Editorial

Curas con rebaño

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La celebración en semanas consecutivas de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, así como la festividad de san Juan de Ávila como patrono del clero secular español, constituye en sí misma una invitación a reflexionar sobre el poliédrico perfil del sacerdocio dentro de las coordenadas difusas de este mundo pospandémico en guerra abierta. Nadie nace trabajado ni tendría sentido llevar a cabo un casting entre supuestos perfectos, de la misma manera que la falta de relevo generacional puede llevar a caer en una pastoral de capacitación a la desesperada y sin criterio.



Desde el arranque de su pontificado, Francisco ha dado las suficientes pistas a obispos y formadores sobre el retrato robot de aquellos que se sienten llamados a imitar con radicalidad al Buen Pastor con una esencia: el olor a oveja. Pocas imágenes hay tan ilustrativas y evangélicas como la de aquel que apacienta y alienta a aquellos con los que camina delante, al lado y detrás. Se pueden publicar por doquier manuales, programas y reflexiones teológicas que desarrollen esta premisa. De la misma manera que se pueden desdibujar, perdiéndose en divagaciones nostálgicas.

Portador de la cruz

De lo que no hay duda es de que, hoy como ayer, anunciar la Buena Noticia pasa por contar con apóstoles misioneros que se embarran por y con su rebaño, desde esas cuatro cercanías a Dios, a los obispos, a sus hermanos presbíteros y al pueblo, en el sentido más extenso y periférico.

Ser cercano lleva implícita, además, una dosis inherente de sinodalidad, o lo que es lo mismo, de capacidad para descubrir que el pastor no es nada sin su rebaño, si no conoce a su grey, si no se mueve con ella y entre ella. Un servidor portador de la cruz, que acompaña y necesita ser acompañado. De lo contrario, corre el peligro de convertirse en un lobo solitario, con todo lo que ello puede acarrear.

prefecto de la Congregación para el Clero

Como suscribe en Vida Nueva el prefecto de la Congregación para el Clero, el surcoreano Lazzaro You Heung-sik, “el seminario no es una fábrica para producir sacerdotes”, sino “un lugar donde viven juntas personas que quieren seguir los pasos de Jesús, lo que significa ante todo vivir la Palabra de Dios”.

Al servicio de un mundo herido

La Ratio Fundamentalis que vio la luz hace cinco años y medio insistía en desarrollar y apuntalar ese primer amor vocacional, no desde un ideal abstracto, sino a partir  de la experiencia de vida en comunidad, superando la idea de una formación eminentemente doctrinal y hacia una educación integral e integrada. Porque pretender ser otro Cristo limitándose a ser un administrador de ritos, regulador de la vida moral de otros, activista ideológico o animador sociocultural, conllevaría caricaturizar, de una u otra manera, el ministerio ordenado y desdibujar a ese cura al servicio de un mundo herido y una Iglesia lesionada que necesitan ser sanados.

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