiencia formativa, de un pastor. Se abordan desde la Escritura (abundan mucho las citas de la misma), desde la tarea evangelizadora, desde el aporte de la teología y, quizá menos, desde el trabajo concreto en pastoral vocacional. Bien podemos decir que este volumen es un “clásico” sobre el tema de las vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal. Y tomamos la palabra ‘clásico’ en el sentido original. En él encontramos lo que es esencial y fundamental, lo básico e importante; aquello de lo que no se puede prescindir. En eso se ha centrado.

Pero falta algo. A mí, religioso, me falta alguna referencia fundamental a la vida religiosa a la que se llama y a la vida sacerdotal a la que se invita; la que sería una alternativa al momento eclesial y cultural actual de la humanidad. Cuando me detengo en los detalles, me falta también algo más de descripción sobre dónde está y cómo se encuentra el joven o la joven a la que invitamos. Quizás todo no se pueda decir en cada libro, pero al menos sí insinuar.

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

Actualizado
12/03/2010 | 08:06
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