El Papa a las claretianas: “La Iglesia y el mundo de hoy necesitan con urgencia el testimonio fiel y valiente de sus vidas”

Francisco ha animado a las religiosas a que “no tengan miedo de atravesar fronteras geográficas e incluso fronteras existenciales”

claretianas

“La Iglesia y el mundo de hoy necesitan con urgencia el testimonio fiel y valiente de sus vidas consagradas”. Así se ha dirigido hoy el papa Francisco a las Religiosas de María Inmaculada (claretianas), a quienes ha recibido en el Vaticano con motivo de su XVIII Capítulo General.



“Vuestro camino me recuerda al pasaje de Emaús”, ha dicho Francisco. “En ese relato evangélico vemos a dos discípulos que caminan juntos, en un determinado momento se encuentran con un desconocido, charlan con él, lo invitan a cenar. Cuando descubren que ese peregrino es Jesús resucitado — y lo advierten cuando sienten que sus corazones arden ante su presencia, cuando son testigos de sus palabras y sus gestos, cuando comparten el pan y el vino, y entran en comunión con Él—; entonces, no pueden más que salir a anunciarlo, salen corriendo, y salen corriendo llenos de alegría”.

Marianas, misioneras y claretianas

Y es que, tal como ha subrayado el Papa, “podemos reconocer en el relato de Emaús los principales elementos del proceso sinodal que estamos viviendo en la Iglesia: encuentro, participación, diálogo, comunión, misión”, que es, además, “lo que también ustedes quieren vivir y ofrecer desde la particularidad de vuestro carisma, uniéndose al camino de la Iglesia universal”. De esta manera, Francisco les ha agradecido su “disponibilidad” y su “anhelo de construir juntas espacios de escucha, espacios de anuncio del Evangelio, en cada lugar del mundo donde están presentes”.

Por último, Francisco ha destacado, a partir del nombre de la congregación, “tres notas que son las características de esta vocación: marianas, misioneras y claretianas”. Por ello, las ha instado a “profundizar en sus raíces carismáticas, en esas tres notas congregacionales que las identifican, es el legado que han recibido y que están llamadas a transmitir a quienes las rodean, contagiándoles la alegría del Evangelio”. Para ello, las ha animado a no tener “miedo de atravesar fronteras geográficas e incluso fronteras existenciales, como lo hizo el padre Claret, para que todos conozcan el amor desbordante del Corazón de Dios”.

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