Editorial

Dar sin esperar y recibir sin olvidar

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“Que cosa fuera la maza sin cantera…” canta Silvio Rodríguez sobre algún escenario en alguna parte de Latinoamérica. La letra de La Maza interpela: ¿De qué sirve la vida sin compromiso? Y comprometerse no significa solamente defender colores partidarios o involucrarse con luchas sociales… Comprometerse es también ver en el otro a uno mismo, sensibilizarse y, si es necesario, tender una mano.

“Si no creyera en cada herida / si no creyera en la que ronde / si no creyera en lo que esconde / hacerse hermano de la vida.” La Maza es una declaración de intenciones que a finales de los ‘70, en sintonía con los ideales revolucionarios cubanas, Rodríguez componía. Sin embargo, es una canción que luego tomaron muchos otros músicos latinoamericanos y la hicieron propia, porque en muchos lugares del Caribe y de América Latina la desigualdad, la opresión y la pobreza es una realidad que viven miles. Pero también en América hay mucha gente que quiere “hacerse hermano de la vida” de tantos otros que sufren.

“Está la idea de que son todas personas peligrosas, hay como una sensación de peligro que genera que la gente ni se anime a pasar por zonas de pobreza”. Así lo afirma Nicolás Iglesias, un joven uruguayo que decidió dejar la comodidad de su Montevideo y el afecto de su entorno para viajar a Haití. Pero no para mirar todo como un gringo, sino para involucrarse con la gente que menos tiene y mostrarle horizontes de superación, de que se puede forjar un futuro distinto. Antes de viajar, Iglesias tenía claro que “no quería ir a imponer nada”, sino a “construir algo en conjunto”, potenciando lo bueno de cada uno. Esta es la clave del voluntariado.

“Si no creyera en lo que lucha”, jamás una persona podría involucrarse
en una experiencia de voluntariado tan lejos de su casa.

“Si no creyera en lo que duele…”, seguramente, a este joven nunca se le hubiese cruzado la idea de ir a un lugar empobrecido y dar lo mejor de él. “Si no creyera en lo que queda”, tampoco hubiera podido darse cuenta que pueden “salir adelante” gente que “no tienen ninguna habilidad propia”

“Si no creyera en lo que lucha”, jamás una persona podría involucrarse en una experiencia de voluntariado tan lejos de su casa.

“En Haití, el blanco es un símbolo de poder, de alguien que tiene mucha plata… Es, históricamente, la raza del opresor, y eso genera muchas fronteras”, dice el joven uruguayo. ¡Qué difícil le habrá sido llegar al gente del lugar! Sin embargo, “haber aprendido a hablar creole fue fundamental…”

El testimonio que Iglesias da en este A fondo es solo el relato de una persona, entre miles, que deciden dar sin recibir nada a cambio. Hay mucha gente así, simples, entusiastas, amorosas, que suelen sentir vergüenza cuando se les agradece los favores recibidos.

Esto es lo que hace la ONG América Solidaria, nacida en Chile, pero presente hoy con diversos proyectos en Argentina, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Nicaragua, República Dominicana y. Uruguay. Una organización que, “si no creyera en la locura…” ningún voluntario hubiese salido de la comodidad de su hogar.