Editorial

Púrpura en tono universal

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Francisco continúa la reforma eclesial, en esta ocasión, a golpe de birreta. De forma sorpresiva, como viene siendo habitual en el Papa argentino, desde el ventanal de los palacios apostólicos y en el transcurso del rezo del Regina Coeli, anunciaba la designación de 21 nuevos purpurados, 16 de ellos electores de celebrarse un cónclave en este momento, y cinco mayores de 80 años.



En total, hasta 132 podrían acceder hoy por hoy a la Capilla Sixtina en el que se constituye ya como el equipo más internacional de la historia de la Iglesia, con solo cuatro europeos en el listado del Pontífice.

El perfil de los elegidos es más que diverso, entre los que se encuentran referentes curiales como el español Fernando Vérgez o los prefectos fichados más recientemente, el británico Arthur Roche, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, y el surcoreano Lazzaro You Heung-sik. Pero, sobre todo, el retrato robot de los nuevos cardenales habla de pastores presentes en realidades de frontera. Con una mirada simplista, hay quien podría pensar que Francisco está configurando un Colegio Cardenalicio a su imagen y semejanza.

Sin embargo, basta con repasar los nombres para constatar que la única unidad de medida es la comunión, universalidad, catolicidad y diversidad eclesial de unos pastores curtidos en batallas de realidad y no en guerras ideológicas o imaginarias. En este sentido, quizá el ejemplo paradigmático sea el del misionero de la Consolata Giorgio Marengo, que, con 47 años, es prefecto apostólico en Mongolia, en medio de una comunidad cristiana que no llega a 1.500 fieles.

El Papa creará a los 21 nuevos cardenales el próximo 27 de agosto, en una celebración en la que instado a participar a todos los purpurados del planeta en tanto que les ha convocado a un consistorio posterior de dos días en el que les presentará personalmente la constitución apostólica Praedicate Evangelium, que se activará el próximo 5 de junio. Resulta especialmente significativo que el Papa quiera presentar en persona la reforma que ya está en marcha.

Parada y fonda

Por un lado, no deja de ser una rendición de cuentas, en tanto que este nuevo marco legislativo es la respuesta a la petición hecha en las congregaciones generales previas al conclave que eligió a Francisco y en el que se puso de manifiesto la urgencia de una renovación estructural del Vaticano, con el foco puesto en la Curia y en la economía.

Por otro, hacerles cómplices de los cambios en Roma no deja de ser una llamada de atención para que los cardenales hagan lo propio en sus Iglesias locales, aterrizando ese proceso de conversión personal y pastoral eminentemente misionero y en el que se viene trabajando a lo largo y ancho del pontificado y que tiene su próxima parada y fonda en la sinodalidad.

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