José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Un tirón de orejas tras otro


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JUEVES

Escuchar, uno tras otro, a Miguel Márquez y a Ianire Angulo supone una sobredosis de profecía no apta para quien precisa de protectores de estómago y quien quiere seguir recostado en el sofá con el mando de la tele a un lado viendo el apocalipsis pasar. Él, borrando miedos por la falta de manos: “Todas las congregaciones nacen de la audacia y el riesgo, en medio de las crisis y la fragilidad”. Ella, con las alertas propias de quien sabe de las tentaciones, tanto ‘neocon’ como edulcoradas: “Ojo con confundir lo sólido con lo rígido, lo normal con lo vulgar”.



VIERNES

En la escalerilla del avión le esperaba quien ha sido y continua siendo guía. Para ternas y no ternas. Compañero de mesa durante la pandemia. También después. Pero la mentoría se topó con Roma. Comenzaron los disgustos. Aquel que llegaba con avales, se quedaba al descubierto. Un tirón de orejas tras otro. Huyamos. Allá que vio una plaza libre y la quiso para sí. El sueño de una prejubilación dorada. Pero fue un ‘no’. Londres tiene inquilino. Madrid, de momento, se queda como está.

SÁBADO

Fiesta de la Resurrección. Muchas interrogantes de camino. ¿Lleno o vacío? ¿Desfile preelectoral? ¿Proclamas revanchistas? ¿Espontáneos para reventar el acto? Miedos que se esfuman. Uno tras otro, los artistas cantan y la gente corea. Al otro lado de los controles de acceso, muchos se quedan sin ver ni oír. La policía no quería repetir los agobios del concierto de Camilo. Pero aquello no dependía de quien organizaba.

DOMINGO

Misa en la colegiata de San Isidro. Todos los obispos en torno al patrón de Madrid por su Año Jubilar. Homilía de Osoro. Quizá con recado mitral, invitando a todo hijo de vecino a eliminar “desesperanzas, envidias y celos”. Al final de la misa, interviene Omella. Con una plegaria al Labrador que incluye la precariedad laboral y la falta de acceso a la vivienda. Palabras que sí saben a maño, más que otras adjudicadas.

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