José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

¿Un tintico?


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MIÉRCOLES

El tinto es símbolo de acogida en Colombia. Uno tras otro. No confundirse. Un tinto es un café. No vino. Es más, el tinto tiene nombre de Pedro, de Karen, de Morillo, de Hermes, de Julián, de Lili, de Daniela. De sacerdotes, de religiosas y de laicos que salen al encuentro para que ese grano molido y tostado esté en su punto, justo de temperatura, sea en taza o en vaso reciclable. Con una delicadeza y una ternura que nos faltan en estas latitudes oxidadas hasta en la bienvenida. Pero también en la resiliencia. Y en la capacidad de soñar una teología que respire frescura y una doctrina social aterrizada y tan paciente como en los trancones de la ciudad. Esa es la sensación: la de un avance apenas perceptible por el atasco, pero perseverante y fructífero. Eso es la sinodalidad latinoamericana frente a los acelerones de unos y los frenazos de otros.



JUEVES

Almuerzo en casa de Isabelita Corpas. Tanto hablar del ajiaco, el plato de referencia de Bogotá, y ha sido la primera teóloga colombiana quien me regala estrenarlo. Lo pruebo con ese temor de toparme con un sabor tan distinto que genere rechazo. Sorpresa. Es un menú de cuchara que sabe a hogar. Inculturarse es saberse familia en la diversidad. Ante el mantel. Como la propia Isabelita. Nos habíamos escrito y nos habíamos hablado desde hace años. Pero nunca cara a cara. Hasta hoy. Con sus 84 años, de los que había que restar un par de décadas en lo físico y otras tantas en su capacidad para soñar Iglesia. Para soñar nuevos ministerios. Para soñar la Iglesia. No el Iglesia.

VIERNES

Conversación de media tarde en Bogotá. Comparto con mi interlocutor un eco que recibo a posteriori del aula sinodal: menos arrojo de lo esperado en los laicos, quizás acomodados por no ver peligrar su salario o no verse amonestados por aquel a quien tienen que rendir cuentas pastorales o teológicas. “La culpa no es de los seglares, sino nuestra, por no haberles dado alas de libertad”. A la par, ambos reconocemos cómo la vida religiosa femenina es hoy pista segura al verse menos condicionada. Por su autonomía ganada a pulso. Por su emprendimiento trabajado.

LUNES

Plenaria de los obispos. Intervención del nuncio. No estaba yo muy atento porque estaba rumiando el alegato previo de Omella por la comunión. “¡Ha dicho invasión para referirse a la llegada de los migrantes!”. Sí, lo ha dicho. Con las connotaciones que conlleva. Aunque luego lo recondujo.

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