El Papa recibe a los obispos de Ucrania y no deja lugar a dudas: “Estoy con su pueblo”

Francisco estuvo durante dos horas con los miembros del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana que le transmitieron el sufrimiento que vive la población

El papa Francisco, con el Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana

El papa Francisco ha recibido esta mañana, antes de la audiencia general, a los obispos de la Iglesia greco-católica ucraniana, que están celebrando su Sínodo en Roma del 3 al 13 de septiembre.



Durante el encuentro, que se alargó por dos horas -puesto que el Pontífice les invitó a comenzar antes para poder compartir más tiempo-, Jorge Mario Bergoglio quiso aclarar su posición después de que algunas de sus palabras causaran indignación en el país invadido: “Estoy con su pueblo. La guerra es cosa del diablo”. Así, les invitó a leer su respuesta a las preguntas de los periodistas en el avión que le trajo de vuelta a Roma desde Mongolia.

Por su parte, el arzobispo mayor, Svjatoslav Ševchuk, recordó la dolorosa situación en la que se encuentra su país, con el aumento del número de muertos, heridos y torturados, y agradeció al Papa el cariño mostrado de muchas maneras y en muchas ocasiones, así como la misión de paz del cardenal Matteo Zuppi y el trabajo del Vaticano para que centenares de niños retenidos en Rusia volvieran a Ucrania.

Cierta decepción en Ucrania

Varios de los prelados tomaron la palabra, cada uno para hablar del sufrimiento que el pueblo ucraniano está viviendo, según detalla un comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. En este sentido, un comunicado del Sínodo de la Iglesia greco-católica reconoce que le expresaron también una cierta decepción por lo que entienden como una equidistancia ante el conflicto. Y es que, según advierten, “los malentendidos que han surgido entre Ucrania y el Vaticano desde el comienzo de la guerra son utilizados por la propaganda rusa para justificar la ideología asesina”.

“El Papa escuchó atentamente las palabras que le dirigieron, expresando con algunas breves intervenciones su sentimiento de cercanía en la tragedia que viven los ucranianos, con una ‘dimensión de martirio’ de la que no se habla lo suficiente, sometidos a la crueldad y al crimen”, señala el comunicado vaticano, al tiempo que agrega que el Papa “expresó su dolor por la sensación de impotencia que se experimenta ante la guerra, ‘una cosa del diablo, que quiere destruir'”.

Bergoglio se acordó, una vez más, de los niños: “Los miras y tienen olvidada su sonrisa”. “Este es uno de los frutos de la guerra: quitarles la sonrisa a los niños”, recalcó. Como pone de manifiesto el texto, “para responder a la crueldad de la guerra, surgió la necesidad de más oración, por la conversión y por el fin del conflicto y, siguiendo una petición recibida durante el encuentro, el Papa expresó el deseo de que en el mes de octubre, particularmente en en los santuarios, que el rezo del rosario esté dedicado a la paz en Ucrania”.

Los sacerdotes cautivos por los rusos

Los padres sinodales pidieron al Papa que continúe sus esfuerzos por la liberación de los prisioneros de guerra, en particular mencionaron a los sacerdotes redentoristas Ivan Levytskyi y Bohdan Haleta. De hecho, Ševchuk le entregó algunas de las pertenencias personales de los redentoristas: una cruz misionera, un libro de oraciones y un rosario.

“Estos objetos dan testimonio del sufrimiento de nuestra Iglesia junto con su pueblo en medio de los horrores de la guerra causada por la agresión rusa. Como un tesoro invaluable, se las entregamos con la esperanza de que pronto llegue una paz justa a Ucrania”. Además, también entregó un icono de Jesucristo, que había sido rescatado de la iglesia quemada por los rusos en Chervone, en la región de Zaporizhia.

Antes de marcharse, Francisco les dijo que cada día reza por Ucrania ante el icono de la Virgen que le regaló el propio Ševchuk durante su etapa en Buenos Aires, donde coincidieron cuando era arzobispo. El encuentro empezó y acabó de la misma forma: rezando. Mientras rezaron un Padrenuestro al comienzo, al finalizar entonaron una oración a la Virgen.

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